jueves, 25 de abril de 2013

El Candidato - Silvia

EL CANDIDATO (SEMBLANZA DE GUILLE)
-¡El siguiente!...
Entró un hombre alto, de facciones estiradas, músculos largos y delgados y paso indeciso. Rondaría los 40. Su postura, ligeramente curvada la columna vertebral, denotaba un poco de inseguridad. Pero sus ojos reflejaban el conocimiento preciso del asunto que allí le había llevado.
-Buenos días…. Vengo por la plaza de profesor de ajedrez.
-¡Cómo todos los que están esperando! Hay que ver… - No le gustó la vulgaridad de su interlocutor, aunque comprendió que éste no estaba disfrutando del trabajo que le habían encomendado, así que le perdonó. –¿Ha traído el currículum?
-Sí, sí… aquí tiene.
-A ver… no ha adjuntado fotografía. En la convocatoria se indicaba claramente que el currículum debía llevar fotografía del candidato.
-¿De veras? No me di cuenta. Le traeré un fotografía enseguida.
-No, no se lo puedo aceptar.
-Pero ¿qué me dice? Échele un vistazo. Tengo una gran experiencia, he participado en numerosos torneos con unos resultados muy buenos. Se me da muy bien enseñar…
-¿Se lo tengo que explicar? No le ha puesto la foto, no lo puedo aceptar. Aquí acaba la cosa.
-Oiga, le estoy diciendo que voy a traer la foto en un cuarto de hora. Quédese el currículum y…
-Mire, las normas son estrictas.
Sintió cómo la sangre se le subía a la cabeza. Estiró y flexionó los dedos con fuerza, apretó las mandíbulas y los labios, estiró su cuerpo creciendo medio palmo y golpeó la mesa con el puño cerrado, enviando por los aires papeles, clips y lápices.
-¡¡Me tienen sin cuidado las normas!!¿Es que usted no tiene corazón? ¡Llevo dos horas esperando en esa sala, cuatro días esperando ansiosamente la entrevista y una vida entera anhelando un trabajo como éste! ¡Soy el candidato ideal, no me puede despachar así! ¡Este trabajo es mío y usted no es nadie para impedírmelo! Le digo que se quede el currículum y antes de que acabe la mañana tendrá su maldita foto!
El chico tras el mostrador le miraba con grandes ojos y la boca abierta. Se quedaron unos segundos mirándose a los ojos mientras el aire se iba volviendo pesado. Lentamente, muy lentamente, los labios del chico fueron esbozando una sonrisa, como si se le estuviera ocurriendo alguna idea. Mientras continuaba mirándole fijamente a los ojos, dijo:
-El siguiente….

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