martes, 25 de junio de 2013

El arte - Anahi

El arte… no es un asunto pendiente, es un cotidiano, colores, simetría,  materiales, visión.
Cada artista un mundo, igual de complejo, a mi entender.
Como nos expresamos es un misterio, la vida nos llega a través de los sentidos y nosotros los transformamos y modelamos con nuestros sueños e imperfecciones.
¿Por nosotros o para nosotros? a veces… aunque creo que el arte existe para ser entregado. En este caso, la sinuosidad de la vida se manifiesta y en el mejor de los casos no nos dejas indiferentes
 Allí radica para mi el éxito de la obra. nos invita a investigar, a transformar y al final exponer nuestro sentir.  Nos toca de alguna manera y ya no somos iguales. La inspiración que algunos le llaman!
En un mundo de inmediatismos, en un mundo de microondas.

Reloj roto - Anahi

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Caminaba tan deprisa que al tropezarse con la locura se le cayeron todos los segundos al suelo. La pobre loca se los acomodó como pudo, pero el reloj quedó roto para siempre. Incluso así, acierta un par de veces al día, él no necesita más.

Actitud - Anahi


-Callaros que hi viene otro.
-Muy bien acompañado, que elegancia, no como el hippy de ayer, que pena me ha dado, tan desaliñado.
-en que condiciones estará?
- no sé, Arturo, aun no la ha visto, tiene mucho trabajo.
- como han cambiado las cosas con la crisis, antes no entraba ni el gato. Y ahora los traen como oro en paño.

-En el fondo me da un poco de envidia, hace tanto tiempo que estoy aquí sentada esperando, lo peor son los segundos, tic tac, tic tac, como si se burlaran de mi. Hayyyy!!!!!. Crees  que algún día se acordara de que ya estoy bien?

-No seas ilusa, da igual que bonita sea la correa nueva, se le notaba en los ojos que no volvería. Y que manía con volver a casa, yo me acuerdo muy bien de cómo te tiro sobre el mostrador y amenazó a Arturo con la urgencia, esos ojos de loca, mejor si no regresa, como aquí en ningún sitio.

-Eres muy estricta, es verdad que llegue un poco cascada, pero que vida!!!!! De reunión de trabajo en reunión de trabajo, viajando por el mundo, conociendo relojes interesantísimos. No se que hubiera hecho sin mi, no me he atrasaba ni un segundo en toda mi vida.  La empresa entera dependía de mi exactitud.

 -Ufffff, Todos los días lo mismo, estoy hasta las tuercas de escucharte suspirar por esa dueña histérica que seguro ya te cambio por uno de esos nuevos relojes de titanio. olvídala de una vez, solo los tontos se creen imprescindibles. Casi todos los humanos están locos.

-pesimista!
- ingenua!
- eres insoportable!
- y tu una caduca

Al final de la estantería estaba olvidado y roto el reloj de bolsillo, escuchaba con paciencia como cotilleaban el delicado reloj FESTINA con su bonita correa nueva que esperaba desde hacía 7 meses y su inseparable y desesperante amiga Cartier que por cosas del destino, nunca tuvo dueño y solo conocía la estantería. Llevaban 6 meses con la misma cantinela y ya no lo pudo soportar más.

Señoras tranquilícense y escuchen a este viejo reloj que aunque roto al menos 2 veces en el día o 730 veces al año da la hora con exactitud. Lo importante no es nada de eso, sino la actitud de cada segundo de nuestras vidas.

Las cinco en punto - Antonio

Impecablemente vestido de blanco espera que sea el momento. El reloj de su muñeca marca las cinco. Es la hora, está seguro. Hay pocas cosas de las que sienta esa seguridad, pero ésta  es una de ellas. Otra, el banco en el que está sentado, y desde el que puede ver gran parte de la ciudad y el mar. Veinte años atrás, cuando se abrió el parque, su familia, poderosa y rica, contribuyó con algunos de los bancos estratégicamente mejor colocados. Éste, desde luego, tenía unas vistas maravillosas, cobijado a la espalda por la catedral de Notre Dame de la Garde.
Volvió a mirar el reloj, en un gesto automático, sin que hubiese pasado ni un segundo desde la última vez. Sabía que ella vendría.
Son los últimos días de septiembre, el sol aún aprieta a esta hora. Suda ligeramente bajo su sombrero Panamá, pero está tan nervioso que no acierta a sacar el pañuelo de tela con el que secar su frente. El sol busca un horizonte que da la espalda al mar, e ilumina su perfil izquierdo. visto de frente, su lado derecho juega con las sombras. El reloj lo lleva en la muñeca izquierda, y lo consulta compulsivamente cada pocos segundos. Sabe que es la hora.
Dos cormoranes cruzan frente a él, camino de la isla de If, en un vuelo que a él le parece majestuoso.
Dos hombres le observan desde el parking a unos diez metros, vestidos de traje y corbata, fuman un cigarro mientras esperan apoyados en el coche.
-¿Y tú cuánto llevas en esto?
-Mucho. Ni te lo creerías. Es tu primera semana, y se hace larga, pero enseguida te acostumbras, ya verás.
-¡Joder, qué calor! ¿No nos podemos quitar la chaqueta o aflojarnos el nudo de la corbata?
-Ahora es el calor. En invierno será el frío. Tenemos suerte, hoy no hay viento. ¿A qué nunca te habían pagado por tomar el sol vestido?
Siguen indiferentes vigilando de vez en cuando de reojo al hombre vestido de blanco. Él sigue mirando la esfera del reloj. Sabe que no puede estar equivocado. Levanta la cabeza para cerciorarse de que el sol está en el sitio que toca. Ahora sí saca el pañuelo y se seca la frente. Mientras lo devuelve al bolsillo escucha la primera campanada a su espalda. Sonríe por segunda vez en el día. Ha llegado a tiempo. La segunda, la tercera y la cuarta campanada no hacen más que asegurarle esa certeza. La quinta vuelve a clavar su mirada en el reloj. Son las cinco en punto. De nuevo está en el lugar que toca a la hora precisa. Sabe que ella vendrá. Lo sabe tan bien como lo ha sabido siempre.
Los dos hombres a lo lejos tiran las colillas de sus cigarros al suelo y ahora observan atentamente al hombre de blanco.
-¿Y desde cuándo dices que viene aquí todos los días?
- Hace 20 años.
El juego de sombras cambia lenta e imperceptiblemente, en su ciclo cotidiano. Su reloj sigue marcando las cinco en punto. Él sabe que es la hora. Está algo inquieto y desconcertado. Un pequeño nudo se estrecha en la boca de su estómago. Ella no llega. Tranquilo. Las novias son así, han de llegar un poco tarde, han de estar seguras de que todo el mundo las espera. El nudo se relaja mínimamente.
Los hombres de traje se acercan al hombre de blanco, que sigue comprobando cómo su reloj marca las cinco en punto.
-Monsieur Lavale, es hora de irnos. Ella no va a venir.
-Pero son las cinco en punto. Mira.
-Tiene razón. Nos hemos debido de equivocar de día. Volveremos mañana.
-Eso debe de ser. Será mañana a las cinco.
Camino del coche el nudo del estómago con tono de angustia desaparece un mínimo instante, hasta volver en forma de esperanza, y él hombre de blanco piensa, mañana me levantaré a la cinco, me vestiré y estaré listo para cuando ella llegue, mañana a las cinco.

