sábado, 9 de marzo de 2013

Reunión de entrevistas - Romanie


Nos reunimos en casa de Antonio el sábado 11 de Agosto para leer las entrevistas que nos habíamos hecho unos a otros. Hacía semanas que esperaba esta reunión con gusto. Me parecía un plan perfecto, aprovechar la reunión para después quedarnos a cenar y charlar. Hacía mucho tiempo que no quedaba con todos y me hacía mucha ilusión.
Las entrevistas las empezamos a leer en orden según nos habíamos sentado en círculo en torno a la mesa. Me encanta escuchar cada voz relatar en su estilo y tono mientras los demás escuchamos. Me gusta escuchar la música que forman una voz tras otra. Cada voz resalta unos colores, emociones, sensaciones y lugares distintos. Todos juntos formamos otra riqueza, la diversidad. Entre nosotros no hay diferencias tan radicales en cuanto a entornos sociales, pero al escucharnos con atención podemos valorar la dimensión sutil de nuestras diferencias y eso es valioso para mí.
 Una vez más, he sentido al terminar la ronda que mi entrevista a Diana no la había trabajado lo suficiente. Normalmente me sabe mal solo por mí, pero esta vez me sentí que la había defraudado a ella, ya que la entrevista que ella me hizo a mí, con su voz, ganó en peso y aplomo. Una de los comentarios que más me sorprendieron fue el que me dijo Rocío al terminar Diana de leer mi entrevista. Parecía genuinamente sorprendida por la respuesta que di a una pregunta. “¿Cómo era posible que no distinguiera yo entre el mundo fantástico de mis cuadros y el mundo real en el que vivo?”…yo le intenté responder pero creo que o no me expliqué bien o no me escucho porque mi respuesta no parecía saciar su sorpresa. Pensé que en otro momento menos social aprovecharía para aclarar este punto.
Al terminar la ronda de entrevistas y clausurar la reunión literaria pasamos al reponer líquido en las copas, estirar piernas y en varios puntos de la mesa aun seguían conversaciones entre grupos de dos. Aclarando temas descritos brevemente en las entrevistas. Antonio salió de su casa con un regalito para Diana como despedida. Un sobre con palabras de algunos de nosotros para que la acompañen en su viaje. Ella se mostraba emocionada e intentando leer algunos pasajes. Entre diferentes voces escuché la propuesta de ir a bañarse a la piscina. Esta es una de las primeras noches más calurosas que recuerdo de este verano. Hacía viento  y el aire que se movía era caliente, aun de noche no había humedad. Mi hábito últimamente de sentir indecisión ví que volvía a aflorar y lo observé. “no me voy a bañar, me da pereza” y al instante siguiente  “me voy a cambiar, quiero ir a la piscina”…no es la primera vez que actúo así este verano, y no me gusta, es un detalle, pero lo anoto en mi libretita mental. Pues al final acabo en la piscina, disfrutando del agua fresquita, pero me encuentro involucrada en un juego en el que unos vamos contra otros para atrapar la pelota…sigo la corriente un ratito y me encuentro agotada y agobiada, y me pregunto que cómo es que me he metido en esto. Levanto la mano y afirmo que ya no juego. Consigo flotar y relajarme un poquito, si, eso sí que es lo que venía a hacer, que placer! Aun así me ruje el estómago y quiero subir a comer algo en la terraza donde se han quedado otros tantos. Después de secarme y cambiarme me encuentro con que casi todos están ya comiendo y disfrutando de un lomo embuchado que Pau ha traído de sus vacaciones. Consigo probar un poquito antes de que ha desaparecido. La comida es variada y muy buena, pan casero, ensalada de arroz, Pollo con guisantes, humus, pasta de olivas negras, ensalada de pasta, crema de calabacín y ensalada de lentejas, y mucho vino! Poco a poco van llegando los que se quedaron en la piscina con hambre. Otra vez estamos todos sentados en torno a la mesa comiendo, tomando y hablando. De las muchas de conversaciones que fluían a la vez, se acaba llegando todos a la misma y la pregunta que lo motiva es “¿Cuál es el trabajo más raro que hayas hecho nunca?, A una la pagan por ir disfrazada de Pirata, o a otro para enseñar piezas en una subasta de muebles, o vendiendo aspiradoras a domicilio, o vendiendo donuts o según él el menos adecuado para él, vendiendo alarmas. Otra de trapecista en un circo, otro de camarero en un restaurante chino donde nadie habla castellano, otro vendiendo en tres mercadillos con su madre. Se llegó a hablar de un trabajo que consistía en despertar a un periodista cada mañana a las 3 de la madrugada para ir a hacer su trabajo, sorprendente para el que hace ese trabajo y para el que se lo hacen… bueno, y muchos más trabajos que ahora no recuerdo.

“Si pero no, pero no sé”
Estas palabras parecen no decir nada pero me dicen mucho. Han sido la canción del verano para mí. Normalmente gozo de una seguridad en mis afirmaciones en las que me siento cómoda, segura y siento que me encuentro ubicada en el laberinto virtual de mi vida.
   Hace unos minutos me encontraba relatando un sinfín de “cosas” que yo iba haciendo, viendo y experimentando la noche del 11 de Agosto en la reunión de literatura en Can Alone, cuando de pronto me encuentro una y otra vez con mi infinita indecisión ante cada cosa que pasó. Que si leo esto o lo otro, que si no me meto en la piscina y luego me meto, que si me tengo que ir, pero que al final me quedo, que si me molesta la presencia de Edgar en la reunión pero al final no, que si, que si, que si….no se acaba… y durante la velada me voy dando cuenta de cada indecisión que me surge y me la quedo mirando diciéndo , “nooo, otra vez no!, no puede ser….y sí,… allí está otra vez”…¿Y qué hago? ¿Leo este texto o el que relata los hechos? Ahora lo tengo claro!

No hay comentarios:

Publicar un comentario