jueves, 25 de abril de 2013

Cuaderno de bitácora: Sesión 43

Sesión 43
 
21 de abril de 2013, seis de la tarde, reunión en Es Pou de s'hereva. Asistimos a la sesión: Pau, Rocio, Jason, Romanie, Anahi, Guille, Silvia, Cristina y Antonio. En esta sesión se incorpora al grupo Cristina.

Ejercicio:  Escribir una situación que ha de comenzar en un baño, y en la que éste ha de tener un papel principal.

Lecturas compartidas:
  • Fernando Pessoa: "En palabras y en imágenes".
  • Alessandro Baricco: "Seda"
  • Luis Izquierdo: "La piel de los días"

Guillermo Schafer - Antonio

Guillermo Schafer

Recuerdo haberle visto una sola vez. Habíamos hablado en muchas ocasiones a lo largo de los cuatro meses que precedieron a la entrega del premio. Conversaciones cortas, de contenido burocrático y logístico, en las que siempre encontró un hueco para alguna frase calurosa y algún recuerdo del tiempo que compartió con mi padre, muchos años atrás, antes de yo nacer.
Para mí siempre había sido un personaje casi mítico. Primero mi padre me habló de él en numerosas ocasiones, y, cuando ya falleció, fue mi madre quien me continúo regalando los libros de poesía y ajedrez que Guillermo Schafer publicaba.
Con motivo de su viaje de regreso a la isla, para recoger el premio, tuve que preparar un discurso de introducción y presentación en homenaje a su persona, alguien que para mí siempre había sido tan cercano y tan lejano. Ese tipo de cosas que preparas con mimo y con miedo, con el cuidado propio del respeto y la secreta admiración, y, también, con el temor a que conocer al personaje en carne y hueso cambie por siempre esa percepción idealizada, que mine un cimiento indiscutible de tu vida.
Busqué entre los papeles y los archivos digitales de mi padre. Encontré numerosos escritos, tanto del propio Guillermo, como de mi padre en referencia a él o a los textos que el escritor uruguayo le enviaba. Entre todas las joyas desordenadas, encontré una semblanza hecha por mi padre, casi cuarenta años atrás. Imposible hacer mío aquel escrito, pero si entresacar de él algunos apuntes esenciales para entender la naturaleza del personaje y de su relación con la isla y sus amigos. Dejo aquí constancia de algunos pasajes, a modo de muletas:
“Una mente inquieta, emprendedora e inquisitiva, encerrada en un cuerpo enjuto, ambos, cuerpo y mente, de una fortaleza y una seguridad impropia a los ojos. […] Guillermo siempre esconde más de lo que muestra, casi sin querer, no por cálculo, no por interés, tan sólo por el simple hecho de que hay mucho ahí dentro. Guillermo para mí es varias vidas en un solo cuerpo. […] Un crisol poliédrico del amigo, el estratega ajedrecista, el jardinero, el lector empedernido, el tipo sociable, la generosidad desinteresada, el acento uruguayo, profundo e hipnotizante, el amor por el buen vino… […] Schaffer construye, continuamente, diseña y construye, con la mente, con las manos, con la vista, pero también demuele, porque los paisajes mentales para él nunca son perfectos y siempre cambian, porque las incoherencias personales son parte de nuestro mapa. Pero en el balance a lo largo, que es como cuentan los restos de la vida, su paisaje ideal se va extendiendo y va ganando matices y sutilezas […]. Guillermo es la mezcla del Océano Atlántico y del Mar Mediterráneo, una tormenta bajo las aguas de la calma.”
Tales eran los términos en que mi padre sellaba su visión y la amistad que les unía.
Llegó el día del premio y nos conocimos, salvamos de la mejor manera la ceremonia y las alabanzas y enhorabuenas de personajes políticos que jamás habían tenido interés por una sola de las líneas del homenajeado, ni, en realidad, por las de nadie. Muchos obligados a estar en un acto frente a un escritor que siempre les plantó cara, irreductible, con la fuerza de quien maneja el lenguaje lo suficiente cómo para molestar sin insultar. Declinó la cena de homenaje, y me emplazó a comer juntos al día siguiente. Me dijo que me llevaría a un magnífico restaurante, “de mis tiempos”, recalcó. Bajo un sol de mayo, nos dirigimos a “la cueva del oso”, Can Ignasi, morada de Pau.García. Allí compartimos una magnífica paella con los miembros aún vivos del mítico elgrupociento34. Una reunión de amigos, algunos de los cuáles no se habían visto en más de veinticinco años y que probablemente estaban ante una de las últimas oportunidades de compartir una sesión de escritura. Parecía como si no hubiese transcurrido ni un solo día. Yo fui parte de ese día, tuve esa suerte del testigo privilegiado. Yo puedo decir que Guillermo Schaffer, al despedirse de mí en el aeropuerto aquella misma tarde me abrazó con fuerza, sonrió y me dijo, confundiéndome con mi padre: “Antoñito, volver a la isla y verlos a todos ha sido el mejor regalo”.
Desde entonces, hace tan sólo un par de años, el mito sigue en pie, el hombre también. Intercambiamos algunas cartas de puño y letra al año, y en una de las últimas reescribía a modo de recuerdo uno de sus versos más famosos:

