domingo, 23 de junio de 2013

Juegos - Rozio

La desee desde el primer momento en que la vi. Y ella también sintió lo mismo.
Cada uno reacciona de diferente manera al hambre del otro. Yo no dejaba de mirarla y ella, de esquivar mis ardientes miradas. Este rechazo tímido hacía palpitar mis genitales y nublaba mi visión.
Dicen que hay dos polos eléctricos: los opuestos se atraen y los similares se repelen. Hay un tercero. Los polos complementarios. En esos milímetros cargados de electricidad entre nosotros las fuerzas se compensan y pese a que nuestras manos se acercan una a la otra, atraídas irremediablemente, son incapaces de superar una invisible barrera y tocarse.
Y ahora estamos aquí. Tu mano se tiene que mover al rojo y tu única opción es girarte entera y ponerte debajo de mí. Seguimos igual, tú no me miras, y yo te atravieso con la mirada. Mi boca queda tan cerca de tu cuello que sólo sacando mi lengua te lamería la oreja. Pensarlo hace que empiece a sentir un calor tremendo.
Mi pierna se mueve al amarillo. Tengo varias opciones, pero elijo la que queda entre tus piernas.
Pienso que pasaría si empezara a frotar lentamente tu pubis. Empezarías a gemir y a suspirar y te retorcerías intentando escapar de mi deseo. Veo tus bragas de seda transparentes húmedas, mojándolo todo desde la base de tu pelvis... me vi incapaz de contener una tremenda erección. Imaginé que alargabas la mano y me bajabas la cremallera. Mi órgano salía disparado hacia fuera y tu lo besabas y chupabas, tragándote todos mis líquidos.
Entonces alguien perdió el equilibrio y caímos todos en masa, unos sobre otros, aplastando mis ensoñaciones.
El juego de enredos acabó, cada uno se fue a su casa y ella nunca me dirigió ni una mirada.

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