Abre los ojos y piensa…papá está en casa.
Baja las escaleras para confirmar. Atraviesa la puerta de la
habitación de sus padres y ve las dos siluetas dormidas. Sin hacer ruido se
dirige a la cocina. Acerca el taburete a la mesada de la cocina y allí
encuentra todo listo para preparar el desayuno. Una lata de leche en polvo, el
azucarero, una jarrita metálica vacía, otra con agua y una cuchara sopera. Con
cuidado cuenta 6 de leche 3 de azúcar y lo mezcla bien en la jarrita metálica
con la cuchara. Vierte un poquito de agua y sigue mezclando, sin poder resistir
rápidamente, se mete la cuchara entera en la boca y cierra los ojos al saborear el manjar.
Mientras piensa en las indicaciones que le dio su padre hace unas semanas
atrás.
-Bien mezcladito con muy poquita agua y
cuando está lista la pastita nos podemos comer una cucharadita. Pero una solita.
Luego termina de poner toda el agua de la jarrita lo menea un poquito
más y ya está listo.
Se baja del taburete todavía relamiéndose y sube las escaleras para
despertar a su hermano. Lo sacude hasta que se despierta. Aunque todavía es
chiquito sabe muy bien lo que eso significa. Papá está en casa.
Bajan corriendo como un rayo, se suben a la cama de sus padres, trepando por los andamios. Y se lanzan sobre
su padre mientras ríen y brincan.
Pero nada ocurre…sigue dormido. Solo hay una solución el besito mágico
de los buenos días. Ella le da uno
chiquito en la nariz, pero sigue sin despertar, así que increpa a su hermano Marcos
para que la ayude y entre los dos le llenan la cara de besitos.
Mágicamente dos
grandes brazos salen de debajo de las mantas y los aprietan fuertemente
mientras se escapan algunas cosquillas.
Ojala fuese domingo
todos los días!!!
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