viernes, 25 de enero de 2013

Ridículo - Pau

Llevaba pocos meses en Ibiza. Tenía 19 años. Mi tio Antonio se esforzaba presentándome amigos suyos, gente ya talludita, cuarentones, cincuentones, gente con mucho mundo y vida a sus espaldas.
Recuerdo que un domingo ya cercano al verano, habíamos ido a Benirrás y que estábamos a las puertas del restaurante que queda a la izquierda cuando llegas a la playa, Antonio, algún amigo suyo y yo. De pronto apareció Manel Aragonés, prototipo de mujeriego, desenvuelto, bon vivant, se acercó a nosotros y dijo: "Ciao".
Yo en mi ignorancia y patetismo le contesté: "Adiós" o "Hasta luego".
Todos empezaron a reírse del tonto que no sabía que ciao siginificaba hola y adiós.
No supe que hacer ni que decir, me sentí ridículo y un poco humillado, un lobezno apalizado por los lobos adultos de la manada.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario