EL CANDIDATO (SEMBLANZA DE GUILLE)
-¡El siguiente!...
Entró un hombre alto, de facciones estiradas,
músculos largos y delgados y paso indeciso. Rondaría los 40. Su postura,
ligeramente curvada la columna vertebral, denotaba un poco de inseguridad. Pero
sus ojos reflejaban el conocimiento preciso del asunto que allí le había
llevado.
-Buenos días…. Vengo por la plaza de profesor
de ajedrez.
-¡Cómo todos los que están esperando! Hay que
ver… - No le gustó la vulgaridad de su interlocutor, aunque comprendió que éste
no estaba disfrutando del trabajo que le habían encomendado, así que le
perdonó. –¿Ha traído el currículum?
-Sí, sí… aquí tiene.
-A ver… no ha adjuntado fotografía. En la
convocatoria se indicaba claramente que el currículum debía llevar fotografía
del candidato.
-¿De veras? No me di cuenta. Le traeré un
fotografía enseguida.
-No, no se lo puedo aceptar.
-Pero ¿qué me dice? Échele un vistazo. Tengo
una gran experiencia, he participado en numerosos torneos con unos resultados
muy buenos. Se me da muy bien enseñar…
-¿Se lo tengo que explicar? No le ha puesto la
foto, no lo puedo aceptar. Aquí acaba la cosa.
-Oiga, le estoy diciendo que voy a traer la
foto en un cuarto de hora. Quédese el currículum y…
-Mire, las normas son estrictas.
Sintió cómo la sangre se le subía a la cabeza.
Estiró y flexionó los dedos con fuerza, apretó las mandíbulas y los labios,
estiró su cuerpo creciendo medio palmo y golpeó la mesa con el puño cerrado,
enviando por los aires papeles, clips y lápices.
-¡¡Me tienen sin cuidado las normas!!¿Es que
usted no tiene corazón? ¡Llevo dos horas esperando en esa sala, cuatro días
esperando ansiosamente la entrevista y una vida entera anhelando un trabajo
como éste! ¡Soy el candidato ideal, no me puede despachar así! ¡Este trabajo es
mío y usted no es nadie para impedírmelo! Le digo que se quede el currículum y
antes de que acabe la mañana tendrá su maldita foto!
El chico tras el mostrador le miraba con
grandes ojos y la boca abierta. Se quedaron unos segundos mirándose a los ojos
mientras el aire se iba volviendo pesado. Lentamente, muy lentamente, los
labios del chico fueron esbozando una sonrisa, como si se le estuviera
ocurriendo alguna idea. Mientras continuaba mirándole fijamente a los ojos,
dijo:
-El siguiente….
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