domingo, 24 de marzo de 2013

Poema - Romanie


Intento ser poeta
y no lo soy.
Sólo por un instante…
pero no lo soy.
¿Qué siento?
Siento el aire cálido de Agosto,
la solidez de las murallas.
y las chicharras que cantan sin descanso.
¿Qué siento?
El calor anula mi cabeza,
y solo siento calor,
el calor está vivo
El calor tiene vida propia
y ha tomado posesión de mi sentir
soy uno más,
como el gato, estirado bajo la mejor sombra,
como el huerto, como el pino,
y como la piedra,
solo puedo absorber y dejarme invadir
y sentir este calor.
Sin tregua el sol de agosto no deja respirar.
Intento ser poeta
y no lo soy,
pero el calor lo sienten todos,
sean gatos, personas, piedras, pino
o la árida tierra que quema bajo mis pies.
 “El de su voz es un recuerdo  que me hace perder el conocimiento frente a esta conjunción celeste y verde de mar y cielo."
                                                                                                                         de Alejandra Pizarnik, en Poesía Completa, Lumen , pág. 359.

   En la montaña , fresca la lluvia devuelve  la voz mía, llena de  multicolores peces, llena de jaulas vacías. Ningún recuerdo puede  finalmente con tanta consistencia.

4 variaciones en haiku - Guillermo

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Esta mañaña
la luz escapa sigilosa
hacia otoño.

         ·
  
El pájaro dibuja
en mi cristal empañado
paisajes vírgenes.
  
         ·

Solo la palabra
a su tiempo nos hará
irreductibles.

         ·
  
Mira, actúa
suelta los cabos
navega, olvida.

            · 

No sigas las huellas
de los antiguos
busca lo que ellos buscaron
Matsuo Bashoo

jueves, 21 de marzo de 2013

Cuaderno de bitácora: sesiones 40 y 41


Sesión 40
 
10 de marzo de 2013, seis de la tarde, reunión en Can Nebot. Asistimos a la sesión: Marcela, Pau,Rocio, Jason, Romanie, Anahi y Antonio.

Ejercicio:  Escribir un texto libre, sin premisas. Lo utilizaremos como pie para el siguiente ejercicio. 

 Sesión 41

23 de marzo de 2013, siete de la tarde, reunión en Can Alone. Asistimos a la sesión: Marcela, Pau, Rocio, Jason, Romanie, Anahi, Guille y Antonio.

Ejercicio: Com-partidos. El texto de la sesión anterior lo hemos intercambiado con otro componente del grupo y lo hemos continuado, siguiendo historias con estilos diferentes.
  


martes, 19 de marzo de 2013

Goldsworthy - Antonio

La búsqueda del límite, del instante preciso de no retorno. El punto exacto en que la belleza se quiebra y se convierte en otra cosa, en otra belleza, en otro paisaje. La fuerza de nuestra acción ante la fragilidad del paso del tiempo. Vivimos rodeados de instantes sublimes, extraordinarios, agazapados entre la cotidianeidad y el paso mecánico de la costumbre. Simplemente por no dar una oportunidad a la observación y al juego. Pararse, mirar, tocar, cambiar, mirar, esperar, retomar, cambiar de nuevo, mirar, dejar al mundo hacer su trabajo. Retomar el sentido de algunos conceptos maltratados y reinterpretados por un mundo que ha perdido el sentido periférico de la vista. No es lo mismo el tiempo que la prisa, la transformación que la pérdida, la búsqueda que el descubrimiento, el mapa que el territorio, observar que reconocer, la huella que la pisada, el sentido que la utilidad. No es lo mismo estar en el mundo que caminar con él.
Al final todos buscamos tener una firma en el mundo que nos rodea, buscar un sentido a estar aquí. El grano de arena en la playa, la gota de agua en el mar, la ráfaga en el viento. Algunos firmamos a pie de página, bajo nuestro nombre y sobre la fecha, otros, firman en los márgenes blancos del papel o en la parte de atrás, buscando la periferia de la foto.
El mundo, visto de lejos da vértigo, lo inabarcable se impone siempre. La observación, el tiempo, el juego, la curiosidad, centran nuestro deseo. Lo accesorio deja de hacer ruido. La bofetada del documental es mostrar simplemente que todos tenemos algo que ofrecer, y que el mundo espera jugar con nosotros.

