Aquel, que se decía bello, no
comprendía la amistad. Mi padre, que era cruel, tenía amigos y sabía amarlos,
siendo insensible a la decepción, que es avaricia frustrada, la decepción es
bajeza, porque lo que primero has amado en un hombre, ¿en qué se ha destruido
si hay en él otra cosa que no amas? Pero tú transformas inmediatamente en
esclavo al que amas o que te ama, y si no asume las cargas de esa esclavitud,
lo condenas.
¿Y qué queremos decir cuando
nuestros labios pronuncian la palabra amor? Mi padre era insensible al amor y
reconocido solo como insensible a la decepción de los labios de mi padre no se
escuchó jamás la palabra amor, ni su rostro expresó empatía, mostrándose frío y
claro, amó intensamente. No era esclavo de su sentir.
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"Ciudadela" de Saint Exupéry. pág 144
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