Cuaderno de bitácora: sesión 47


16 de junio de 2013, siete y media de la tarde, reunión en El Pou de s'hereva. Asistimos a la sesión: Pau, Jason, Romanie, Anahi, Rocio, Guille, Cristina y Antonio.


Ejercicio:  Un texto a partir de los que nos haya sugerido la frase: "Incluso un reloj estropeado, acierta dos veces al día."


Lecturas compartidas:
  • Mario Benedetti: "Antología poética" (poema: "Todo verdor")

Una fuga de fuga - Romanie

Se equivocó. Lo sabía pero no podía afrontar ese error. Tomó una decisión para intentar cubrirlo, ese error, otra equivocación.Cuando se dió cuenta de ésta, le entró un nudo en el estómago, se le nublaron las ideas y contó una mentira, en otro intento de arreglarlo todo.
La inicial equivocación, cubierta por un error que a su vez es tapado por otra equivocación que finalmente es disimulado con una mentira que necesita otra para poderse sostener le crea un asituación tan compicada de resolver que solo encuentra una salida... la fuga, ¿sería esta otra equivocación?

Encuentro en la plaza - Silvia


Tomaban una cerveza. El día soleado de primavera invitaba al disfrute al aire libre, rozaba la perfección. Conversaban tranquilamente.
-¡Qué día tan agradable! El sol, el canto de los pájaros… En días así me gustaría ser pájaro y salir volando. Me gustaría sentir la brisa, extender mis alas, verlo todo desde allá arriba… Y a ti, ¿qué te gustaría?
Roberto se la quedó mirando y contestó, serenamente –A mí, lo que me gustaría, sería quitarte la ropa y hacerte el amor aquí mismo, en medio de la plaza.
Carmela se quedó sin palabras, azorada. Se giró hacia la plaza. Dos mesas más allá una familia tomaba el aperitivo en la terraza del bar. Junto a la iglesia una pareja de abuelos descansaban en un banco. Un hombre entraba en el colmado.
Cuando volvió de nuevo la cabeza hacia su compañero se topó con sus labios. Sin darse apenas cuenta estaban devorándose en un beso lleno de intenciones, buscándose, apasionadamente, como dos adolescentes apresurados. Un calor repentino subió desde su entrepierna hasta sus orejas, acompañado de un potente cosquilleo. El mundo había desaparecido y sus manos tomaron vida propia. Necesitaban tocar. Enseguida se deslizaron por debajo de la camiseta, buscando piel. Tocó, sintió, piel suave, caliente. Sus manos se desplazaban recorriendo cada rincón a su alcance, sedientas de piel. Las manos de él también iniciaron su exploración a ras de piel. Le tocaban, frescas,  provocando escalofríos. Ella sentía cómo se desplegaba, inflamada, voluptuosa.
Las manos ya no bastaban. Quería más, necesitaba tocar, sentir, con el cuerpo entero. Cerca, más cerca. Sin saber cómo se había sentado encima de él, sintiéndole donde a ella más le excitaba. El torrente se había desbordado y ella se deshacía, se fundía en la corriente. Se separó de sus labios y exploró centímetro a centímetro el cuello de Roberto con besos suaves y aliento ávido. Arqueó su espalda y miró, sin verlo, el intenso azul de la primavera. Era todo lo que necesitaba. Se acercó de nuevo a él y le susurró, mientras le mordisqueaba ligeramente el lóbulo de la oreja –Quítame la ropa y hazme el amor aquí mismo, en medio de la plaza.

domingo, 23 de junio de 2013

Sexo - Romanie

Para mí el sexo es placer. Doy gracias por tener un cuerpo sano en el que poder disfrutar. El placer a través del cuerpo o de la comida por ejemplo me parece una manera de religión. No entiendo la católica que lo ensucia tanto. El poder proporcionar placer a otro ser vivo y compartirlo uno mismo también solo puede generar cosas positivas. Ese instinto animal que tenemos es bello. A veces me he encontrado observando esta energía o proceso y a diferencia de mi tendencia natural a questionar, no lo hago. Es quizás una de las únicas situaciones en las que simplemente me dejo llevar por el misterio y la magia.
Nunca he sido capaz aun de separar el sexo del amor. Sí el amor del sexo. Curioso. El sexo sin amor aun no me ha pasado. Quizás mi cuerpo tiene que sentir una profunda confianza con la otra persona para poderse entregar.
Qué placer el de disfrutar de los olores, sabores, tactos e imágenes bellas. Cómo me gusta tener un cuerpo en el que poder experimentalo. Larga vida a la vida con todos sus sentidos!