“Regresar es acaso tomar un tren con destino a tu propia memoria.
Reconocer la tierra sin ser visto.
Caminarla con cierto desasosiego.”

Diario de Ibiza, 5 de abril de 2053. Con motivo del 80 cumpleaños del poeta Guillermo Schafer, hijo adoptivo de la isla de Eivissa.

Semblanza Guille - Anahi


Semblanza Guille
 
No es difícil para mi imaginar a Guille de mayor.
Delgado al extremo un poco encorvado pero es inevitable. Lo mas pulcro imposible nada dejado al azar pero solo con lo imprescindible. 
Zapatillas de tela que en un tiempo fueron blancas. Pantalón recto  con algún remiendo discreto. Su rebequita de lana obscura fina abotonada con bolsillos en los cuales lleva un viejo pañuelo de tela, que aparte del servicio, refresca la memoria con viejos recuerdos de amor . Un tornillo, algo que meterse en la boca, tal vez un palito de árbol, a modo de cigarro, la llave de casa, pero no la de la puerta principal, la del trastero que es en donde deja las llaves de casa escondidas, a fuerza de perderlas  y quedarse fuera . Afeitado y perfumado con unas gafas perfectamente arregladas con un trozo de celo colgando al cuello y siempre la mirada en el horizonte. El mate al hombro aunque ya no se lo permitan. Paseando por el campo mientras espera que este lista la comida, he imaginando por donde podar algún árbol olvidado Tal vez ya haya aprendido a adivinar el clima por el vuelo de los pájaros y la forma de las nubes.
Un poco osada tal ves mi anticipación de los hechos, pero para mi Guillermo es un hombre fuera del tiempo, así nació, así creció y así murió. Un poco chapado a la antigua en donde dar la palabra era más importante que el dinero y el que dirán. De mirada y corazón noble. En donde pone el ojo, pone la vida  para siempre. Fiel a sus amigos y a su mujer, que aunque no la lleve al altar, él ya se ha casado desde el primer momento con ella. Todo requiere de mucho tiempo, como el vino, claro. Paciencia es su definición de la vida. Le gusta observar como de los pequeñas cosas nacen los grandes sueños y no se desvela por ver el final, ya llegará si llega y si no, alguien estará allí para apreciarlo.
Un eterno romántico soñador tan amante de la soledad como de la excelente compañía. No espera menos de la vida. Por eso lleva coleccionando libros de tiempos inmemoriales, no siempre porque sean buenos o bonitos, algunas veces por algún detalle que les hacen únicos, una dedicatoria, algún detalle escondido entre sus páginas que le evocan viajes mágicos y reveladores.
Exuberante en la mente y minimalista en la vida diaria. Y aunque los quehaceres de la casa no son lo suyo , brilla como una galaxia entera cuando escribe y recita, el mayor placer para los que le apreciamos, es permitirnos oír de sus labios los bellos versos que nacen de su corazón.  Cumple 40 años pero da igual, como si fueran 10 o como si fueran 1.000.

