La fuga.
Esta historia está basada en hechos reales, para
proteger la identidad de algunos de las personas implicadas en esta historia,
hemos cambiado los nombre, menos el de la protagonista principal. Que tiene un
nombre muy chulo.
La fuga de Céleste.
Hace alrededor de 7 años, por cosas del destino,
sin tener donde vivir, me acogió una comunidad, en donde la mayoría de los
integrantes eran personas de la tercera edad, solteras y sin hijos, en su mayoría mujeres, Francesas y
Canadienses. Fueron tiempos tranquilos, llenos de saludos cordiales entre
caminitos de piedras rodeados de flores. Aparte de alguna caída, todos se
acostaban pronto y se levantaban pronto . Gente afable y civilizada.
Me encontraba yo cierta mañana de paseo por los
jardines, cuando de pronto veo una imagen inaudita, que me lleno de un profundo
escalofrío. Vi por primera vez a Celeste, un Yorkshire de mediana edad que
corría a toda velocidad y se escondía entre los hierbajos. No sabia que
ocurría. Siempre creí que no podía correr, porque medía menos de 30 centímetros
y pesaba como un cerdo mediano, solía pasearse con la lengua colgando a un lado
y su peinado de tres lacitos rosas, a la velocidad de una tortuga, sentándose a
recuperarse cada 4 metros. Algo terrible debía ocurrir
A lo lejos
oigo a su dueña Cloudine, llamarla de forma tranquila y algo melodiosa.
Algo así.
Celeesteeeeeeeeeeeee!!!!
Celesteeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!! Celeste!!!!!!!!!
Siguió llamándola insistentemente, hasta llegar
donde yo estaba, que no había podido moverme a causa de la impresión, y la
curiosidad. Me saludo muy dulcemente como siempre, y me pregunto por el perro.
Apunto estuve de relatarle lo ocurrido. Cuando me di cuenta que llevaba en una mano
los lacitos rosas y en la otra un peine viejo lleno de cristales de colores
imitando al gato de hello kitie.
Lo comprendí todo de inmediato y aunque cloudin
me caía verdaderamente bien, no pude más que empatizar con el pobre perro, así
que con gran pesar le mentí, sabiendo que seguiría buscándola lo que hiciera
falta. Decidí no intervenir y decirle que no sabia nada del asunto en cuestión
y retomar mi camino hasta el primer árbol que encontré para ver la resolución
de la huida.
Cuando el sonido de la voz de cloudin le pareció
lo suficientemente lejos, salio de su escondite con su melena al viento y creo
recordar que con paso más que alegre en dirección a su casa…
Desde entonces ya no me ladró más cuando pasaba
por la puerta de su casa. Quiero imaginar que por gratitud, pero es un perro, y
quien sabe!!!
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