miércoles, 23 de enero de 2013

El Sr. López - Rozio

El porqué no lo sabe nadie, pero un buen día salió el señor López de su casa cargado con la base de una columna. Caminó hasta la plaza y se detuvo antes de entrar a ella. Observó el bullicio habitual y, muy serio, plantó la plataforma justo en el centro, se subió a ella, y se convirtió en estatua humana.
El dedo derecho solemnemente levantado, la nariz apuntando al cielo, la mano izquierda apoyada elegantemente en la cadera.
Al principio, los niños intentaron romper la total inmobilidad insultando, molestando, pero el Sr. López parecía petrificado. 
Algunos, con el tiempo, buscaron sin resultado un mensaje oculto escrito en la base, pero al final todo el mundo se acostumbró rápidamente y olvidó el origen de la estatua.
La verdad es que ahora, la plaza está mucho más bonita.   

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