sábado, 21 de junio de 2014

Giro inespereado - Anahi/Paco

(ANAHI)
-Ostia!!,Grito y tiró el viejo libro al suelo.
Esa mañana subió pronto al ático de la vieja casa que había heredado de su tía Cloti hacia ya 5 años, por cuestiones de trabajo, no había podido dedicarle tiempo a ver que había en el ático hasta ese fin de semana de julio. Se preparo un café fuerte, subió con un hacha y abrió un boquete en la ventana tapiada desde épocas de la guerra. Se quedo unos minutos sintiendo la brisa fresca y los tibios rayos de sol que entraban por primera vez en décadas. Dio otro sorbo al café y empezó a trabajar. Ya llevaba un par de horas cuando encontró en baúl escondido detrás de un montón de mantas enmohecidas .
Tuvo que abrirlo  con el hacha porque no tenia la llave y le pareció que no era una gran perdida, estaba muy estropeado. Al levantar la tapa encontró que todo estaba perfectamente protegido por una fina tela de lino amarillento, y al levantarla vio algunos objetos que no alcanzó a descifrar y muchos libros viejos bien encuadernados. Los libros estaban escritos en alemán, no le sorprendió, el padre de su tía Cloti era alemán pero nunca supo nada de él, aparte de que le gustaban los caballos. Cuando abrió el primer libro gritó ostia!!! Y tiró el viejo libro al suelo. Cuando consiguió calmarse se acercó lentamente de lado y recogió el libro nuevamente. Encontró escondido entre las páginas un pistola muy vieja, un Luger  p08, lo sabía, porque su buen amigo el profesor  Alfred Aldridge de la universidad,  esta realizando un doctorado desde hacia ya unos años de la segunda guerra mundial y le había mostrado algunas fotos hacia ya unos 8 meses. Él por su parte odiaba las armas.
Miro más detenidamente el hallazgo y notó que las páginas habían sido cortadas delicadamente con un cuchillo hasta crear un hueco lo suficientemente grande como para esconder el tormento. Y luego había sigo sujetado con un par de finos cordeles que la mantenían perfectamente en su sitio.
No lo dudó buscó en su bolsillo el teléfono móvil y llamó.
-ALFRED, ven a mi casa inmediatamente, trae la cámara. No creerás nunca lo que tengo en mis manos.

(PACO)
Acabo de colgar el teléfono, me calzó unas zapatillas de deporte y me dirijo a paso rápido hacia la casa de la tía de Raúl, que dista cuatro cuadras de la mía. No puedo sacarme de la cabeza la imagen de la pistola Model 1908, conocida popularmente como Luger. Un arma legendaria, elegante, perfectamente balanceada y agradable de disparar. A pesar de mi avanzada edad, cinco minutos después aprieto el timbre.   Me abre la puerta sonriendo y nos encaminamos hacia el ático.  Raúl es mucho más joven que yo, apenas roza la treintena, sin embargo pese al medio siglo de diferencia entre nosotros, hemos conectado, como diría la juventud de ahora. Entramos en el ático y la imagen pistola capta rápidamente mi atención. Descansa sobre un trapo de cocina, encima de una mesa redonda. Se halla en un estado de conservación admirable.
    -¿La has limpiado? -pregunto.
    -No, estaba  dentro de un libro y parece que el embalaje  la ha protegido bien -reponde
    -¿Puedo? -pregunto al tiempo que cojo la Luger con cuidado. Abro el cargador y veo que contiene nueve balas. Lo vuelvo a meter en la pistola y pongo el seguro. El cargador está lleno de munición y posiblemente funcione.
    -¿Por qué no sacamos las balas? Podíamos tener un accidente -dice  mi amigo. Señala la culata del arma- ¿Te has fijado? En la culata hay inscritas dos iniciales: A.H.
    -Si. Era un arma muy utilizada en la época nazi y los oficiales solían grabar su nombre o sus iniciales.
    -La pistola entonces no era del padre de Cloti, él se llamaba Ralf Hoffman
    -¿Has encontrado algún otro objeto interesante?
    -Libros en alemán y un par de viejas fotografías.  
   Raúl se acerca al viejo baúl y saca una vieja fotografía enmarcada. En ella se ve a dos jóvenes alemanes con el uniforme de la S.S. Ambos sostienen su respectiva Luger junto al pecho. Ambos tienen el pie izquierdo levantado, como si se dispusieran a subir un escalón. Sin embargo sus respectivas  botas descansan sobre lo que parece el cadáver de un hombre extremadamente delgado..
    -Que mal rollo.  Este es el padre de mi tía Cloti -dice Raúl, señalando a uno de los oficiales- El otro quizá sea el propietario de la pistola.  ¿Sabes?  Se parece a ti un montón.
   Raúl me mira  mientras sostengo la Luger y luego dirige la vista a la fotografía con la estupefacción grabada en su cara.  Creo que lo ha entendido todo de repente.


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