Culturalmente me he encontrado muchos casos de sexo tabú, o leo acerca de casos de sexo violento o dañino...y encuentro que no es culpa del sexo sinó de la cabeza que lo rije, y sobre todo de energías sexuales que han sufrido una represión y que en consecuencia generan situaciones muy desagradables.
Por eso, doy gracias

Juegos - Rozio

La desee desde el primer momento en que la vi. Y ella también sintió lo mismo.
Cada uno reacciona de diferente manera al hambre del otro. Yo no dejaba de mirarla y ella, de esquivar mis ardientes miradas. Este rechazo tímido hacía palpitar mis genitales y nublaba mi visión.
Dicen que hay dos polos eléctricos: los opuestos se atraen y los similares se repelen. Hay un tercero. Los polos complementarios. En esos milímetros cargados de electricidad entre nosotros las fuerzas se compensan y pese a que nuestras manos se acercan una a la otra, atraídas irremediablemente, son incapaces de superar una invisible barrera y tocarse.
Y ahora estamos aquí. Tu mano se tiene que mover al rojo y tu única opción es girarte entera y ponerte debajo de mí. Seguimos igual, tú no me miras, y yo te atravieso con la mirada. Mi boca queda tan cerca de tu cuello que sólo sacando mi lengua te lamería la oreja. Pensarlo hace que empiece a sentir un calor tremendo.
Mi pierna se mueve al amarillo. Tengo varias opciones, pero elijo la que queda entre tus piernas.
Pienso que pasaría si empezara a frotar lentamente tu pubis. Empezarías a gemir y a suspirar y te retorcerías intentando escapar de mi deseo. Veo tus bragas de seda transparentes húmedas, mojándolo todo desde la base de tu pelvis... me vi incapaz de contener una tremenda erección. Imaginé que alargabas la mano y me bajabas la cremallera. Mi órgano salía disparado hacia fuera y tu lo besabas y chupabas, tragándote todos mis líquidos.
Entonces alguien perdió el equilibrio y caímos todos en masa, unos sobre otros, aplastando mis ensoñaciones.
El juego de enredos acabó, cada uno se fue a su casa y ella nunca me dirigió ni una mirada.

Firs Time - Pau

Corría el mes de abril del año 86 del siglo pasado, yo era un muchacho inquieto que había decidido dejar de estudiar y que tenía mi primer trabajo: vendía máquinas de coser a domicilio por los pueblos de Valencia. Ïbamos en una furgoneta cargada de máquinas de coser una brigada variopinta y rufianesca. Yo era el chaval.  El primer día, saliendo de la sucursal fui testigo atónito de los excesos verbales de mis compañeros ante la visión de casi cualquier persona de género femenino que pasara por la calle. Era como una manada de hienas encerradas contemplando gacelas.
Esa semana estábamos por la zona de Altea- Benidorm- Villajoyosa. Dormíamos en una pensión a las afueras de Altea rodeada de campos. Quiso el azar que en la habitación de al lado se alojasen dos jóvenes turistas inglesas. Como yo era el único que hablaba algo de inglés, mis compañeros me apremiaron para que yo las invitase a ir al pueblo a tomar algo. Así lo hice. Una, Casandra se llamaba, dijo que estaba cansada y que se quedaba. Pero Heidi dijo que sí.
Allá que nos fuimos todos en la furgoneta de sigma a un solitario bar de Altea. Esa noche hablé el mejor inglés que nunca he hablado; todos los profesores de inglés de mi vida habrían asentido con aprobación.
Al cabo de una hora, mis compañeros no debían estar muy interesados en mis progresos en el inglés y en Heidi y nos dejaron solos.
La playa estaba muy cerca y era el destino natural para dos jóvenes floreciendo. Hablamos mucho: la vida, el futuro, el amor... tenía 21 años y era, dijo, pintora. Era muy rubia y la recuerdo grande y hermosa. Tumbados boca arrriba, vimos estrellas, conversamos, pero mis manos pesaban mucho.
En el camino de vuelta a la pensión nos besamos por primera vez y mis manos se volvieron ligeras. Al rato de besarnos, ella dijo una frase de la que sólo entendí la primera palabra, pero que me bastó para saber: "^Where..."
Hubo un primer intento en un campo cercano a la pensión, pero un perro inquisidor nos hizo desistir. Encontramos un buen lugar cerca de allí en un campo de limoneros.
Al día siguiente, mientras comía con el equipo un menú en un restaurante de carretera, todo eran comentarios procaces y ávidas preguntas que yo me negué orgullosamente a contestar. Me recuerdo ese día gozando del don de la ingravidez. Había quedado mi virginidad, como un caparazón vacío, en medio de un campo de limoneros.