Goldsworthy - Hassan Ahmar

    Algo en la cena debía haberle sentado mal. Aún era de noche y si se levantaba era por no cagarse en la cama, porque la calefacción aún no se había encendido y hacía un frío que pelaba. Madre mía, pensó, entonces no son ni las cinco. Se incorporó y por no despertar a Carol se dirigió a tientas al baño. Cuando se sentó sobre la taza del water ya le sudaba el ano y tenía unos retortijones espantosos. Se abandonó y dejó que la cosa reventara. Parecía que estaba cagando las tripas, el alma, un alma ácida, corrosiva. Y encima… ¡qué frío tenía!. Permaneció ahí sentado una buena media hora, tiritando, hasta que los intestinos se calmaron. Era hora de limpiarse y volver a la cama. Aún a oscuras alargó la mano hacía el papel y le costó encontrar el soporte. Estaba vacío. ¡Joder, justo hoy! Se inclinó hacia delante con las piernas tan abiertas como le permitían los calzoncillos arremangados, para no mancharse las nalgas, y dio dos pasitos al frente con la mano alargada delante de él, buscando a tientas el interruptor de la luz. Al accionarlo, inclinado con la cabeza gacha como estaba, mirando al suelo vio una cinta de papel higiénico que aparecía por debajo de la puerta del baño. Su vista la siguió, primero sobre el suelo, luego por debajo los calzoncillos; se inclinó un poco más para mirar entre sus piernas hacia atrás; salvaba la distancia hasta el retrete y subía por su superficie blanca y redondeada; alguien había mojado el papel para que se pegara a la superficie brillante y resbaladiza. Desanduvo sus pasos y miró dentro de la taza. ¡Aj, joder! Había olvidado la deflagración fecal; había salpicón por todo, pero el papel seguía por ahí, medio enterrado, cruzando el borde de la taza y descendiendo por el interior hacia el fondo… Buscó en el armario tocador para estrenar otro rollo; no había. Mal. Otros dos pasitos adelante y abrió la puerta del baño. El papel se alejaba pasillo abajo y desaparecía por debajo de la puerta de entrada de la casa. Estiró de él y con lo que consiguió rescatar se fregó. Luego se metió en la ducha. Volvió al dormitorio y haciendo el menor ruido posible se vistió y salió a la calle. Eran las cuatro veintisiete de la mañana y no había ni un alma en la calle de aquel pueblito de mala muerte. El otro extremo del papel higiénico que antes había recuperado estaba allí, sobre las baldosas del caminito de entrada. La cinta blanca iba hasta la acera y giraba a la derecha. La siguió. Ahí estaban extendidos en una linea ininterrumpida todos los rollos que habían desaparecido del baño. A unas treinta yardas, delante de la peluquería, giraba a la izquierda y cruzaba la calle. Se detuvo ¡el papel estaba intacto, ni siquiera una pisada de coche! Esa acción era reciente, necesariamente. Empezó a ponerse tenso, presentía que el autor podía estar cerca. Pasó entre dos coches aparcados y vio como la cinta se metía por debajo de la puerta de… ¡su tienda de ultramarinos! El corazón empezó a bombear alocadamente en su pecho a la vez que le sobrevenía un nuevo ataque de retortijones. Se acercó a la entrada y con sigilo trató de entornar el pomo. ¡Giraba! Dios mío, pensó, no sé si debo seguir, esto puede ser peligroso. Sudores fríos le recorrían la espalda, combinación del miedo y la descomposición intestinal. Abrió la puerta muy lentamente y asomó la cabeza. ¡FLASH! La noche se encendió de golpe, quedó cegado por un resplandor. Del pánico se tiró hacia atrás y trastabillando resbaló y fue a estamparse contra uno de los coches aparcados. Quedó allí estirado en el suelo empotrado en los bajos del automóvil, inconsciente. Él aún no podía saberlo pero además se había cagado encima.
    Unas semanas más tarde, su hijo Andy, de trece años, lograba que le publicaran en una revista de arte la secuencia de imágenes de una instalación que él había bautizado con el nombre de 'Where it all ends' .

Cuaderno de bitácora: sesión 39

10 de febrero de 2013, seis de la tarde, reunión en Can Blai. Asistimos a la sesión: Marcela, Pau, Guille, Jason, Romanie, Anahi y Antonio.

