miércoles, 23 de enero de 2013

Parejas - Marcela


Parejas

En Noviembre del 2009 durante la “V muestra de Cine y Discapacidad” de Málaga, tuve la suerte de conocer a una peculiar pareja, Marcela y Kenneth, él con una severa tetraplejia que lo inmoviliza de hombros para abajo, que presentaban un corto relacionado sobre la vida en pareja con discapacidad.

En el cortometraje podemos escuchar diferentes testimonios de amigos y familiares contando sus experiencias en pareja, y de los protagonistas, los cuales explican cómo en la actualidad existen muchas maneras de relacionarse en pareja, y que las más exitosas son aquellas que están mas capacitadas para entender, comprender y solucionar las dificultades y diferencias que hay entre ellos.
Me conmovió esta historia de amor que va más allá de las apariencias, y me hizo reflexionar sobre el modo en que el ser humano se relaciona consigo mismo, con los demás y con su entorno. No pude olvidarlos.
Dos años después me encontraba en Ibiza cubriendo la noticia de una exposición de cuadros de la artista Romanie Sanchez, y cuán grande fue mi sorpresa al encontrarme con Marcela y su nueva pareja, un escultor de la isla.

De forma automática, mi mente comenzó a cuestionarse aquella emotiva historia ¿dónde está Kenneth? ¿Debe haberle roto el corazón? o quizás… ¿eran actores?
La curiosidad debía reflejarse tan claramente en mi cara que ella misma me ahorró la atrevida pregunta que estaba a punto de escapar de mi boca:
“Kenneth está muy bien. Finalizó sus estudios de psicología, trabaja como terapeuta de PNL, programación neurolinguística – me aclaró – sigue dando conferencias en colegios y otras instituciones como motivador, y se independizó de sus padres hace ya más de un año, gracias a Noelia, la mujer con la cual comparte en la actualidad su vida”

Rato después, de camino a la redacción, reflexionaba sobre las cuestiones de pareja y pensaba que, como la gran mayoría, ellos tampoco consiguieron solucionar las dificultades y diferencias que tenían como explicaban en el corto. Pero sentía que Kenneth era la parte afectada, el débil, la victima, y sin embargo, él seguía viviendo, y con nuevos planes profesionales y sentimentales.

Esto me lleva a plantear otras cuantas preguntas que quiero compartir con ustedes: ¿Por qué pensar que una discapacidad física destina a la persona a un sufrimiento mayor por ese aparente desvalimiento? ¿Una discapacidad física merma el coraje intrínseco del que la padece? ¿Acaso una ruptura sentimental es menos dura para los que no tenemos discapacidad? ¿Dónde radica la capacidad de sufrir y de disfrutar de un ser humano?... Dicen que todo está en la mente, pero eso lo dejaré para el siguiente artículo.

Gracias.

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