Estoy nerviosa - Antonio

Le he dejado hace un rato entre el resto de gente. Me ha dicho que venía en diez minutos, que le esperase en la planta de arriba, en la habitación del fondo, que estuviese tranquila, que él se encargaba. No sé si debo de hacerlo. Pero me apetece tanto. ¿Desaparecerán alguna vez las dudas? ¿Seré capaz de sentir la seguridad que tuve al decirle que sí, que de acuerdo, que adelante, que no me daba miedo, más de un minuto? Un minuto, el tiempo que pasó entre decirle que sí y comenzar a sentir un terrible temblor en la rodillas que me va a tumbar. Ando camino de la habitación del fondo como una borracha que vive en dos universos paralelos, el universo del deseo y el del miedo. Pero, qué importa, me siento tan viva, entre la duda y la travesura. Algún día tenía que ser, algún día iba a ser mi día, y parece que será éste, ahora, bueno en un rato, lo que tarde en llegar él. Nadie ha visto cómo me iba yo, pero no sé si él ha sido igual de discreto, no sé si él ha tenido en cuenta que los demás nos miran y sospechan desde hace tiempo. Mis amigas sabían que esto pasaría, ya me lo advirtieron, pero yo siempre negué, siempre resistí, siempre jugué a ser la dura, la inflexible, la segura. Como una adolescente, siempre con la negación como una resistencia a la realidad, a lo inevitable, al destino fatal de las cosas que están destinadas a ser. ¡Ay¡ Qué tonterías pienso, son los nervios, esa sensación de acantilado en la boca del estómago. Céntrate, céntrate. Sólo tengo que ir a la habitación y esperar. No me he de adelantar a nada, él llegará y seguro que sabrá lo que ha de hacer. Él siempre sabe lo que es adecuado, nunca me hace sentir incómoda. Me pongo nerviosa sólo de pensar en sus manos gruesas y fuertes agarrándome, tocando partes de mí nuevas, inconfesables. Lo conocí en la clase de gimnasia, hace ya seis meses, acababa de llegar al centro. Destacaba por ser alto, fuerte, con una estructura corporal propia de alguien que asociamos con el campo, pero unos ojos verdes claros profundos y una mirada burlona. Era el único hombre, y todas se fijaron en él. La novedad, supongo. Yo no. Bueno, yo sí, pero no como para tener una relación con él. Fíjate, quién lo iba a decir, que sería así, de esta manera y con él . Espero que no tarde, tengo muchas ganas de tenerlo, pero tengo el mismo miedo de que no venga o que alguien se entere. Abajo escucho aún la música y gente charlando. Ya es tarde, pronto tendrán que cortar todo y volver a las habitaciones. No quiero tener prisa. He esperado mucho, tanto que incluso no creía que fuese a llegar nunca más. Entregarme a un hombre, dejarle penetrar en mí, sentir el calor de un cuerpo. Qué regalo. Ya llega, le escucho caminar por el pasillo, sus pisadas firmes, arrastrando levemente la pierna derecha son inconfundibles. Hola, sonreímos como dos tímidos que saben que hacen una pequeña maldad. ¿Lo tienes todo? Sí, lo tengo. Tranquila, no te preocupes, me tomé la pastilla hace media hora, y ya empieza a funcionar. ¿Y lo mío, lo has conseguido? Uf, sí, lo tengo, pero me ha costado mucho, no había en ningún sitio, al final se lo he robado a la directora del bolso. ¿La directora? Pero si sólo tiene cincuenta años. Pues ya ves, se conoce que no puede bien, y mira, nos ha venido de perlas. Dámelo. No, yo lo hago. Me dice estas palabras y me dejo caer suave en la cama, él se quita la camisa y me muestra su pecho con una espesa mata de pelo blanco. Se tumba sobre mí, me besa, abre el lubricante íntimo y busca entre mis piernas dónde aplicarlo suavemente. Yo suelto un suspiro y me siento, extrañamente cómo si fuese de nuevo la niña de quince años que perdió la virginidad una vez, hace ya sesenta años. Aquello fue la primera vez, quién sabe si ésta sea la última.

El mito erótico - Anahi

Me encontraba regentando una tiendecilla de ciudad cuando apareció un hombre escultural, sin mirar el escaparate ni nada, se dirigió hacia mi y me dijo con mucha seguridad, me llamo Carlos, pasaba por aquí, te vi y me gustases, a que horas pliegas así te invito a tomar algo?
La cara de póker se eclipso por la de tomate y recordando los recatados consejos de mi madre denegué la invitación sin arrepentirme en el fondo de ser tan mojigata.
Estuve toda la tarde pensando en Carlos muy a mi pesar, imaginando quien sería y por que tenía esa seguridad tan abrumadora.  que le había gustado? No me había arreglado especialmente,  siempre fui una más del montón. Estaba tan moreno y musculoso como recordaba? O me lo había imaginado, en realidad no se demoró mas de un minuto en entrar y salir. pero es que todavía estaba todo el local impregnado de su perfume.  De un plumazo se me borro la bobera cuando pensé que podría ser alguien peligroso. Un asaltante  que intimidaba a las dependientas con semejante desfachatez para ver si estaban solas y luego desvalijar el negocio. Así que mire  rápidamente a mi alrededor para ver que tenia de valor, pero mi local era un locutorio bastante viejo, que no tenía ni 100 euros en la caja porque era pronto por la tarde y normalmente  se hace caja  de 12 a 3 de la mañana y  yo plegaba a las 20hs. El ordenador era viejo también y no le funcionaba la letra e., no no era posible, lamento reconocerlo pero lo único de valor en ese local era yo.
Así que retoque mentalmente mi historia del malhechor que entraba en el locutorio y tomándome con sus fuertes y perfumados brazos mientras me besaba apasionadamente  me arrancaba la ropa con los dientes y me poseía allí mismo en el mostrador. Salí de mi acalorado pensamiento cuando me pillé un dedo cerrando el cajón mientras sin darme cuenta guardaba todos los objetos punzantes.
Madre mia pero que me estaba pasando. Ponerme así por un desconocido, menos mal que ya eran las 17hs y empezaba a entrar personas al fin.
Sobre las 18hs y con el garito a tope se me paro el corazón cuando le olí  de nuevo temí levantar la vista porque ya me sentía desnuda. Y me lo encontré allí plantado delante del multifacético y redescubierto mostrador con una  chocolatina en la mano. Sin esperar a que dijera nada me soltó sin tapujos, regresare a cada hora, hasta que salgas, voy a invitarte a tomar una copa. Dejo la chocolatina en el mostrador se dio media vuelta y se fue.
 Fue la hora más larga de mi vida.  De a ratos se me perdía la vista corrigiendo datos de mi mito erótico. Confirmando que la camiseta negra se le pegaba a la parte superior del perfecto y musculoso torso como un guante, que tendría unos cuarenta y pocos años, pelo negro y brillante con algunas canas, un maxilar ancho y fuerte con una incipiente barba, llevaba unos vaqueros igualmente ceñidos,  en fin a mi entender iba provocando!!!
A las 6.50 hs ya me temblaban las rodillas,
 decidí que me estaría tomando el pelo y que yo estaba picando como una tarada. Me sentía sudada y sucia, ni siquiera me había depilado, maldita suerte. mejor me escapaba cuando llegara mi compañero 10 minutos antes. A las 7 en punto me saludo desde detrás del cristal de entrada y se señalo la muñeca indicando la hora y por primera vez vi que tenía los ojos más verdes que he visto nunca.
Ya estaba decidido, me tenía que escapar, no podía permitir que un tio tan bueno se me acercara sin haberme bañado, depilado, exfoliado, cepillado los dientes, cortado las uñas de los pies, y habérselo agradecido a la virgen con una vela en condiciones.
Esta si que fue la hora mas larga de mi vida, cuando llego mi compañero a las 7 y media le obligué a cuadrar la caja en 5 minutos y le suplique que me dejara irme 15 minutos antes con sobornos varios, pero no tuve surte, nunca fue muy enrollado, así que a las 8 me santigüé y salí de mi trabajo con la pose mas casual y glamorosa que se me ocurrió. Así conocí a Carlos Gonzáles, edad, 41 años, profesión estriper del local Lolas, su numero artístico, el militar cahondo!!!


Buscando el cinco - Cristina

Como cada jueves por la tarde, internet le proporcionaba toda la información sobre las futuras posturas que iba a practicar. Ese día se decanto por "la medusa" que tal y como rezaba el enunciado aseguraba una penetración profunda entre caricias y besos.

Tenía una libreta donde anotaba cada postura que había practicado con sus pros y sus contras y al lado una columna donde las puntuaba del uno al cinco. De momento la ganadora con cuatro puntos era "la posesión".

Mañana hará seis meses que inicio el juego, y espera encontrar algún día la postura que consiga el cinco. Aunque en el fondo encontrarla sería una forma de acabar con el juego, y después de tantos años de sequía volver a jugar a sido todo un descubrimiento a su sexualidad.

Rondaba los cuarenta y cinco años y aún era una mujer muy atractiva. Durante los últimos siete años pensó que su vida sexual se había acabado y ya lo había aceptado hasta que internet cambio su vida, ofreciéndole un giro de 360º a sus relaciones sexuales. Jamás pensó que sería capaz de tales posturas, algunas imposibles de describir. Se sentía como una veinteañera capaz de realizar las acrobacias más locas del mundo.

Se oye un portazo.
- Hola !ya estoy en casa.
- Hola cariño, ¿Qué tal tu día?
- Estoy destrozado, me voy a la ducha.
- Voy a preparar algo de cena. ¿Qué te apetece?
- Lo que sea, me es igual.
- Vale.

Mientras él esta en la ducha ella envía un sms: mañana 9.30 h. en tu casa. "Medusa" para desayunar.

Cuaderno de bitácora: sesión 46


1 de junio de 2013, siete de la tarde, reunión en Can Ignasi. Asistimos a la sesión: Pau, Jason, Romanie, Anahi, Rocio, Silvia, Cristina y Antonio. Como invitado está César, quién realizará fotos del grupo durante las lecturas.


Ejercicio:  Un texto en el que se trate el tema del sexo.


Lecturas compartidas:
  • Vicente Valero: "Diario de un acercamiento"
  • Paul Auster: "Poesía completa"
  • Félix de Azua: "Historia de un idiota contada por él mismo"
  • Película recomendada: "Hysteria" 

miércoles, 5 de junio de 2013

4 fugas en 4 haikus - Guillermo


El clarinete
pregunta al oboe
si conspiran.



Prisionera
de la roca: escapas,
agua que fluyes.



Cumbre de hielo:
no impides que el sol
se pronuncie.    



Te has ido.
Y estas rosas quedan,
desconsoladas.

La fuga ... - Antonio

-¿Está todo listo? ¿Si? De acuerdo, comenzamos. Ibiza, 26 de noviembre de 2012. Agente Carlos Yañez. Caso “Fuga masiva”, comisión de evaluación. Entrevista de ratificación de datos con el Sr. Marcos Valdeolmillos…
-Disculpe, ¿es realmente necesario grabar todo esto? ¿No sé? ¿Es necesario?
-Mire Sr. Valdeolmillos esto es por su propia seguridad, ya se lo he dicho. Lo marca el protocolo.
-Si, lo sé, pero ya firme la primera declaración. ¿Qué pasa, no me cree?
-Lo que yo crea da igual. Me limito a hacer mi trabajo.
-¿Necesito asesoramiento?
-Eso lo decide usted. ¿Quiere o no contestar a las preguntas?
-En fin. Me parece todo algo exagerado, pero bueno, contestaré. Aunque ya digo que no creo que pueda añadir nada nuevo.
-Bueno. Centrémonos en los hechos ocurridos el pasado 25 de noviembre entre las siete y las ocho de la mañana.
-De acuerdo.
-¿A qué hora llegó a su puesto de trabajo?
-Sobre las siete.
-¿Antes o después de las siete? Sea preciso.
-Joder. Como a las siete y cinco.
-¿Con quién se cruzó?
-Pero esto, ¿de qué va? Pues con los agentes de seguridad de la entrada.
-Ellos afirman que llegó usted a las siete y diez.
-Me cago en todo. Pues serían y diez. Hable con el director y que me lo quiten de la productividad.
-Tranquilícese. Vayamos a los hechos. ¿A qué hora llegó a la galería del sector 3?
-Unos quince minutos después. El tiempo de llegar, ponerme al día del informe dejado por mi compañero anterior mientras tomaba un café de mierda de la máquina.
-¿No toma café en casa?
-Y a usted qué coño le importa.
-Perdón. ¿Qué decía el informe?
-Nada destacable. Normalidad total. Sabe, nuestro trabajo es mucho más monótono y aburrido de lo que la gente se cree.
-¿Sr. Valdeolmillos, cuándo se dio cuenta de la fuga?
-Nada más llegar a la galería.
-¿A qué hora cree que se produjo?
-Y yo que sé. Por la noche, en algún momento entre la última comprobación de mi compañero y mi llegada. A juzgar por el agujero y el gran charco en el suelo, debía de hacer unas horas que se había producido.
-¿Qué hizo?
-Pero, ¿qué coño de pregunta es esa? Ya lo sabe, avisar enseguida de la emergencia.
-¿A quién?
-Mire caballero, me tiene hasta los huevos. ¿Van ustedes o no a hacer la reparación?
-Mire Sr. Valdeolmillos, yo sólo soy el perito del seguro, y he de corroborar que la rotura de la tubería no se debe a una negligencia humana, ajena a los supuestos cubiertos por la póliza del contrato.
-Cojonudo, pero el aeropuerto sigue cerrado hasta que a ustedes les de la gana arreglar la puta fuga de agua.

Nacido para ser libre - Cristina

Juan Moreno Robles, 53 años, condenado a 15 años de prisión por robo a mano armada.
La celda de Juan se encuentra  en la cuarta planta del Centro Penitenciario de Victoria Kent, en Madrid.  Su celda es la 232. Esta sólo, su último compañero se encuentra en la enfermería, nadie sabe el motivo.

Como cada tarde se dispone a echar una cabezada. Se sumerge en un sueño que lo lleva a la infancia, cuando tenía 8 años. Juan era hijo único, su padre salió un día a faenar y nunca volvió. Desde entonces su madre lo culpa de todas sus desgracias. Retrocede en el sueño hasta la noche que se fugo de casa para liberar a los pájaros de Miguel, su vecino. Miguel erá viudo, estaba jubilado y su única distracción eran los pájaros. Tenía un cobertizo con 20 o 30 pájaros enjaulados. A Juan le gustaban los pájaros y no podía entender como Miguel, podía tenerlos entre rejas. Los pájaros han nacido para ser libres, eso pensaba. Así que aquella noche se fugo de casa para liberar a los pájaros. Salió por la ventana de su dormitorio sigilosamente para no despertar a su madre. Miguel no era un hombre muy precavido y fue relativamente fácil entrar en el cobertizo y soltarlos uno a uno. Cuando acabo volvió a su casa, entro por la ventana del dormitorio y se metió en la cama,  se durmió plácidamente en cuestión de segundos.

A la mañana siguiente, el grito de su madre lo despertó. Bajo al comedor y allí estaba Miguel, su vecino, con mirada acusadora. Juan lo negó todo. Estuvo todo el día castigado en su cuarto. No le importó. Desde su ventana podía ver los pájaros posados en la copa del abedul, estaba convencido que algunos de ellos eran los liberados la noche anterior.

El trino de un pájaro lo saco de su sueño, se acerco a los barrotes y vio a un pequeño petirrojo posado en el hueco de la ventana. Se observaron mutuamente durante unos minutos, después el petirrojo alzo el vuelo y desapareció entre las blancas nubes, rumbo hacia el sur. Miguel cerró los ojos e imagino su vuelo. 


Eivissa a 19 de mayo de 2013

Cris

    

La fuga - Pau

El rosal junto al pozo
dice que sí cada vez que lo miro.
Estas mañanas de mayo
tan llenas de frescura...
Triunfo de la Resistencia invernal
ante el abrasador ejército del verano
(que está a las puertas).


Me he detenido
a respirar en mi alma
tan llena de dudas,
tan llena de certezas.
He parado los relojes,
he puesto mi mejor música.
Soy un fugitivo.
Dentro de mí he encontrado refugio.
La soledad es una campana
que se fugó del ruido.


Ayer planté un huerto.
Un huerto es la antifuga:
miles de pequeñas raíces
me aprisionan.


Yo no quiero fugarme,
no tengo motivos,
ni destino mejor que espere
en parte alguna.


Soy un preso que no añora la libertad,
mi casa es mi celda,
mi isla es mi penal.
Estoy encerrado entre el cielo y el mar.

Planes de fuga - Silvia

-¡Vayámonos de aquí!
-Eso estaría muy bien
-Lo digo en serio, ¡hagámoslo!
-Y ¿cómo?
-Pues no sé… Podríamos tomar el último tren, así, con lo puesto, sin llevarnos más que a nosotros mismos. Salimos de aquí cuando cierren, cada uno por su lado, como si no nos conociéramos y nos encontramos en la estación. Subimos a ése tren y no volvemos nunca más.
-¿Estás segura? Yo tampoco estoy tan mal aquí. No sé, me gusta este lugar.
-¡Pero aquí no podemos ser libres! Demasiados ojos mirando, demasiadas bocas hablando, demasiada gente nos juzga. No puedo soportar más esta doble vida, este hacer ver que no me importas cuando lo único que deseo es abrazarte. Sonreir a los demás mientras no puedo dedicarte a ti  una sonrisa. Morir por dentro mientras reprimo un beso… Ya no puedo seguir así. Necesito liberarme, moverme, cantar, bailar. Bailar contigo.
-O sí, claro, a mí también me gustaría. Espera, disimula, que viene alguien….       Uf, por poco nos pillan…. Perdona ¿me decías?
-Te decía que te veo poco por la labor. Creo que tu ya estás bien así y que no piensas hacer nada por cambiar nuestra miserable situación.
-Tampoco es eso. Yo también te quiero y me parece muy bonito todo esto que dices pero, de alguna manera, no lo veo factible. ¿Dónde quieres que vayamos? ¿De qué piensas vivir?
-Pero ¡qué más da! Solo necesito sentir la libertad. Quiero que vayamos lejos, donde nadie nos conozca, donde nadie nos juzgue. Salir de esta prisión, de este escaparate. Y ¿de qué pienso vivir? Lo que pienso es en vivir. Esto que soportamos no es vida. ¿Es que no te das cuenta? Por favor, ¡sácame de aquí!
Él la miró de reojo, ella le miró a su vez. Se miraron en un lapso de tiempo que pareció eterno.
-Por lo menos dame un beso….
-Sabes que no puedo…
Una lágrima de triste desesperación rodó por su mejilla. Levantó la mirada y volvieron a encontrarse. Pasó un minuto, luego otro. Allí permanecieron, inmóviles, manteniendo la compostura.
Maldijo entre dientes su ropa impuesta, su postura impuesta, su sonrisa impuesta. Maldijo haberse enamorado de su compañero de escaparate. Por primera vez en su vida maldijo ser un maniquí, su inmovilidad, su destino.

La Fuga - Anahi


La fuga.
Esta historia está basada en hechos reales, para proteger la identidad de  algunos de las personas implicadas en esta historia, hemos cambiado los nombre, menos el de la protagonista principal. Que tiene un nombre muy chulo.
La fuga de Céleste.
Hace alrededor de 7 años, por cosas del destino, sin tener donde vivir, me acogió una comunidad, en donde la mayoría de los integrantes eran personas de la tercera edad, solteras y sin hijos,  en su mayoría mujeres, Francesas y Canadienses. Fueron tiempos tranquilos, llenos de saludos cordiales entre caminitos de piedras rodeados de flores. Aparte de alguna caída, todos se acostaban pronto y se levantaban pronto . Gente afable y civilizada.
Me encontraba yo cierta mañana de paseo por los jardines, cuando de pronto veo una imagen inaudita, que me lleno de un profundo escalofrío. Vi por primera vez a Celeste, un Yorkshire de mediana edad que corría a toda velocidad y se escondía entre los hierbajos. No sabia que ocurría. Siempre creí que no podía correr, porque medía menos de 30 centímetros y pesaba como un cerdo mediano, solía pasearse con la lengua colgando a un lado y su peinado de tres lacitos rosas, a la velocidad de una tortuga, sentándose a recuperarse cada 4 metros. Algo terrible debía ocurrir
A lo lejos  oigo a su dueña Cloudine, llamarla de forma tranquila y algo melodiosa. Algo así.
Celeesteeeeeeeeeeeee!!!! Celesteeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!! Celeste!!!!!!!!!
Siguió llamándola insistentemente, hasta llegar donde yo estaba, que no había podido moverme a causa de la impresión, y la curiosidad. Me saludo muy dulcemente como siempre, y me pregunto por el perro. Apunto estuve de relatarle lo ocurrido.  Cuando me di cuenta que llevaba en una mano los lacitos rosas y en la otra un peine viejo lleno de cristales de colores imitando al gato de hello kitie.
Lo comprendí todo de inmediato y aunque cloudin me caía verdaderamente bien, no pude más que empatizar con el pobre perro, así que con gran pesar le mentí, sabiendo que seguiría buscándola lo que hiciera falta. Decidí no intervenir y decirle que no sabia nada del asunto en cuestión y retomar mi camino hasta el primer árbol que encontré para ver la resolución de la huida.
Cuando el sonido de la voz de cloudin le pareció lo suficientemente lejos, salio de su escondite con su melena al viento y creo recordar que con paso más que alegre en dirección a su casa…
Desde entonces ya no me ladró más cuando pasaba por la puerta de su casa. Quiero imaginar que por gratitud, pero es un perro, y quien sabe!!!


Cuaderno de bitácora: sesión 45

 
 19 de mayo de 2013, siete de la tarde, reunión en Can Blai. Asistimos a la sesión: Pau, Jason, Romanie, Anahi, Guille, Silvia, Cristina y Antonio.


Ejercicio:  Un texto en el que se trate el tema de "la fuga".


Lecturas compartidas:
  • Juan José Millás: "El Mundo"
  • Fernando Pessoa: "El libro del desasosiego"
  • César Vallejo: (pasaje de un poema) "Media luz" 
    • “He soñado una fuga. Un ‘para siempre’
      suspirado en la escala de una proa;
      He soñado una madre;
      unas frescas matitas de verdura,
      y el ajuar constelado de una aurora.”

