miércoles, 9 de octubre de 2013

Entrevista de Jason a Silvia - Hassan Ahmar

    Silvia aparece en casa al medio día, con su melena rubia suelta sobre los hombros y una botella de vino blanco fresquito en el capazo. Viste falda ceñida y camisa de tirantes también ceñida sobre su cuerpo de cuarenta y siete kilos. Es pequeña y energética, a pesar del calor. Comemos juntos. De menú arroz integral con sofrito de calabacín con cebolla y ajo, vestido con algas, picada de frutos secos tostados y aliñado con Tamari y aceite de oliva. De ensalada un mezcladillo hidropónico de paquete con lechuga, rúcula y canónigos. Hay helado de postre pero no quiere. El vino fresco acompaña la comida. Al terminar de comer se lía un cigarrillo y empieza la entrevista.


Jason: Eres la única madre del grupo, ¿fue buscado o susto?

Silvia: Decidimos relajarnos con la idea de que tardaría en llegar. ‘Ya vendrá’ dijimos; y llegó a la primera, cuando habíamos calculado un  año o dos.

J: ‘Habría que celebrar los funerales y llorar los nacimientos.’ ¿Suscribes esa frase?

S: Yo celebraría ambos.

J: ¿Cómo la explicarías; la frase?

S: Lo dice alguien que preferiría que no viniéramos al planeta porque somos una especie destructiva. Desde el punto de vista de las personas es alegrarse de pasar a mejor vida porque considera que la vida no es buena.

J: ¿Patatas fritas o hervidas?

S: Patatas fritas, son más alegres. Advertencia: ¡que sean buenas!
‘Ni aixutes ni humides són bones les patates fregides’ como dice Miquel Martí Pol.

J: ¿Cagas bien? ¿Con qué frecuencia? ¿A qué horas? ¿Cómo huele? ¿Qué consistencia tiene? ¿De qué color es?

(se ríe)

S: Cago satisfactoriamente, normalmente una vez por día, por la mañana al levantarme. Hay que salir de casa cagados, importante. No es que huela bien, es mierda, pero dentro de lo que es se podría decir que si que huele bien. La consistencia es variable y el color generalmente es marrón oscuro.

J: ¿Te sientes a gusto con tu programación emocional?

S: Todo es mejorable. Mis respuestas emocionales varían, no son siempre las mismas. A grandes rasgos siguen una pauta pero hay fluctuaciones. Últimamente es ‘embolicada’ y no tengo claros mis sentimientos. Podría decir que me soporto a mi misma, sé cómo llevarme, entre altos y bajos.

J: ¿Tiene sentido tu vida?

S: No tiene todo el sentido que me gustaría. En otras épocas ha tenido más sentido. Ahora voy más perdida, pero tengo fe.

J: ¿Fe o esperanza?

S: Fe. Si porque si, no requiere más explicación. Dentro de ti sabes que es así pero no sabes porqué.

J:  Enumera tus necesidades más perentorias.

S: Encontrarme a gusto conmigo misma. Tiene que ver con el sentido de la vida. Físicamente necesito encontrar un lugar en el cual esté a gusto, que sea mi sitio. Es parte de lo anterior.
Hay otra necesidad con la que tengo una lucha interna, y es la necesidad de sentirme necesaria para alguien. Puede responder a un vacío en mi vida. Realmente debería dirigirse a mi misma, ser necesaria para mi misma.

J: ¿Remas o fluyes?

S: Fluyo y remo. Prefiero fluir, inevitablemente remo, lo cual trato de dejar de hacer al darme cuenta. Son ciclos.

J: Honor

S: Es algo como ser fiel a unos principios.

J: ¿Sería indistinta la naturaleza de esos principios?

S: Son innegociables, pertenecen a uno, bien arraigados.
Fidelidad, inmutabilidad.

J: Orgullo

S: Puede ser muy malo y también muy bueno. Puede mantenerte a flote cuando todo se hunde.
Hay que saber dejarlo de lado.
El orgullo puede impedir escuchar a los demás; igual es uno mismo el que está equivocado.
No es buen consejero.

J: Tienes tendencia a cerrar los hombros, contrayendo el plexo solar. ¿En que época de tu vida apareció y qué lo propicio?

S: Viene de mi infancia, lo aprendí en casa, de mi padre, está muy encorvado. Es una mezcla de sumisión- sentirse menos importante que los demás- y pleitesía. No me gusta, lo sé hace años, trato de corregirlo. Depende del estado anímico. Es como querer esconderse del mundo. Debe cambiar la mente.

J: ¿Y tu madre?

S: No viene de la madre.

J: ¿Qué viene de la madre?

S: Todo lo bueno, por suerte. Amor incondicional. El padre es más distante, sólo trata de corregir. La madre es todo dar y alegría, optimismo, paciencia, aceptación... ¡y lo ha sufrido!

(enfatiza levantando el índice y arqueando las cejas)

J:  Fumas bastante

S: Si. Es complicado. Responde a mi estado actual, falta de sentido. Me cuido poco. Tengo fe en que cambiará mi cuidado a mi misma. Es una época de ‘paso de todo’. Aunque quiera fluir sigo remando.

J: Ahora estás soltera. ¿Cómo ha cambiado la canalización de tu energía sexual?

S: Antes tenías sexo regularmente y no lo valorabas. Ahora lo valoro más y lo disfruto más (¡que antes también lo disfrutaba!, pero era algo que dabas por hecho, algo seguro). Ahora la siento más intensamente.

J: ¿Crees que el ser humano pisó la luna?

S: No me lo había cuestionado nunca, se da por hecho. No tengo convicción, es como que no importa, está fuera de mi alcance. No logro relacionarme con ello. Quiero creer que sí, pero me parece muy ridículo. ¿Para qué quiere el hombre ir a la luna? Es algo que creo que no le corresponde. Bien podría ser un montaje.

J: ¿Cómo era tu proyección personal en pareja y actualmente?

(Hay un parón. Pide permiso para liarse un cigarrillo y se sirve otro vaso de vino.)

S: Da para escribir un libro. Lógicamente hubo un cambio, como darle la vuelta a un calcetín.
En pareja siento que había estancamiento, como dar vueltas. Las cosas personales estaban insatisfechas, había miedo a realizarlas. Vivía en un mar de cojines. Había estabilidad, todo era consultado y acordado. Ya empecé con una crisis laboral un año antes de la separación, buscaba cambiar de trabajo, pero quería hacerlo con su apoyo, que no logré.
Al separarnos llegó una sensación de movimiento, de ir para adelante. Tenía miedo, sí, pero debe superarse. Sola es más fácil decidir, no hay que convencer a nadie.
Con la separación apareció el trabajo de reencontrarse uno mismo. Las cosas delegadas en la pareja se recuperan, vuelven al frente tus propios deseos. Hay mucha más libertad  con sus consecuencias. Los fracasos y los éxitos son propios. Tienes menos que perder, menos miedo. Morir no me moriré, te dices (la vida es lo más preciado), luego puedes iniciar toda aventura, respondes ante ti misma. Ya no es un sistema de dos. Estábamos muy enganchados. Ya no es necesario un cuorum.

J: ¿De qué quieres morir?

S: De un paro cardiaco durante el sueño.

La gente va a morirse con mi madre. Saben que ella se ocupa. Vive en un piso de 70m2 con cuatro dormitorios, imagínate lo opresivo del espacio. Pero hay un balcón que se abre a la ciudad y te permite escapar un poco de esa sensación. La vecina recurrió a mi madre antes de morir y fue a su casa a pedir ayuda y allí murió.

J: ¿Queda algo pendiente antes de morir mañana?

S: No. No me hubiera importado aprender a  tocar música, pero puedo pasar. Tal vez a mi hija sí que le fuera bien tener una madre durante unos cuantos años más.

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