martes, 15 de enero de 2013

La decimoprimera curva - Antonio

Era un día claro. Las brumas de la primera hora de la mañana se habían disipado hacia el mediodía. Había hecho acopio de fuerzas y había conducido el coche hasta la casa de Tacha. Hacía sólo una semana que había dejado esa casa, colgada de la falda de la montaña, sólo una semana que casi todas mis cosas habían salido de allí, y ese tiempo había parecido una inmensidad. La brecha emocional era más aguda por la añoranza de la casa que por nuestra ruptura. Nunca me había sentido tan apegado a un lugar como aquí. Nunca viviría otros amaneceres en el valle tal y como lo conocí. Saqué la última caja y conduje montaña abajo. El pecho me presionaba tanto que no me creía capaz de soportar más dolor. Al girar la décima curva vi el fuego, la lanza de llamas que ya iba matando el valle. Supe que no había vuelta atrás. El dolor podía crecer. Ignoré la decimoprimera curva. Volé.

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