martes, 15 de enero de 2013

¿Y ahora qué? - Antonio

-Bueno, ya te has casado. ¿Y ahora qué?
 Fue el primero en hacer esa pregunta, o mejor dicho, en formular esa pregunta que yo me venía haciendo desde por la mañana, desde la ceremonia y aun antes, desde la víspera. Había pasado la noche con sueño superficial y agitado, probablemente durmiendo pero creyéndome insomne, soñando que no dormía, despertándome de veras a ratos. Hacia las cinco de la madrugada había dudado si encender la luz, pues al ser primavera ya veía el anuncio del alba que alcanzaba la calle por la persiana subida, podía discernir mis objetos y muebles, los de mi alcoba. "Ya no dormiré más solo, más que ocasionalmente o de viaje", había pensado mientras dudaba si encender la luz o ver avanzar el alba por encima de los edificios y sobre los árboles.
Había sido él desde mi niñez quien había formulado en voz alta mis temores. Su mirada, irónica y reprobadora, sobre mí, por encima de mí. Su presencia imponente, impositiva, las preguntas siempre de su lado, las dudas siempre del mío. Nada de lo que hiciese o pensase estaría libre de su juicio, sutil, ni cerca de igualar al menos su umbral de lo aceptable. ¿Y ahora qué? Él, maestro de desequilibrar las vidas por inercia. Incapaz de admitir un movimiento sin tener claro el siguiente. La luz de la tarde, inundaba el despacho de mi padre y mi rostro. Mientras él continuaba de pie tras de mí, era yo quien le daba esta vez la espalda, viendo la fiesta del jardín, a mi esposa, felíz, bailando, aún con el vestido de novia, ignorante de mis dudas y mi soledad, ignorante de que ahora mis fantasmas eran los suyos.
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Julián Marías: "Corazón tan blanco" 

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