Ejercicio:  Escribir a partir del documental sobre la obra de Andy Goldsworthy: "Rivers & Tides"

 

Lecturas compartidas:
  •  Lewis Carroll: "Alicia a través del espejo"
  • Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson: "El cerebro del niño"

Un edificio gris - Antonio

“Un edificio gris, achaparrado, de sólo treinta y cuatro plantas, vestigio de una época antigua. Un monumento a la memoria en medio de una ciudad de gigantescos rascacielos de cien o más plantas. Después de 200 años en pie, se le multiplican las enfermedades propias de los pobres materiales de su tiempo y de los defectos de diseño. A los daños externos e internos de su construcción y uso, hemos de añadir los daños estructurales debidos al desgaste del armazón interno y los sufridos por los movimientos de terreno  a medida que la ciudad fue creciendo y los edificios adyacentes hundieron su cimientos a un triple de profundidad que la presentada por nuestro edificio, conocido como “Edificio del Origen”. Han pasado cincuenta años desde la primera voz de alarma en torno a la situación del edificio y el inicio del debate social a propósito de la pertinencia de su conservación. Desde entonces, las intervenciones realizadas han estado dirigidas a solucionar provisionalmente los problemas más graves. Hace cinco años, tras la decisión del Tribunal de la Memoria de conservarlo y dedicarlo al Museo del Origen, nuestro estudio de tecnoarquitectura se hizo cargo del proyecto…” Martín sigue leyendo el guión de la presentación de manera automática, sentado en su despacho de 100 metros cuadrados en la planta centésimo septuagésima del edificio Nestlè, frente a una cámara que transmite su charla por video conferencia a millones de personas. Solo en la gran sala desde la que divisa una ciudad preñada de rascacielos de más de cien plantas, de aleaciones metálicas y cristales ahumados, continúa enumerando los datos técnicos, las connotaciones históricas y sociales, buscando un equilibrio entre la excelencia tecnológica de la restauración del edificio y la importancia histórica del hecho para una sociedad necesitada de bases firmes. “La parte más importante de nuestros edificios es la que no se ve, las fundaciones, la estructura (las raíces, piensa él, pero no se atreve a pronunciar esa palabra). La parte más importante de lo que somos y de cómo hemos llegado a ello estará dentro del Edificio del Origen…” Ha tardado más de un mes en dar forma a su discurso, ha escrito, corregido, añadido, cambiado, rehecho, como doscientas veces este texto, convencido desde el principio que lo importante, en realidad, era haber conseguido contener la historia de la Humanidad en el Edificio del Origen, ahora que ya sólo quedaban cuatro grandes ciudades y que no se podía respirar sin equipos fuera de los edificios. Finalizó su intervención y automáticamente la emisión se cortó. No hubo ni aplausos, ni miradas, ni una mano amiga que tocara su hombro. El hombre solitario se levanta y se dirige a la ventana, dónde atisba un sol ocre barrido por un viento infernal. En su biblioteca personal, ubicada en una cámara hiperbárica que ocupa un tercio de la gran sala, acumula libros que ha ido recopilando y recuperando gracias a su posición social. La mayoría no tienen un gran valor, no son grandes obras de la humanidad, pero hablan de otros tiempos, de paseos por el campo, de cabañas, mares en los que bañarse, conciertos al aire libre…
Martín mira al horizonte permanentemente interrumpido de la ciudad, y se pregunta si ha merecido la pena llegar hasta aquí, si ha merecido la pena esta lucha por la supervivencia para vivir enjaulados. Se pregunta qué sentirá un rostro tocado por el aire.

Un edificio gris - Hassan Ahmar

Un edificio gris, achaparrado, de sólo treinta y cuatro plantas, milagrosamente albergado en el interior de su cráneo. Arquitectura de extraordinario potencial, infinita acumuladora de información. Contradiciendo leyes de la física y del sentido común; un espacio limitado capaz de almacenar datos ilimitadamente. Capaz, también, de accionar y dirigir, desde las plantas tres a la cuatro, máquinas biológicas humanas. Capaz de todo, de conceptuar el universo entero, incluso lo desconocido. En un segundo, desde este edificio, es posible acceder a la nebulosa de Andrómeda, navegar bajo las faldas de Gissele Bundchen, pasar a todo el Congreso de los Diputados por el garrotevil, fundirse en un OM sagrado, generar saliva unas calles más abajo pensando en una BIG MAC, llenar de alamedas el Sahara… y esta lista sería también infinita a pesar de que el tiempo, en su dimensión cuantificable también sería finito, como el espacio que alberga este edificio gris, achaparrado, de tan sólo treinta y cuatro plantas.

Cuaderno de bitácora: sesión 38

10 de febrero de 2013, seis de la tarde, reunión en Can Blai. Asistimos a la sesión: Marcela, Pau, Guille, Jason, Romanie, Anahi y Antonio.

Ejercicio:  Escribir a partir de la primera frase del libro "Un mundo feliz", de Aldous Huxley.

"Un edificio gris, achaparrado, de sólo treintaicuatro plantas..."

