Me encontraba regentando una
tiendecilla de ciudad cuando apareció un hombre escultural, sin mirar el
escaparate ni nada, se dirigió hacia mi y me dijo con mucha seguridad, me llamo
Carlos, pasaba por aquí, te vi y me gustases, a que horas pliegas así te invito
a tomar algo?
La cara de póker se eclipso por la de
tomate y recordando los recatados consejos de mi madre denegué la invitación
sin arrepentirme en el fondo de ser tan mojigata.
Estuve toda la tarde pensando en Carlos
muy a mi pesar, imaginando quien sería y por que tenía esa seguridad tan
abrumadora. que le había gustado? No me había
arreglado especialmente, siempre fui una
más del montón. Estaba tan moreno y musculoso como recordaba? O me lo había
imaginado, en realidad no se demoró mas de un minuto en entrar y salir. pero es
que todavía estaba todo el local impregnado de su perfume. De un plumazo se me borro la bobera cuando pensé
que podría ser alguien peligroso. Un asaltante
que intimidaba a las dependientas con semejante desfachatez para ver si
estaban solas y luego desvalijar el negocio. Así que mire rápidamente a mi alrededor para ver que tenia
de valor, pero mi local era un locutorio bastante viejo, que no tenía ni 100
euros en la caja porque era pronto por la tarde y normalmente se hace caja
de 12 a 3 de la mañana y yo
plegaba a las 20hs. El ordenador era viejo también y no le funcionaba la letra
e., no no era posible, lamento reconocerlo pero lo único de valor en ese local era
yo.
Así que retoque mentalmente mi
historia del malhechor que entraba en el locutorio y tomándome con sus fuertes
y perfumados brazos mientras me besaba apasionadamente me arrancaba la ropa con los dientes y me poseía
allí mismo en el mostrador. Salí de mi acalorado pensamiento cuando me pillé un
dedo cerrando el cajón mientras sin darme cuenta guardaba todos los objetos
punzantes.
Madre mia pero que me estaba pasando.
Ponerme así por un desconocido, menos mal que ya eran las 17hs y empezaba a
entrar personas al fin.
Sobre las 18hs y con el garito a tope
se me paro el corazón cuando le olí de
nuevo temí levantar la vista porque ya me sentía desnuda. Y me lo encontré allí
plantado delante del multifacético y redescubierto mostrador con una chocolatina en la mano. Sin esperar a que
dijera nada me soltó sin tapujos, regresare a cada hora, hasta que salgas, voy
a invitarte a tomar una copa. Dejo la chocolatina en el mostrador se dio media
vuelta y se fue.
Fue la hora más larga de mi vida. De a ratos se me perdía la vista corrigiendo
datos de mi mito erótico. Confirmando que la camiseta negra se le pegaba a la
parte superior del perfecto y musculoso torso como un guante, que tendría unos
cuarenta y pocos años, pelo negro y brillante con algunas canas, un maxilar
ancho y fuerte con una incipiente barba, llevaba unos vaqueros igualmente
ceñidos, en fin a mi entender iba provocando!!!
A las 6.50 hs ya me temblaban las rodillas,
decidí que me estaría tomando el pelo y que yo
estaba picando como una tarada. Me sentía sudada y sucia, ni siquiera me había
depilado, maldita suerte. mejor me escapaba cuando llegara mi compañero 10
minutos antes. A las 7 en punto me saludo desde detrás del cristal de entrada y
se señalo la muñeca indicando la hora y por primera vez vi que tenía los ojos
más verdes que he visto nunca.
Ya estaba decidido, me tenía que
escapar, no podía permitir que un tio tan bueno se me acercara sin haberme
bañado, depilado, exfoliado, cepillado los dientes, cortado las uñas de los
pies, y habérselo agradecido a la virgen con una vela en condiciones.
Esta si que fue la hora mas larga de
mi vida, cuando llego mi compañero a las 7 y media le obligué a cuadrar la caja
en 5 minutos y le suplique que me dejara irme 15 minutos antes con sobornos
varios, pero no tuve surte, nunca fue muy enrollado, así que a las 8 me
santigüé y salí de mi trabajo con la pose mas casual y glamorosa que se me ocurrió.
Así conocí a Carlos Gonzáles, edad, 41 años, profesión estriper del local
Lolas, su numero artístico, el militar cahondo!!!
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