Algunas cosas no han cambiado - Pau

Algunas cosas no han cambiado, sigue manteniendo la figura juvenil que siempre tuvo, un poco encogida, sí, el peso específico de los 70 años. Los ojos, siempre los ojos, son los testigos silenciosos pero elocuentes de nuestro momento en el tiempo. Los tuyos hablan de una vida sencilla, áspera muchos días, trabajada y, a veces, recompensada. Viviste una larga vida, casi siempre en vilo, con un mínimo de tensión necesaria para mantener la alerta.
Nunca dejar de nadar. Tú sabes que no eres de esos que si dejan de nadar no avanzan pero flotan; tú te ibas a pique si no nadabas.
Los achaques físicos no empañan la imagen retrospectiva de una vida aprovechada y bien vivida, sabiendo encontrar la carne pegada al hueso, floreciendo oportunamente con un poquito de lluvia, sabiendo esperar y subiendo en marcha a trenes que nadie sabía cuando pasarían.
Hay huellas hondas de amor y de hermosos recuerdos, bien visibles en el rastro vital. También, claro muchas lágrimas llenando pequeños aljibes internos, de penas y desesperanzas. Mientras tanto, el presente es tranquilo: es la edad y un poco de sabiduría. Sientes agradecimiento por haber vivido lo suficiente para experimentarlo.
Ahorala vida, tu vida, ha llegado al remanso en el que descansa el río que un día fue torrente y ya intuye en el aire la sal cercana del mar ineludible.

Rocío - Silvia

ROCÍO
Rocío tiene a Bestia en su regazo. Le transmite paz este gato de angora que parece meditar antes de actuar. Está sentada se un balancín de mimbre, bien aprovisionado de cojines, en su rincón de mesa-camilla y flexo. Su rincón preferido.
Rocío está tranquila, ya nunca corre. Atrás quedaron las prisas y las ansias. Ahora medita, como su gato, antes de tomar una decisión y jamás se precipita. Se siente a gusto con esa paz interior, le da la sensación de haber conseguido una meta.
Rocío se ha aficionado a la pesca. Suele levantarse antes que el sol y prepara cuidadosamente todo el material que ha de necesitar. Con las primeras luces echa a andar el medio quilómetro que la separa del espigón de rocas donde tira la caña mientras observa la inmensidad y piensa en nada. El paso de las horas solo se refleja en el avance del sol y así va pasando la mañana en agradable compañía de sí misma y de los peces que van picando. Muchos los devuelve al mar. Solo mete en la cesta los que necesita. A veces lleva un libro, otras veces el pequeño transistor, pero la mayoría de las veces no necesita distracción, pues este rato de contemplación y meditación le colma el espíritu. Cuando le parece bien, recoge y vuelve a casa.
Ya en casa, a Rocío le gusta ocuparse del jardín y del pequeño huerto que hay detrás de la casa. Allí también se le van las horas entre mimos y podas.
Cuando hace mal tiempo, o en las largas tardes de invierno, Rocío se refugia en su balancín, en su rincón junto a la estufa. Enciende el transistor y teje diversos tipos de prendas de lana con los que da calor a los suyos. Unos guantes para Max, una bufanda para Clara o un chaleco para Julia. Éstos vienen de visita todos los domingos, día que Rocío dedica a la cocina, a la comida y a la sobremesa en grata compañía.
A veces Rocío recuerda sus años mozos, su vitalidad, sus campañas en busca de animales extraños con la esperanza de encontrar una especie por clasificar, sus sueños de juventud. Y sonríe, porque no hubiera podido encontrar mejor futuro a sus expectativas de años atrás.
Pero lo mejor en la vida de Rocío, lo mejor de este tiempo de calma, de estos años sin prisa es la serena presencia de su media naranja. Él también tiene sus actividades matutinas, pero pasa las tardes sentado en el balancín de mimbre que se encuentra junto al suyo. A ratos él le toma la mano, y ella se siente plena.

King Kong - Pau

Desde que salí del huevo, hace ya casi tre lunas llenas, habito en mi tela en una esquina de una habitación extremadamente fría y humeda. Mi casa está justo encima del bote de espuma de afeitar. Es un sitio seguro, nunca en mi vida lo he visto moverse.
Vivo en los dominios de un monstruo, le llamo King-Kong. Entra a verme unas diez veces al día; a veces me mira, pero otras muchas no me hace caso. La comida es buena, abundan las polillas y los mosquitos, pero la vida aquí es muy dura.
Ayer llegó un refugiado de la cocina. King-Kong demolió su vivienda y la de otros muchos congéneres. Anoche, en la paz nocturna, contó historias de la cocina. Había televisión, radio, internet, temperatura agradable en invierno y verano, y asistías cada día al espectáculo de la vida de King-Kong: verle cocinar, comer, cantar, leer, amar, llorar, reir...Pero es un sitio `peligroso, siempre se vive con el pánico de los sábados por la mañana. Cuando no suena el despertador a las 6, se mueven todos los hilos de alarme  en las telas. Los relatos de quienes han  sobrevivido a la furia del gigante son estremecedores: familias enteras engullidas por el dragón que todo lo aspira, de ruido infernal. Los mayores cifran la edad media de las colonias de la cocina en dos lunas.
Nosotros, aquí, en esta caverna húmeda, vivimos más tranquilos. Los días se van alargando, la temperatura se suaviza, hay más comida que nunca y estoy a punto de celebrar mi tercera luna. Ha entrado King-Kong y se ha mirado la barba en el espejo, como midiéndosela. La luna llena asoma por la ventana de mi pequeño país. El ogro ha puesto música, se ha desnudado y ha abierto el grifo del agua caliente.