Apareció en un barco - Pau

Guille apareció en un barco,
todo el mundo lo sabe.
Ya era poeta y ajedrecista;
poeta de raíz, ajedrecista de semilla.
Su semilla Schaffer

se paseó por las trincheras de Francia
en la Gran Guerra
y acabó floreciendo en el paisito, Uruguay.
Su rostro de líneas rectas, sueño de un caricaturista,
lo define: recto y cabal, suave y bueno.
Escribe poesía esencial
de palabras perfumadas
dichas en su idioma,
nuestro idioma,
el de la poesía.
No he visto a nadie
tratar los libros con más devoción,
delicadeza y amor que Guille,
su Vallejo, su Zagajewsky,
acariciados por sus manos.
Últimamente se ha afiliado
al gremio de los leñadores poetas;
ahí está su flamante motosierra
preparada para días
de combate y gloria obrera.
Estas algunas pinceladas toscas
del retrato de Guille,
enorme persona,
mi amigo.

El Candidato - Silvia

EL CANDIDATO (SEMBLANZA DE GUILLE)
-¡El siguiente!...
Entró un hombre alto, de facciones estiradas, músculos largos y delgados y paso indeciso. Rondaría los 40. Su postura, ligeramente curvada la columna vertebral, denotaba un poco de inseguridad. Pero sus ojos reflejaban el conocimiento preciso del asunto que allí le había llevado.
-Buenos días…. Vengo por la plaza de profesor de ajedrez.
-¡Cómo todos los que están esperando! Hay que ver… - No le gustó la vulgaridad de su interlocutor, aunque comprendió que éste no estaba disfrutando del trabajo que le habían encomendado, así que le perdonó. –¿Ha traído el currículum?
-Sí, sí… aquí tiene.
-A ver… no ha adjuntado fotografía. En la convocatoria se indicaba claramente que el currículum debía llevar fotografía del candidato.
-¿De veras? No me di cuenta. Le traeré un fotografía enseguida.
-No, no se lo puedo aceptar.
-Pero ¿qué me dice? Échele un vistazo. Tengo una gran experiencia, he participado en numerosos torneos con unos resultados muy buenos. Se me da muy bien enseñar…
-¿Se lo tengo que explicar? No le ha puesto la foto, no lo puedo aceptar. Aquí acaba la cosa.
-Oiga, le estoy diciendo que voy a traer la foto en un cuarto de hora. Quédese el currículum y…
-Mire, las normas son estrictas.
Sintió cómo la sangre se le subía a la cabeza. Estiró y flexionó los dedos con fuerza, apretó las mandíbulas y los labios, estiró su cuerpo creciendo medio palmo y golpeó la mesa con el puño cerrado, enviando por los aires papeles, clips y lápices.
-¡¡Me tienen sin cuidado las normas!!¿Es que usted no tiene corazón? ¡Llevo dos horas esperando en esa sala, cuatro días esperando ansiosamente la entrevista y una vida entera anhelando un trabajo como éste! ¡Soy el candidato ideal, no me puede despachar así! ¡Este trabajo es mío y usted no es nadie para impedírmelo! Le digo que se quede el currículum y antes de que acabe la mañana tendrá su maldita foto!
El chico tras el mostrador le miraba con grandes ojos y la boca abierta. Se quedaron unos segundos mirándose a los ojos mientras el aire se iba volviendo pesado. Lentamente, muy lentamente, los labios del chico fueron esbozando una sonrisa, como si se le estuviera ocurriendo alguna idea. Mientras continuaba mirándole fijamente a los ojos, dijo:
-El siguiente….

Me crie en el campo - Cristina

Parece un chico de ciudad, pero su cuchillo de niño le delata. Sí, algo de gaucho tiene. Por no hablar de la manta de lana que le acompaña desde su más tierna infancia.