Lecturas compartidas:
  •  Blogs:  Ivan Thays  http://blogs.elpais.com/vano-oficio/ 
                                          http://moleskinelibros.tumblr.com/ (365 días de libros)
  • Leonardo Da Vinci: "Notas de cocina".
  • Chicho Sanchez Ferlosio: "De Chicho"
  • George Orwell: "Rebelión en la granja"

La pintura - Antonio

- Doctor  Da Sesto. Acaban de llegar las últimas pruebas del laboratorio. Son concluyentes.
El Dr. Lorenzo Da Sesto, levanta sus ojos cansados del microscopio estereoscópico de reflectología infrarroja, pestañea, mira a su asistente y busca el final de las noticias que le trae.
- Usted tenía razón, es cuadro es de Giovanni del Minga. Los pigmentos, la pureza del grano y el aglutinante coinciden con las otras obras del autor renacentista.
El joven Mario Molano, ayudante del investigador y restaurador de obras de arte medievales y renacentistas Lorenzo Da Sesto, le tiende un sobre marrón de tamaño folio, con el sello de los laboratorios Daveritas, la autoridad máxima y supuestamente neutra por la que habían de pasar todos los análisis de las obras de arte, para confirmar o refutar las teorías de los investigadores.
    Da Sesto señala la mesa para que su ayudante deje el sobre. No necesita abrirlo. Él mismo ha hecho miles de análisis a la pintura de la obra: haces de luz de Wood, reflectografía infrarroja, análisis espectroscópica IR.  Meses de dudas, robando horas al sueño,  buscando la afirmación de una intuición. Recuerda su viaje a la costa del Levante Español, mitad huida, mitad curiosidad profesional. El dolor de la pérdida aún en el pecho. La iglesia irrelevante de aquel pueblo pequeño, el tríptico religioso en el retablo del altar obra de maestros pintores valencianos tardo-renacentistas, la pintura del centro que no cuadraba ni con la historia, ni con la temática, los colores, la maestría del trazo y la profundidad de campo.
Entró allí buscando refugio y sentido a una vida que en ese momento seguía siendo una herida abierta casi ulcerosa. Un hombre que siempre había estado rodeado de obras de orden religioso y sagrado, y que siempre había mantenido por delante su postura descreída, científica, apasionada pero objetiva. Creer en Dios es de débiles, pensaba, aunque nunca se hubiese atrevido a confesarlo en voz alta, aunque sólo fuese por no caer en la ofensa o en la responsabilidad de minar los pilares de nadie. Menos aún si consideramos que su mujer era una bióloga, creyente y practicante. Los seres somos un cuadro de contrastes. Pero ahora ella ya no estaba, y él buscaba un sentido a estar aquí de pie cada día.
El unicornio y la doncella saltaron sobre él, y desde ese momento Da Sesto reencontró una excusa válida para seguir de pie y avanzando. Una hora después de descubrir el tríptico ya había contactado con las máximas instancias eclesiásticas españolas y vaticanas, y tan sólo su prestigio internacional y la bisoñez de esos estamentos le permitieron tener carta blanca en la investigación que partía desde el inicio de la tesis que la obra pertenecía a Giovanni del Minga, pintor declaradamente ateo, homosexual, amante ocasional de Da Vinci, y cuya obra, excelsa a nivel técnico, siempre buscaba mostrar todos aquellos ritos de origen pagano que habían sido adoptados, reformulados y reinterpretados por la Iglesia.
El sobre marrón era una victoria, sin duda, pero tan sólo de la primera escaramuza de la guerra. Lorenzo Da Sesto, tras el silencio de estos pensamientos, levanta la mirada hacia su estimado Mario Molano.
-    Mario, ¿tienes el pasaporte en regla?
-    Sí, claro ¿Por qué?
-    Sí la pintura de Del Minga era la imagen central del tríptico y el Unicornio es el segundo de los tres animales mitológicos admitidos en la pintura renacentista, ¿dónde están los otros dos cuadros?
Lorenzo Da Sesto había encontrado un sentido.

Derrego - Hassan Ahmar

Pacía el unicornio a mi lado, guardián de mis sueños. Entre abruptas cortadas se escondía nuestro apacible y frondoso jardín del Edén, refugio último en un mundo desquiciado y destructivo. Las sendas a este paraíso eran elusivas y nada obvias. Yo misma, único humano que las había recorrido, me perdía muchas más veces que encontraba el camino. Pareciera que el lugar guardara un secreto que sólo desvelaba  a su albedrío y yo había sido la elegida, la afortunada, tocada por la mano divina, un ángel caído al que caprichosamente se le permitía 'volver' a casa de vez en cuando. A mi lado pacía el unicornio, rumiando, lo oía en mis sueños.
¡Garras heladas!¡Oscuridad!¡Chirridos insoportables!¡Gritos infernales!¡Caída!
-¡Corre, corre, huye! ¡Sálvate!- gritaba desesperadamente a mi compañero guardían.
¡Trompetas del apocalipsi!
-¡Corre por tu vida!
¡Tambores de caza!¡Tiros!¡Galope!¡Por fin!, desplegaba las alas y se elevaba por encima de las cortadas, con su cuerno resplandeciendo al sol. Los cazadores de cornamentas no habían podido hacerse con su codiciada presa; yo respiraba aliviada, al menos uno se había salvado del infierno. Me habían herido en el brazo, pero me recuperaría.

