martes, 3 de enero de 2012

Pedro Lucas Bermejo del Quintanar - Hassan Ahmar

Pedro Lucas nació antes de morir. Su corazón batió 3.000 millones de veces antes de detenerse... por unos minutos. Vió la luz blanca y todo eso pero su mujer le pegó un calambrazo con los hilos de la lámpara de pie del salón y volvió a arrancarse por soleás; cardiopatía que él estrenó con la denominación de arritmia flamenca afásica.
Fue este suceso el que le impulsó a revisar su vida y escribir sus memorias, de las cuales transcribimos las primeras lineas:

    Hola amigos, zoy Pedro Lucas Bermejo del Quintanar. Su voy a hablá de mi vida pa que quede escrito y dicho, pa que lo lean mi biznietos cuando sean mayore. No ze onde voy a morí pero ze que nací muy joven, en Quintanar de la Sierra. Etoy vivo de milagro, por mi bendita mué que me pegó un xispazo con la lu der saló er dia que me dió un ataque al corasóun. Que güena ella, uaapa! Que Dio te proteja, Carmensita!
Mi papa era Don Pedro Lucas Bermejo er Tonadillero y mi mama era su prima Paqui que un dia hasiendo guarradas se les fue la mano y nasi yo. Por suerte no soy subnormá ni na deso. La familia los corrió a palos y se fueron a viví ar Quintanar de la Sierra, que es aonde nasí yo. Allí cresí y me crié, cuidando cabras y tocando la guitarra desde chico. Fui a la escuela argunos días, pero ezo no era pa mi, azín que no fui ma. Lo justo pa prende a leé y aj cribí.
    No zalí der pueblo hata los die año, que fue pa ir con mi padre a la feria de Zevilla a tocá la guitarra. Macuerdo der viaje en mula que nos dimo, menua paliza pa lo güesos. Tre día de marcha por caminos polvorientos y con un caló de justisia. Mi mama lloró cuando nos vio de partí y a mi se me rompió el arma, que pense que no la vería nunca ma. "Pedro Lucas, que ere lo má güeno y armozo que tengo, haz caso a tu padre y no te zepare der. Pedrito, mi niño, ay cuanto te quiero, mi arma..." y azí un buen rato. Era tambien la primera ve que me iba lejo de mi mama. ¡Como me hiso de zufri ezo!, pero me hise un hombre en eze viaje.
    [...]
   
    .
Puede apreciarse su estilo rudimentario que lo hace muy próximo. Su aventura vital se extiende a través de miles de vivencias, pero le faltó incluir su última experiencia, y es que los cadáveres aún no se dignan a escribir, pero podriamos añadir este epitafio a su obra:
   
    Que el ritmo no pare dice una canción de los ochenta, pero un día paró, y está vez para siempre. Volvió la luz blanca y le siguió el más allá, aunque el cuerpo se quedo en el sitio, soltando lo que tenía que soltar por los esfinters y  descomponiendose como se debe, obediente a las leyes de la naturaleza, como hiciera toda la vida. Porque en vida el cuerpo de Pedro fue obediente, pero él no lo fue tanto, fue malo.

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