La palabra “mate” le acompaña todos los días. Mate, no es sólo su bebida diaria, si puede le hará un jaque mate a algún incauto jugador de ajedrez vía internet. Y si de paso le vende un libro,mejor que mejor. Los libros, otra gran pasión. Guille es una persona que cuando encuentra algo que le gusta no tiene límites. Es todo o nada.
Su posición en el tablero de la vida ha dado un giro. El peón de oficina ha sido sacrificado y emerge un caballo que busca la mejor posición para el ataque.

Su frase favorita “me crié en el campo” adquiere más sentido cada día. El campo a despertado al niño,ese niño que montaba un caballo desbocado por las grandes praderas uruguayas. Y que ahora, años más tarde, intenta coger las riendas de su vida mientras repite ,“me crié en el campo”, “me crié en el campo”,”me crié en el campo”...

Cuaderno de bitácora: sesión 42

Sesión 42
 
7 de abril de 2013, seis de la tarde, reunión en Can Liliput. Asistimos a la sesión: Pau, Rocio, Jason, Romanie, Anahi, Guille, Silvia, Cristina y Antonio. En esta sesión se incorpora al grupo Silvia.

Ejercicio:  Escribir una semblanza para Guillermo, que además es nuestro anfitrión y el homenajeado por su aniversario.

Lecturas compartidas:
  • Julio Villar: "¡Eh, Petrel!"
  • Jorge Luis Borges: relato: "La escritura de Dios"

Un edificio gris - Pau

Un edificio gris, achaparrado, de sólo 34 plantas en el que sólo vivo yo. La última catástrofe nuclear dejó esta pequeña ciudad desierta hace ya siete años. Yo no me quise marchar. Bastante antes del cataclismo, mi vida había perdido todo su sentido. Decidí quedarme a morir en las calles desiertas y olvidadas de Melién.
De noche, en la 5ª planta del edificio gris en el que vivo, permanezco atento a los sonidos que pueblan este monstruo: cañerías que crujen y gotean, ventanas que se cierran con estrépito en todas las plantas, falsos techos que van desmoronándose aquí y allá, las lechuzas del piso de arriba, las ratas de la habitación de al lado...
Permanezco atento, también, a los efectos de la radiación en mi cuerpo; dentro de mí, también crujen y gotean cañerías.
Ayer soñé con las calles de Melién populosas y primaverales. Yo paseaba con una bella desconocida cogida de la mano. Nos besamos lárgamente en un banco del parque, bajo un limonero. Cuando desperté, mi cara se inundó de lágrimas; todavía saboreaba la saliva caliente de aquella mujer.

lunes, 1 de abril de 2013

Un segundo café - Antonio-Anahi

(Antonio)
El sobre de azúcar se había manchado de café, apenas en un borde. Daba igual, porque no pensaba utilizarlo, pero aún así el detalle había captado mis sentidos durante unos segundos. Supongo que la lluvia me tenía algo más sentimental e  inútilmente perceptivo que de costumbre. Imaginaba que tú no estarías en la misma situación, aunque estuvieses compartiendo la misma lluvia. Ya se había convertido en una manía y en un gesto necesario el tomar ese café de media mañana bajo tu casa. Aún a sabiendas de que nunca me atrevería a dirigirte ni tan siquiera una palabra. Suponía que vivías allí, puesto que te había visto entrar varias veces, mientras hacía mi colada en la lavandería frente a tu portal. La costumbre del café de media mañana, unido a la persecución platónica del ser ideal, hacía el paso del tiempo más llevadero, y permitía que aquel café sin encanto, tuviese una historia para mí y que fuese un lugar más en el camino dónde poder sentirme bien. Te veía llegar tan distante, tan elegante siempre, tan desconocida, que pensaba que no tenía nada más que saber de ti, que sí hubiese sabido siquiera tu nombre, todo el encanto, toda la parafernalia, el café, la tranquilidad, el momento de paz, la lluvia, el sobre manchado,  la propina, la lavandería vieja, los sueños, los pies cansados, el periódico del día, el reloj atrasado del bar…, todo, hubiese desaparecido y yo habría tenido que empezar de nuevo en otra calle, otro café, otra fascinación, otra costumbre. Prefería irme de la ciudad sin saber de ti. Y quien sabe si durante los últimos dos meses, en los que no te vi ni una sola vez, no habías cambiado de casa, de ciudad, de vida, de amigos. O incluso puede que hubieses muerto. En realidad no eras más que un objeto para mí, una muleta necesaria para andar un trozo de la acera, un trozo de calle, un trozo de vida, un pedazo de sentimiento diario. Yo te utilice, sin darte, que yo sepa, nada a cambio, y no me siento culpable.
El sobre de azúcar se había manchado de café, y me importó poco, aunque captase mi atención, porque era el último café que tomaba allí, quizás para siempre, y quería llevarme un sobre manchado, un fetiche con olor a café, una estupidez más en la maleta y una excusa menos en la cabeza. No quería dejar nada atrás que no cupiese en mi bolsa de viaje y en mi cabeza saturada. El sobre me unía al pasado sin que el pasado fuese una pesada carga. Seguramente lo perdería o lo tiraría sin querer, pero mientras tanto, me uniría a un mundo que fue mío y que jamás volvería a ser igual. Pero cometí un error fatal, lo peor que pude haber hecho en tiempo, me pedí un segundo café.


