miércoles, 4 de enero de 2012

Rodolfo Longares 3 - Pau

Aquella horrible imagen le perseguía todos los días. El insomnio, que tanto preocupaba a Elsa, se lo debía todo a aquellas imágenes.
    ¿Cómo dejar de pensar en la noche en que todo se torció en su vida?
    Volvía tarde a casa esa noche, de calles vacías y húmedas, y al pasar por aquel callejón pudo ver a un hombre cogiendo un adoquín del suelo y a ese otro hombre tendido, malherido pero moviéndose todavía. Tuvo tiempo de intervenir, de detener los movimientos implacables que habían abrasado sus retinas, pero no lo hizo.
    Le invadió un miedo insuperable, pensó en su familia, en su vida, en su seguridad… Se marchó de allí apresuradamente, pero a tiempo de oír el impacto sordo de una piedra contra una cabeza y un gemido.
    A los dos días vio la noticia en el periódico. El muerto era un conocido suyo que al pasear se había resistido a un robo. Aún buscaban al culpable. El muerto era el hijo mayor de unos vecinos suyos. Tenía 21 años. Mientras abrazaba en el entierro a los padres deshechos, Rodolfo lloraba de vergüenza y asco hacia sí mismo.

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