No dejo nada. Sobreviví a todos los míos. Perdí dos
familias, en la que nací y la que creé. Viví opulentamente la primera mitad de
mi vida, me arruiné dos veces. Viví alegrías y tristezas. La segunda parte de
mi vida la pasé en la modestia, pagando los errores y maximizando los pocos
aciertos. No fui un buen hijo, y no supe ser del todo buen padre, sin embargo
he logrado finalmente ser un buen hombre, en una media aproximada, y resultar
una buena compañía para los pocos que me han acompañado hasta ahora. A nadie le
escribo esto, y probablemente nadie lo lea nunca, pero no me resisto a una
pequeña explicación. Me iré hoy, primer día en el que me levanté con una
sonrisa tras muchos meses.
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