viernes, 8 de marzo de 2013

5 personajes - Diana C


Al llegar a casa Merche se dio cuenta de que se había dejado las llaves dentro. Eran las  seis de la madrugada y la madre de Laura y la mía pensaban que pasaríamos la noche donde Mer viendo alguna película. A Laura le habían pedido que la llamase a las doce para avisar de que ya estábamos en casa. Entonces no había teléfonos móviles, sino hubiera sido tan fácil como salir un momento del Vinilo, llamar y volver a entrar. Pero Laura se las arregló para que su hermana pequeña, Ale, que también dormía fuera, suplantase su voz. Todo el mundo las confundía por teléfono.
-      Dile a mamá solo “soy yo”, no digas soy Laura ni nada, no trates de disimular.
Cuando nos vimos en la calle Laura de imnediato se puso a trepar por las enredaderas. Era un primer piso y parecía fácil llegar al balcón, pero de todos modos estaba alto y las hojas se arrancaban y quedaban entre sus dedos. Mer comenzó a intentar abrir la cerradura con unas tarjetas.
-      ¿Y quién te ha enseñado eso? - le pregunté
-      En el instituto se aprenden muchas cosas. Te tenías que haber cambiado  con nosotras, vas a seguir hecha una pija toda la vida. - decía mientras la cerradura parecía ceder. Laura seguía tratando de trepar hacia el primer piso, se estaba arañando las manos y clavándose astillas de la celosía.
-      Si, pija, pero mi casa no es la que tiene piscina.. ¿Vamos a darnos un baño? - entonces la cerradura cedió y abrimos la puerta. Entramos pero Laura seguía trepando. -¡Eh, Laura, bájate de ahí que ya se puede entrar!
-      ¡No! ¡Voy a conseguirlo! ¡Hoy es la noche de las hazañas! !Es la noche en que Laura Herradón trepó hasta el primer piso y logró rescatar a sus amigas de una larga y sombría noche sin techo!
-      Laura, menuda castaña llevas, bájate ya y entra – le dijo Merche
-      ¡¡No!! - gritó, de pronto - ¡Dejadme en paz! - y se agarró con fuerza. Ya no subía ni bajaba, se quedó ahí quieta. La celosía era endeble y crujía. - lo voy a conseguir, lo voy a conseguir – susurraba, ahora entre lágrimas.
-      ¿Qué es lo que vas a conseguir?- le grité - ¿Sabes qué? Me tienes harta con tus números. Me voy a la piscina, si quieres te vienes y si no, ahí te quedas. - y me di media vuelta mordiéndome el labio de rabia.
Me di un baño en la piscina. Clareaba la luna en los árboles. Nadé en silencio para no despertar a los vecinos, pero un golpe seco y un llanto hizo esa labor por mi. Al poco llegó Merche con Laura cojeando, lloraba y sonreía a la vez. Tenía una brecha en la cabeza y la pierna sangrando. Acabamos la noche en urgencias.
-      ¿Tú crees que me escayolarán?
-      ¿Y yo qué coño sé, no podías haber entrado por la puerta y ya está?
Le dijeron que estaba bien, y le dieron en la cabeza unos puntos que no se veían. Para la pierna, betadine, y como llevaba pantalón de campana, un poco a lo Janis Joplin, su herida de guerra quedó oculta.  A la mañana siguiente volvió a casa. Su hermana pequeña tras llamar haciéndose pasar por Laura, había salido con su amiga a comprar tabaco. Salieron solo cinco minutos de casa, pero como estaban a dos portales su padre las pilló y le cayó un castigo de cadena perpetua por el resto del verano. Fue entonces cuando Ale empezó a fumar. De nuestra llegada a las cuatro de la mañana, de abrir puertas con tarjetas, de nuestro alcohol y nuestro tabaco, y de la caída y la brecha de Laura, nunca supieron nada. Me dijo:
-      Mi madre ni siquiera se ha dado cuenta de que no era yo, la del teléfono.
Y ese fue el verano en que Laura comenzó a salir con Nano, un motorista que la llevaba a carreras ilegales. Volvía siempre a casa llena de cardenales, pero en su casa nunca se daban cuenta. Hoy hemos estado en el hospital. Con fracturas múltiples en la pierna izquierda y en el codo, y media cara morada, la he visto sonreir como aquel verano. Sus padres al fin estaban allí, desencajados, preguntándole en qué demonios andaba metida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario