miércoles, 9 de octubre de 2013

El gran rio - Pau





"Sé libre alma fluvial. Vé: desemboca en el mar vasto, canta y sueña.
Para en un remanso, una mañana clara, donde el amor venga a besar tu boca."
         José Hierro




Desde que tengo memoria, fluyo en este gran río. En mi recuerdo forman un remolino los días de calma, en los que nada se movía, con los de aguas vivas y revueltas, torrenciales.
Pero yo siempre fluía.
Las orilas, unas veces cercanas, hasta casi tocarlas; otras muy lejos, como tierra desde alta mar, enmarcan mi devenir.
He sorteado escollos afilados dejando en ellos, atrás, trozos de piel y carne.
He disfrutado del sol, la lluvia y las estrellas en noches claras y mágicas envueltas en el perfume de orillas amables.
He visto sobrepasarme a gente remando frenéticamente, hacia un destino extraño e impostergable que ignoraban.
Hubo quién, poco a poco, pasaba remando a ratos, pausadamente y sabiendo fluir con corrientes favorables, y yo, alguna vez intenté unirme a ellos, a su ritmo, seguirles, pero no fuí capaz.
Hace días que percibo en el aire la atomización del agua batida y el bramido imponente de la gran catarata.
La mayoría de los que remaban con frenesí, yacen despanzurrados en el fondo del barranco.
Los que supieron remar y fluir, han encontrado un remanso donde esperar la próxima y fatal crecida, inexorable, disfrutando de un último y plácido fluir.
Y ahí voy yo, perfectamente consciente de hacia donde me lleva la corriente, con los remos inservibles por falta de uso, y por lo demás, con pocas ganas de usarlos.

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