(Anahi)
Quizás porque ya no soy tan joven, y tengo la estúpida certeza de que controlo mi pequeño trozo de mundo. Un café mas no importaba. Me sentí sobresaltado al verte entrar demacrada. Por primera vez tan humana, tan real.
La cabeza me dolió de pronto y no recuerdo nada más. Un ictus detuvo mi orden y mi vida.
Desperté tres días después en el hospital. El tiempo se detuvo al verte sentada tranquilamente junto a mi cama, como tantas veces, en la misma habitación , sin poder llevarte a mi rincón secreto he imaginario.
Sentí que me mirabas por primera vez, pero no era así. El aplomo de tu mirada me rescató de a poco del pánico de la situación. Ingenuamente pensé en el sobre  de azúcar manchado y olvidado. También en el viaje. Creí tener casi todos los detalles de mi vida decentemente atados y ahora me encontraba allí, medio desnudo delante de ti. Sin poder articular palabras y descubriéndome ridículamente con toda una vida imaginada juntos, la tuya con la mía ,que solo existían para mi.
Dijiste, me llamo Verónica y así pusiste fin a mi solitaria historia mientras yo sonriendo desmontaba mentalmente mi bolsa de viaje.

Com-partidos - Pau-Antonio

 (Pau)
    He llegado a casa cuando estaba a punto de morir esta tarde de sábado, el sol ya agonizando. Enciendo una de las últimas chimeneas del invierno y ordeno a Jabier Muguruza que cante para mí, para crear la atmósfera adecuada en la que escribir esta página. Pienso. Me embarga esa sensación agridulce que tan bien conozco. ¡Cómo me gusta esta blanda tristeza tan mía, hecha de soledad y rumor de campos en torno a mí! Muchas veces me sorprende haber llegado hasta aquí, hasta este instante presente, a mí que ya hace tiempo que di mi vida por amortizada… Y aquí estoy con el panel de control de mi cuerpo lleno de luces verdes, sintiéndome amado y amando; tantos seres queridos.
    El futuro me da risa: un año más, cinco, diez ¿Cuántas primaveras más? ¿Cuántas veces me volveré a enamorar? ¿Cuánto sufrimiento queda por padecer? Me gusta mucho vivir, pero no le tengo miedo a la muerte. Soy perfectamente consciente de la fugacidad de todo lo que soy y conformo. Me parece tan ridículo el afán de perdurar a cualquier precio… Añadir años a la vida, sin reparar en que los años van vacíos de vida, como una noria girando desocupada. Pero estoy tan agradecido por la vida que me tocó en ese sorteo misterioso que se celebró el 20 de octubre del 67.
    Mi familia, mis amigos, las mujeres que me han amado y a  las que torpemente intenté amar. Mi casa, el sueño tocado cada día. ¿Cómo se me permitió vivir aquí? ¿Por qué turno del azar fui yo el afortunado al que consintieron vivir en un paraíso hecho a su medida? Gracias, gracias, gracias.

