domingo, 22 de junio de 2014

La princesa traviesa - Silvia

    Quisiera contaros una historia. Una historia de amor, de traición, de reencuentro. Os quiero contar lo que ocurrió en nuestro Reino, el Reino de Todavía-más-allá. Oh, es un lugar precioso, tenéis que venir a conocerlo.


    Pero antes de nada me gustaría presentarme. Me llamo Martirio, y soy la Reina de  Todavía-más-allá. Y esta chiquilla tan graciosa que veis aquí es mi hija Teresa, a lomos de su dragón dorado. ¡Lo que le gusta a esta niña volar!


    ¡Ay! Teresa, traviesa... Siempre entre la ramas, entre las nubes, entre la flores... Si ve una pared de piedra, o un árbol gigante, allí tiene que encaramarse. No es como otras niñas, a las que les gusta coser, cantar o practicar danzas tradicionales, no... A ella solo le interesan las emociones fuertes.

    Y yo... pobrecita de mí... no lo podía soportar. Cada vez que salía por la puerta, descalza, con un palo al hombro y su sonrisa de tengo-todo-el-día-por-delante-yujuuu, yo me quedaba con el corazón en un puño. ¿Y si se cae? ¿y si se rompe una pierna? ¿y si se cae de cabeza y.. y... no quiero ni pensarlo. Así que yo sufría. Sufría y me enrabiaba. Una rabieta tras otra. En cuanto regresaba mi angustia se convertía en ira. Insoportable. Y es que no es fácil la crianza. Cualquiera que tenga un hijo estará de acuerdo. ¿Cómo soportar que aquello que más quieres se ponga constantemente en peligro?


   


    Total, resulta que un día se retrasó a la hora de volver a casa. No mucho, pero lo suficiente para que yo imaginara toda suerte de desgracias. Cuando la vi entrar descalza, sucia sucia sucia y con las rodillas peladas... ¡estallé!
    -¡¡Teresa!! Pero mira cómo vienes. Estaba muy preocupada, pensaba que te había pasado algo.¿Se puede saber dónde estabas?¿Tienes idea de lo que me has hecho sufrir?. Estoy que no duermo, que no como, y todo ¡por tu culpa!  Esto no puede seguir así, cualquier día nos darás un disgusto, y no voy a permitirlo. Así que desde ahora mismo tienes prohibido salir a jugar a fuera. Te quedarás dentro del castillo jugando a lo que juegan las princesas normales. Así todos estaremos tranquilos. Y ahora, ve a tu dormitorio a lavarte y vestirte. ¡Y ponte zapatos!
    Me quedé tan descansada... Pensé: el fin de nuestros problemas. Aquella noche pude dormir tranquila. Pero algo no iba bien, porque Teresa se quedó en su dormitorio sin jugar, sin salir, triste, cada vez más triste. Yo pensé que en unos días se acostumbraría, pero la cosa fue a peor. Dejó de comer... y enfermó. Me partía el alma verla así, mi pequeña.... Insoportable. Y es que no es fácil la crianza. Cualquiera que tenga un hijo estará de acuerdo. ¿Cómo soportar que aquello que más quieres se mustie y pierda su alegría?
    -¡Cariño! (cariño es mi marido, el Rey de Todavía-más-allá) Esto solo lo puede solucionar el Gran Hechicero del Reino. Necesitamos que venga urgentemente.
    Dicho y hecho. El Gran Hechicero del Reino acudió velozmente a lomos de Casiopea, la gran tortuga voladora, que dicen que es más vieja y sabia que el tiempo mismo. Y en cuanto llegó fue a examinar a Teresa. Enseguida supo qué le pasaba (por eso era el Gran Hechicero del Reino).

    -Ya sé qué mal ha causado la enfermedad de vuestra hija. No es bueno enjaular a los pájaros.  Si se le encierra en una jaula, el pajarillo no volará jamás. La naturaleza le ha dado alas a Teresa y encerrada en su habitación no puede desplegarlas. Por eso se está marchitando como una flor. Su recuperación depende de que pueda correr, saltar y jugar al aire libre, y vosotros debéis aprender a confiar en ella para dejar de sufrir. Debereis encontrar vuestro nuevo equilibrio para vivir en paz y armonía.  No es una princesa traviesa, solo está conociendo cómo es el mundo.
    Entonces comprendí... comprendí lo importante que era para Teresa jugar y experimentar, caerse y levantarse, y que la mejor manera de aprender era probando y equivocándose a veces. Entendí que Teresa sabía hasta dónde podía llegar y empecé a confiar en que sabría cuidar de sí misma. Mi niña había crecido y yo no me había dado cuenta.
    Oh! Todo cambió desde aquel día...al principio tuve que hacer mis esfuerzos, pero todo cambió. Incluso le acompañé algunos días y descubrí lo divertido que puede ser dejar salir a la niña que llevo dentro.
    Y es que no es fácil la crianza. Cualquiera que tenga un hijo estará de acuerdo. ¿Cómo no disfrutar viendo que aquello que más quieres crece feliz y confiado?



   

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