    Del diario de Irya Nikolaeva, paciente del siquiátrico de Yör, Hungría.

Cuaderno de bitácora: sesión 37

26 de enero de 2013, siete y media de la tarde, reunión en Can Ignasi. Asistimos a la sesión: Marcela, Rocio, Pau, Guille, Jason, Romanie, Anahi y Antonio.

Ejercicio:  Escribir a partir de una imagen propuesta.


Lecturas compartidas:
  • Programa de La2:  http://www.rtve.es/television/pagina2
  • VV.AA.: "Antología de poesía satírica española" (poema satírico)
  • Nassim Nicholas Taleb: "El cisne negro"

Navidades del 74 - Pau


La familia ha recibido hace poco, en mayo, una visita que viene ha quedarse. Rocio es un bebe de siete meses que acapara la atención de mamá. Ha nacido con un tumor en un ojo, bautizado entre nosotros como "el ojito pirri", por el que mi madre me pregunta a veces, a mí, que tengo siete años, "¿Te parece un monstruíto Rocio?" Yo, la verdad, no sé ni recuerdo qué contestaba. La miraba a elle y a su ojo deformado y notaba la preocupación de mi madre, pero no sabía que pensar al respecto, solo esperaba que no la devolvieran por eso.        
Eso sucedía en Ramiro Ledesma 273, en Valencia, donde vivíamos entonces y adonde habían llegado las navidades. Mi hermano Nacho y yo jugamos en el recibidor de la casa a astronautas. Yo tumbado en el suelo boca arriba con las piernas encogidas y él se sienta en mis pies y yo le catapulto, con tanto entusiasmo que sale despedido y se abre la cabeza. Sangre, carreras a urgencias, pequeña emergencia familiar. Yo cara de que no he hecho nada. ¡Que viva la navidad!           
Al día siguiente, mi hermano se va al futbol con su amigo Oliver; los lleva su padre a ver el Valencia-Stal Mielec. Para quien no sepa de futbol, el Stal Mielec es un equipo polaco del montón, de los que año tras año, sin pena ni gloria, pululan por las categorías menores del futbol europeo. Pero para mí, la sonoridad del nombre evoca resonancias que lo equiparan a la nobleza de equipos como Bayern Munich, Manchester United o Inter de Milán. Yo no me lo puedo perder. Yo voy. "No, tú no vas, no puedes ir." Berrinche, lloros, pataleta... Tan grande sería el disgusto, que mamá solo encontró la forma de calmarme adelantando el regalo principal de los reyes: un fuerte vaquero con su 7 de caballería y sus comanches. Mientras el Stal-Mielec intentaba esforzadamente, sin exito, escribir una línea honorable en el gran libro de la historia futbolística, yo comprobaba satisfecho que los comanches eran capaces de entrar en el fuerte y masacrar despiadadamente a todos sus defensores bajo la atenta mirada del "ojito pirri"

