martes, 19 de marzo de 2013

Goldsworthy - Antonio

La búsqueda del límite, del instante preciso de no retorno. El punto exacto en que la belleza se quiebra y se convierte en otra cosa, en otra belleza, en otro paisaje. La fuerza de nuestra acción ante la fragilidad del paso del tiempo. Vivimos rodeados de instantes sublimes, extraordinarios, agazapados entre la cotidianeidad y el paso mecánico de la costumbre. Simplemente por no dar una oportunidad a la observación y al juego. Pararse, mirar, tocar, cambiar, mirar, esperar, retomar, cambiar de nuevo, mirar, dejar al mundo hacer su trabajo. Retomar el sentido de algunos conceptos maltratados y reinterpretados por un mundo que ha perdido el sentido periférico de la vista. No es lo mismo el tiempo que la prisa, la transformación que la pérdida, la búsqueda que el descubrimiento, el mapa que el territorio, observar que reconocer, la huella que la pisada, el sentido que la utilidad. No es lo mismo estar en el mundo que caminar con él.
Al final todos buscamos tener una firma en el mundo que nos rodea, buscar un sentido a estar aquí. El grano de arena en la playa, la gota de agua en el mar, la ráfaga en el viento. Algunos firmamos a pie de página, bajo nuestro nombre y sobre la fecha, otros, firman en los márgenes blancos del papel o en la parte de atrás, buscando la periferia de la foto.
El mundo, visto de lejos da vértigo, lo inabarcable se impone siempre. La observación, el tiempo, el juego, la curiosidad, centran nuestro deseo. Lo accesorio deja de hacer ruido. La bofetada del documental es mostrar simplemente que todos tenemos algo que ofrecer, y que el mundo espera jugar con nosotros.

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