El barco estaba casi vacío. Las aguas tranquilas como la
noche.
Sobre mi mesa apilaba libros: se viaja con poesía como forma
de alimento.
Recuerdo bien ese momento. Con tu barba espesa y tu cara de
bueno preguntaste acerca de ellos y compartimos mesa. Valencia, Ibiza y
Montevideo son ciudades diferentes pero esa noche tenían algo en común. Un
poema de Martínez Sarrión, Peón 4 Rey, un par de cervezas, tu vida en Can
Ignasi. Un aforismo de Wallace Stevens, caballo f6, otra cerveza, la vida de un
uruguayo en el extranjero. La ciudad que se deja atrás, la ciudad que se gana.
Un repaso a Goytisolo y Benedetti, cuentos del Atlántico, Sonia, la poesía como
forma de vida. No puedo ponerle tiempo a esa travesía. Recuerdo la locución del
barco preguntando por tu coche en bodega. Como niños en una fiesta de la que
nunca quieren que termine. El barco quedó vacío. Titilaban las luces del
puerto. Una suave brisa nocturna hacía volar las hojas sobre las aceras. Caminé
calles arriba, al llegar a casa, un pájaro se había posado en mi ventana.
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