Navidad - Diana C


Paseaba por Bryant Park a la espera de que el espectáculo de patinaje artístico comenzase. Los primeros copos de la tarde empezaron a caer y se acompasaban con un ambiente de luces y música de Frank Sinatra que me daba la sensación de estar dentro del gigantesco decorado de la próxima película Julia Roberts. Mi primo no se sentía partícipe del azucarado espíritu navideño que a mí, por el contrario, me estaba asaltando por sorpresa y con el corazón tan abierto que no tuve ningunas ganas de resistirme a aquella alegría. Podría parecer ficticia, pero yo sabía que era un continuum de la que me había embargado desde que había pisado Nueva York. Ahora esa alegría estaba manifestando un pico en alza. Campanillas y bailes para los donativos al cuerpo de salvamento, encendido del árbol en el Rockefeller Center, nieve posándose en los bancos de Central Park... Sí, como decía Álex, en esta ciudad, por más renegado que seas de la Navidad, hacen temblar seriamente los cimientos de tus convicciones.
Calmaba mi frío entrando en puestos con libretas de cuero repujado, muffins, o finísimas imitaciones de zapatos en miniatura. ¿Qué le pasaba a esta ciudad con la idolatría por los zapatos? Esto es algo que antes hubiera criticado sin piedad, pero ya no me importaba todo en lo que creía creer, todo lo que creía odiar. Por algún motivo allí la gente está feliz, y ya casi terminando mi viaje dejé de tratar de averiguar el por qué. Simplemente quería seguir participando el tiempo que me quedase de esa alegría y dinamismo que  se contagian sin esfuerzo por las calles de Manhattan. Entré en un puesto de joyería donde vi un Ojo Azul, ese amuleto de protección. El dependiente era turco.
-     ¿Crees que este amuleto te protege?
El turco me miró fijamente y dijo:
-     Si yo tiro uno al suelo, se rompe. Si no puede protegerse a sí mismo, ¿cómo puede protegerme a mi?
-     No se romperá – reté al turco – vamos, tíralo. - Pareció dubitativo, a punto de hacerlo, pero al final decidió dejarlo de nuevo en su estantería. - Es sólo un trozo de cristal. Eres la primera persona a la que le cuento esto. A todos les digo “sí, por supuesto, protege”. He de venderlos. No sé por qué te he dicho algo así.
-     Es sólo un símbolo, ¿entiendes? Sólo algo sobre lo que poner tu conciencia, pero es la conciencia la que te protege. El símbolo simplemente te ayuda a recordarlo.
Ah, me sentía inquebrantable. Le conté cómo había dejado mi trabajo, mi vida atrás, y todo por un pálpito que me llevó al último lugar del planeta que voluntariamente hubiera escogido. Ahora me daba cuenta de cuántos prejuicios había dejado caer durante mi estancia allí. Le conté algunas cosas increíbles acerca de las piedras que él mismo vendía y que desconocía. Eran increíbles pero él las creyó, sin saber por qué. Y yo no sabía por qué, pero salté un océano tras el cual me esperó la dicha con una sola condición: la de no saber qué iba a ocurrir mañana. Solo podía sonreír  cuando se lo contaba al turco.
La palabra Navidad significa “nacimiento de la vida para ti”. La vida nace siempre donde uno menos se lo espera. Debajo del asfalto crecen margaritas que lo atraviesan. Del vidrio azul sin vida de un turco descreído surge la conciencia sobre el resto de piedras auténticas que vende. Y para una pseudo hippie con ciertos principios acerca del consumismo nace en la ciudad más abarrotada de escaparates del planeta, haciéndole respetar las infinitas posibilidades de creación de las que es capaz el ser humano. Quizá ese nacimiento de la vida solo se hace posible con un salto al vacío - ¿pues qué es todo nacimiento sino un salto que requiere una cierta dosis de fe? Respiré el frío cortante. Observé los restos de hielo que segaban las patinadoras en sus giros, las hojas caídas que rescataban de la pista. Me envolvieron las voces angelicales del coro de niños, las luces del Empire State y el resto de edificios colindantes. Aquella magia la habían hecho posible los humanos y me pareció esperanzador que pudiésemos crear cosas tan bellas.     

Navidad - Rozio

Los sinvergüenzas esperaban ocultos en las sombras. Aún no había anochecido pero al ocultarse el sol, el frío y la humedad cayeron sobre sus cuerpos como una manta indeseable.

Algo no iba del todo bien. Ahora era el momento en que esperaban entrar en la casa, según las informaciones de Marisa. A las 17:30 los dueños saldrían a la cabalgata de reyes y luego irían a cenar con la cuñada. No volverán hasta tarde, con el niño ya dormido, si es que los nervios lo permitían. Son casi las 18 y este maldito frío se me está metiendo hasta la médula... al final, la jugada me costará una pulmonía, pensaba uno de ellos.

Por fin, salieron precipitadamente todos y tras su marcha se hizo el silencio en la casa de campo. Ningún vecino que pudiera presenciar el robo, ninguna carretera cercana que trajera un testigo inesperado del despreciable acto que iba a ocurrir.

