martes, 19 de marzo de 2013

¿Podremos salvar algo? - Antonio

-¿Tú crees que podremos salvar algo?
Permanecía de pie, en el umbral del garage, frente al desolador paisaje que había quedado dentro. Apenas un minuto antes habíamos abierto la puerta basculante, dejando escapar una mansa ola de agua rampa abajo. No sabría decir cuánta agua ha salido, se ha esparcido tan rápido entre el hormigón agrietado de la rampa, primero uniformemente y luego separándose en lenguas asimétricas y alargadas, que no he podido calcular su volumen en el espacio cerrado del garage. Tampoco importa. Ha sido sólo una duda estúpida. He echado la vista atrás y he visto como los caminos de agua iban llegando al asfalto de la calle. Dentro del garage, las cajas, apiladas unas sobre otras, estaban totalmente mojadas. Las de abajo prácticamente desechas, las superiores humedecidas, sin ninguna rigidez. Ayer eran un conjunto perfecto de cajas simétricas, todas llenas de partes ínfimas de nuestras vidas. Hoy eran un retrato deformado. Sobre una esquina, se había derrumbado una parte del techo, la pila de cajas de debajo había caido y esparcido todo su contenido por lo que ahora era un suelo embarrado. Por esa esquina era por dónde más agua había entrado. Antes de abrir, nada hacia presagiar la imagen que teníamos delante. Ayer habíamos pasado nuestra primera noche en esta casa, un nuevo lugar, un comienzo. No habíamos sabido decidir demasiado bien qué traer y qué tirar de la casa anterior, y de nuestra vida anterior. Tampoco habíamos sabido dónde colocar casi nada al llegar, y la mayoría de los bultos se habían quedado dentro del garage. Al menos esta vez habíamos conseguido que tomar decisiones no se convirtiese en un campo de batalla. Por primera vez en mucho tiempo habíamos estado de acuerdo en tomar las cosas con calma. No era casual, las consultas al consejero matrimonial en los últimos tres meses parecían empezar a dar resultado. Pero eso era ayer, antes de que la lluvia en tromba de la noche hubiese mojado los débiles pilares de cartón sobre los que nos sosteníamos. Nos habíamos conocido un día de lluvia, llovió el día de nuestra boda, en pleno agosto, y ahora, llovía también, cuando parecía que ya no había nubes. Me giré hacia ella y la miré sin saber muy bien que expresar. Ella repitió:
-¿Tú crees que podremos salvar algo?
Y yo ya no supe muy bien a qué se refería.

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