sábado, 9 de marzo de 2013

Ojos de perro azul - Guillermo


Tarea complicada elegir sólo un libro que me haya dejado huella.

Recordaré siempre el día que Ihara, mi madre, me regaló una copia de ‘Ojos de perro azul’ de Gabriel García Márquez. Tenía 12 años de edad por aquel entonces y ella fue quien despertó en mí el interés por la lectura. Llegó a casa con nuevos libros, dijo que lo había leído, me sugirió que hiciera lo propio, que era algo diferente y me podría gustar. Me impactó su portada, dos esqueletos humanos en danza, una mujer y un hombre bailando una pieza folklórica. El título prometía, se trataba de una serie de cuentos breves llenos de ficción, personajes y metáforas. Luego la crítica se encargaría de etiquetar ‘realismo mágico’ a este tipo de literatura fantástica.

Su lectura se me hacía difícil por momentos, compleja de entender para un chico de esa edad, pero a la vez apasionante. Sueños, símbolos y objetos, alter egos por todas partes, trasmigraciones de almas, diversos misterios humanos, la muerte en vida, un hombre que nunca recuerda lo que sueña. El primer y único libro que leí hasta el momento a dúo con mi madre. Ella tenía su copia, yo la mía. Leía un párrafo en voz alta, yo el siguiente. Se producían en mí extrañas sensaciones, presencias en la habitación interactuaban con la lectura. Sobre la mesa de la sala, el antiguo florero de la abuela, alguien desordenaba esas rosas...

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