Tenían la llave de la puerta trasera, así que la entrada a la mansión fue sencilla. Aún así, destrozaron la cerradura para no implicar a la ex trabajadora de la casa. Fueron directos al armario de la habitación. Ya habían comprado los regalos de reyes antes de despedir a Marisa, así que esta sabía perfectamente donde estaban escondidos. Cargaron los paquetes en las mochilas y se las pusieron a la espalda. Ahora sólo tenían que caminar monte a través hasta llegar al vado donde aparcaron, y ya estaría hecho. La venganza perpetrada por el despido injustificado. La poca sensibilidad de los ricos hacia la gente que trabaja para ellos, el exceso frente al esfuerzo diario en silencio, la incapacidad de agradecimiento por la diligencia y el buen hacer, iban a ser compensadas con un hachazo.... mañana no habrían regalo de reyes para nadie, y así entenderían el sufrimiento de los que no tienen oportunidad de comprar nada y sorprender a sus hijos. Maldita tradición navideña. El abismo entre la pobreza y la felicidad crecía insalvable en estos momentos...

Sin pensarlo mucho, salieron de la casa y comenzaron la marcha en la fría noche. En silencio, cada uno caminó con la pesada carga y sus propios remordimientos. No eran mala gente, pero la rabia acumulada les proporcionó el valor par a realizar la vileza. Llegaron al coche, se miraron, y descubrieron que ambos compartían la misma vergüenza. Sacaron los regalos, rompieron los paquetes y volvieron a poner los juguetes en las mochilas. El camino de vuelta fue una copia de la ida, silencio y frío. Dejaron los paquetes sobre la cama, sin intentar disimular el hurto, ahora sí había prisa. Finalmente, algo no fue bien. No hubo rabia suficiente para destrozar la ilusión del niño, al fin y al cabo, él no tiene la culpa.

Navidad - Antonio

Las calles y los locales están llenos de gente. Ni la lluvia, ni el frío les mantiene fuera. El enjambre en la ciudad alcanza su culmen, ruido, aglomeraciones, prisas, nervios, recados siempre de última hora. Llevo apenas una hora de vuelta, y ya recuerdo porqué me marché de aquí. El aguacero que ha caído esta tarde, al menos, ha hecho más respirable la atmósfera. Me resisto a estar aquí, de manera cabezota y estúpida, con un billete de vuelta en sólo un par de días e intentando negar la indudable belleza de las luces de colores reflejadas en el asfalto mojado. Insisto machaconamente en la soledad de las ciudades, rodeado como estoy de gente que en estos días parece estar decidida a sonreir permanentemente. Pretendo ser ajeno a todo lo que se está moviendo, incluso cuando yo mismo ando con una compra rápida, de última hora, en uno de los días marcados en rojo en el calendario de cualquier centro comercial. Sé lo que quiero, creo ingenuamente que eso me da una ventaja cualitativa sobre el resto de almas deambulando por los amplios pasillos sobreiluminados de este nuevo lugar de culto masivo. Ni siquiera tengo un plan B si mi idea inicial ha sido ya agotada de las estanterías. Y no lo tengo porque creo que el hecho de estar al margen de la euforia colectiva de estos días, me hace impermeable a la cascada de mensajes, necesidades, protocolos y celebraciones, y no considero ni por un instante que algunas decenas de esas miles de humanidades que compartimos ahora esta ciudad, hayamos podido tener la misma idea.  Vivo en la resistencia. Siempre es así cuando estoy aquí, y más ahora, machacado por altavoces con canciones de letra estúpida que hablan de pastorcillos, virgenes, peces, campanas y demás estereotipos. Creo que esa resistencia me hace único, diferente, menos vulnerable, como si fuese un observador externo que toma notas para un estudio. Me gasta, me mina, aunque aquí el tiempo siempre parezca pasar más rápido. Lo creo por puro instinto de supervivencia, porque en realidad no soy más que otra parte de este ritmo, otra parte más necesaria para que todo este circo tenga sentido. Sobrevivo a la compra, a la masa, a la cola y a la pobre cajera, camino tres calles hasta un portal iluminado, conocido, al que sólo llamo al telefonillo una vez al año. Soy yo, respondo. Se abre la puerta. El ascensor es el último momento de preparación antes de romper la burbuja. La puerta de la casa está abierta. Al fondo del pasillo, en el salón, suena jaleo, igual que cada año. Es el primer ruido de la ciudad que puedo tolerar. Dentro están todos los que quiero y casi no veo. Me sale del alma sonreir y decir "Feliz Navidad".

Navidad - Anahi

Madre mia, preambulo de cualquier cosa. Si tienes porque tienes si no porque no, yo siempre le dedico unos 45 minutos de llantos 7 desconsolados y el resto de resongos, cada año creo que lo supero pero no, en cualquier momento en cualquier lugar y de pronto toda la tristeza junta para afuera, si tengo suerte no me ve nadie y asi me ahorro explicaciones. Como se explica la maldad y la soledad. incluso los asesinos tenemos nuestro corazon.

en los recuerdos de mi infancia  la navidad no empieza hasta que los niños montan el arbol con sus luces bolas y figuritas de yeso.
Cuando me fui de casa no comenzaba hasta que se encendia las luces de la calle principal.
Cuando comparti mi casa con alguien no empezo hasta que alguien se acordara.
Y ahora que la vida ya casi termina para mi. Me pregunto ¿ que es la navidad? Y es el primer y unico trozo de turon  que me permito.

