viernes, 25 de enero de 2013

El cambio - Pau

Cuando oyó, a lo lejos, explotar las primeras bombas, supo que ese día, un angel de la guarda le había salvado.
El cuartel estaba siendo bombardeado. Se dirigió a paso rápido hacia el lugar dónde la tragedía se abatía sobre sus compañeros. La gente, en las calles, miraba atemorizada hacia el lugar atacado. Señalados por columnas de humo que nada bueno anunciaban. Ricardo, jadeando por lo acelerado de su paso, llegó al cuartel en el que reinaba el caos y la destrucción.
Había muchos muertos y heridos. Había sangre en el suelo y en las paredes. Algunos heridos caminaban como sonámbulos sin rumbo claro.
Se dirigió al comedor. Allí la escena era desoladora. La primera bomba había sorprendido a varios soldados mientras comían y la onda expansiva había hecho bien su trabajo. No quedaba nadie vivo.
Entre los muertos estaba su amigo Arturo. Enajenado, en estado de shock, apartó uno de los cadáveres que se había desplomado sobre la mesa y se puso a comer, despacio, del plato de lentejas que el muerto no había podido terminar, intentando apartar de su cabeza un pensamiento insidioso que le abrasaba por dentro: Si Arturo no hubiera accedido generosamente a cambiarle la guardia ese día para que él pudiera salir con su novia, habría sido él quien hubiera dejado a medias ese plato de lentejas.   

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