jueves, 25 de abril de 2013

Un edificio gris - Pau

Un edificio gris, achaparrado, de sólo 34 plantas en el que sólo vivo yo. La última catástrofe nuclear dejó esta pequeña ciudad desierta hace ya siete años. Yo no me quise marchar. Bastante antes del cataclismo, mi vida había perdido todo su sentido. Decidí quedarme a morir en las calles desiertas y olvidadas de Melién.
De noche, en la 5ª planta del edificio gris en el que vivo, permanezco atento a los sonidos que pueblan este monstruo: cañerías que crujen y gotean, ventanas que se cierran con estrépito en todas las plantas, falsos techos que van desmoronándose aquí y allá, las lechuzas del piso de arriba, las ratas de la habitación de al lado...
Permanezco atento, también, a los efectos de la radiación en mi cuerpo; dentro de mí, también crujen y gotean cañerías.
Ayer soñé con las calles de Melién populosas y primaverales. Yo paseaba con una bella desconocida cogida de la mano. Nos besamos lárgamente en un banco del parque, bajo un limonero. Cuando desperté, mi cara se inundó de lágrimas; todavía saboreaba la saliva caliente de aquella mujer.

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