Cuaderno de bitácora: sesión 36



6 de enero de 2013, seis de la tarde, reunión en Can Nebot. Asistimos a la sesión: Marcela, Rocio, Pau, Guille, Jason, Romanie, Anahi y Antonio. Diana no asiste, pero envía su texto. Damos cuenta de dos fantásticos roscones.

Ejercicio:  Escribir un texto sobre la Navidad.
 

Lecturas compartidas:
  • Thich Nhat Hanh: "El amor verdadero"
  • Ernesto Sábato: "Antes del fin"
  • Armando Álvarez Bravo: "Siempre habrá un poema" 

Cuaderno de bitácora: sesión 35

16 de diciembre de 2012, seis de la tarde, reunión en Pou de s'hereva. Asistimos a la sesión: Marcela, Rocio, Pau, Guille, Jason, Romanie, Anahi y Antonio. 

Lecturas compartidas:
  • Julio Ramón Ribeyro: "La tentación del fracaso"
  • Berna Wang: "Pequeños accidentes caseros"
  •                       blog: Lamiradaoblicua
Ejercicio:   
Hemos desgranado un texto de 210 palabras, y el reto es hacer otro texto a partir de esas palabras individuales, mezcladas y arrejuntadas. A ver quién logra el texto más largo.
Esta vez desgranamos el ejercicio en una única entrada con los textos y el recuento de palabras utilizadas

Hassan Ahmar: 40 palabras

"Desde la atalaya de su vida miró atrás y se estremeció. Había sido un largo y fatigoso camino. Imágenes luminosas de la juventud asaltaron su solitario corazón, vio como su matrimonio se había desmoronado hacía mucho tiempo, de joven. Cayó de rodillas en el polvo." 

Anahi: 94 palabras
   
"Miraba la vieja desde el solitario lago, la sorpresa y el exigido alojamiento de su vida. El matrimonio había sido sofocante y largo. La vida y la retrospectiva estremeció su corazón, fuera estaba su juventud y trayecto de vida, encontraba su destino fatigoso y largo. Insignificantes sueños de imágenes desusadas ocultaban el enigma de todo.
Enderezó tras de si trozos de vida verde, pequeños fardos en un montón transparente. Con asombro miro, sabía como partir.
En la cima de la atalaya, en un camino amplio, un hombre joven vigilaba, miró y callo de rodillas."

Antonio: 121 palabras

"Una atalaya. Un calor sofocante. Por un camino árido y amplio a la cima, el joven se estremeció. Vió su vida en retrospectiva. Imágenes luminosas le asaltaron, desmoronando en nostalgia y sorpresa trozos de vida. Había tenido un montón de sueños. Sabía que ocultaban fardos pequeños y pesados. El joven cayó de rodillas con el corazón amojamado. Esta vez se había exigido mucho, había sido un período fatigoso y largo. Alguna nube de polvo, súbita y aletargada, se arrastra por el trayecto. Entonces se enderezó, miró atrás, vio como su juventud se hacía transparente. Creyó otear su destino tras un velo. La carga del enigma que estaba portando se había ido. Maravillado, desde las alturas, el hombre solitario, miró al sur."
Rozio: 178 palabras


"Un hombre solitario había ido a otear la cima desde la atalaya.

El calor y el polvo ocultaban todo fuera.

Miró atrás, y al hacerlo cayó de rodillas en el camino.

Le asaltaron imágenes luminosas de su juventud, y vio en retrospectiva su largo trayecto por la vida.

Hacía mucho tiempo había tenido que partir desde el verde sur, y el camino había sido como un largo matrimonio, transparente, fatigoso y sofocante.

No le había exigido mucho a la vida, le había pedido alguna sorpresa y sólo encontraba polvo y más polvo.

Con súbita nostalgia, miró una nube rumorosa y transparente en las alturas.

Se estremeció.

Sí, había sido joven, mas había sido un largo velo, y su vieja mirada, vigilaba aletargada el amplio panorama de su vida, y sabía que se le estaba desmoronando a trozos.

Su árido destino se le antojó un enigma.

Entonces, por una vez en su vida creyó maravillado en sí mismo.

Se vio sur y joven.

Hizo pequeños fardos de un montón de sueños insignificantes y se enderezó portando un corazón amojamado."