Parejas
En Noviembre del 2009 durante la “V muestra
de Cine y Discapacidad” de Málaga, tuve la suerte de conocer a una peculiar
pareja, Marcela y Kenneth, él con una severa tetraplejia que lo inmoviliza de
hombros para abajo, que presentaban un corto relacionado sobre la vida en
pareja con discapacidad.
En el cortometraje podemos escuchar
diferentes testimonios de amigos y familiares contando sus experiencias en
pareja, y de los protagonistas, los cuales explican cómo en la actualidad
existen muchas maneras de relacionarse en pareja, y que las más exitosas son
aquellas que están mas capacitadas para entender, comprender y solucionar las
dificultades y diferencias que hay entre ellos.
Me conmovió esta historia de amor que va más
allá de las apariencias, y me hizo reflexionar sobre el modo en que el ser
humano se relaciona consigo mismo, con los demás y con su entorno. No pude
olvidarlos.
Dos años después me encontraba en Ibiza
cubriendo la noticia de una exposición de cuadros de la artista Romanie
Sanchez, y cuán grande fue mi sorpresa al encontrarme con Marcela y su nueva
pareja, un escultor de la isla.
De forma automática, mi mente comenzó a
cuestionarse aquella emotiva historia ¿dónde está Kenneth? ¿Debe haberle roto
el corazón? o quizás… ¿eran actores?
La curiosidad debía reflejarse tan claramente
en mi cara que ella misma me ahorró la atrevida pregunta que estaba a punto de
escapar de mi boca:
“Kenneth está muy bien. Finalizó sus estudios
de psicología, trabaja como terapeuta de PNL, programación neurolinguística –
me aclaró – sigue dando conferencias en colegios y otras instituciones como
motivador, y se independizó de sus padres hace ya más de un año, gracias a
Noelia, la mujer con la cual comparte en la actualidad su vida”
Rato después, de camino a la redacción,
reflexionaba sobre las cuestiones de pareja y pensaba que, como la gran
mayoría, ellos tampoco consiguieron solucionar las dificultades y diferencias
que tenían como explicaban en el corto. Pero sentía que Kenneth era la parte
afectada, el débil, la victima, y sin embargo, él seguía viviendo, y con nuevos
planes profesionales y sentimentales.
Esto me lleva a plantear otras cuantas preguntas
que quiero compartir con ustedes: ¿Por qué pensar que una discapacidad física
destina a la persona a un sufrimiento mayor por ese aparente desvalimiento?
¿Una discapacidad física merma el coraje intrínseco del que la padece? ¿Acaso
una ruptura sentimental es menos dura para los que no tenemos discapacidad?
¿Dónde radica la capacidad de sufrir y de disfrutar de un ser humano?... Dicen
que todo está en la mente, pero eso lo dejaré para el siguiente artículo.
Gracias.
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