viernes, 25 de enero de 2013

Can Cifre - Antonio

" La última vez que le vi, juraba no haber jugado nunca antes al póquer, ni haber apostado. Cabrón, me sacó más de 10.000 pesetas casi pidiéndome perdón. Las buenas personas son peligrosas, siempre lo he sabido. Le dije, mañana por la tarde vuelve al bar y te pago. Nunca más le he vuelto a ver. Decía que el dinero le daba igual, que sólo era un juego. Cabrón, no te vas a escapar. Yo no le debo dinero a nadie".

El hombre se acerca a la puerta de entrada de una casa cuyo jardín delantero está infestado de malas hierbas altas y secas. Toca el timbre.
Un niño despeinado y delgado como un alambre abre la puerta.
-Hola pequeño, ¿está tu padre?
Inmediatamente el niño piensa: "¿Mi padre? La última vez que lo vi con vida se alejaba por esta misma puerta, prometiendo que volvería a buscarme para ir al cine, y que me compraría un nuevo libro de Los Cinco".
El niño mira al extraño, se gira hacia el interior de la casa y grita:
-Mamá, hay alguien que pregunta por papá.
La madre deja caer al suelo la taza de té caliente que aguanta en las manos. con el impacto llega a su cabeza el último recuerdo de su marido vivo: "Mi marido estaba a punto de salir, contento. El día anterior había estado con antiguos compañeros de la mili y había ganado una apuesta. Me decía, no te preocupes, tardaré un poco, pero he de ir, necesitamos el dinero para permitirnos algún capricho".
El segundo grito de su hijo desde la otra sala llamándola le hace reaccionar. Se levanta y va hasta la puerta. Ve al extraño y le pregunta:
-¿Qué quiere? Mi marido no está.
-Da igual. Sólo quería saldar una deuda con él. Dígale que soy un compañero de la mili.
Y el extraño le tiende un sobre blanco con dinero dentro. Se aleja. La mujer se queda parada y su mirada también se aleja. El niño observa.          

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