(Antonio)
    Oigo crepitar los troncos en el fuego. Leo unos versos de Rilke, otro regalo de juventud que me acompaña incansable, siempre preciso, siempre necesario. Hemos compartido tantas noches como esta, los dos solos.
 El olor a sabina impregna toda la sala. Es el olor de la isla, de la patria que elegí y me adoptó, la que me ha devuelto más de cien veces cada uno de los gestos que he tenido con ella. He caminado sus senderos serpenteantes, buscado los rincones más escondidos, me he dejado llevar por sus amaneceres y sus atardeceres, los baños de mar a primera hora de la mañana… Admiro cada uno de los árboles de estos bosques, mecidos por el viento, bañados por la humedad, el otro mar dulce de esta isla. El verde de hojas perennes que parecen haber estado siempre ahí, reflejos de una luz única, de un sol que se empeña denodadamente en bañar mi terraza y mi vida.
Todo está aquí presente ahora, a través de una llama naranja, otra señal de fugacidad y fascinación. ¡Cómo me gusta está sensación de invierno! El oso en la cueva hibernando, esperando los primeros rayos de la primavera, los primeros tallos verdes de esta tierra roja, la señal de una nueva estación en el camino de esta vida. ¿Cómo puedo ser tan afortunado?¿Cómo puedo devolver todo lo recibido? ¿Agazaparme en el hueco del tronco
de un algarrobo centenario y unirme a sus raíces y sus ramas?
La música de Jabier Muguruza pone voz a Bernardo Atxaga y canta: “Estamos hechos para el paraíso como los pájaros para el aire; por debajo del paraíso, nada de nada, no queremos nada”.  Que así sea.

Com-partidos - Guillermo-Romanie

(Guillermo)
Regresar es acaso recuperar trozos de vida perdidos.
Caminé rumbo al Puerto a recorrer las calles adoquinadas por donde todavía se escuchan los gritos de algún verdulero. Dos niños portaban alegres un cajón de pescado fresco. Los perros descansaban bajo el sol junto al viejo abasto. En la puerta de entrada, un músico vivía todavía de su guitarra. Un vendedor gritaba a su suerte, una niña mendigaba el pan, otro anciano hacía candombe.
Vagué sin rostro cuesta abajo hasta el estuario. Olí la mar de la ciudad que ya no me conoce.

Pregunté por Juan en la vieja ‘Librería Puro Verso’, pero pasaron quince años.
Sólo quedaron viejas fotografías en las vitrinas. Papeles amarillos y poemas dispersos; pinceladas del tiempo de talleres y agitación literaria. “Mi padre se jubiló” – me dijo el muchacho en voz baja.
Regresar es acaso tomar un tren con destino a tu propia memoria.
Reconocer la tierra sin ser visto. Caminarla con cierto desasosiego.

Me senté junto al café de la antigua plaza.
Las pájaros se divertían en la fuente.
Un viento cálido elevó las hojas de los plátanos.


(Romanie)
Cerré los ojos unos instantes, tratando de cobrar el sentido de la realidad. Al volver a abrirlos seguía percibiendo la espesura de estar viviendo en un recuerdo. No había cambiado nada en todos estos años en los que el recuerdo de este lugar había mitificado la realidad.
Quizásel regreso es un punto de referencia para vivir el ahora.
Vuelvo a cerrar los ojos y me siento aquí, presente, respirando, vivo, formando parte de una escena que ya no quiero recordar sinó presenciar.
Al abrir los ojos de nuevo decido dejar de ser un observador fuera del tiempo y pasar a actuar. Me acerco al viejo café para tomarme algo. Se me acerca el camarero. Un

muchacho joven con rasgos aun en proceso de definición con aire adolescente. Me pregunta qué quiero tomar. Le digo que un cortado y un bocata de jamón. Su expresión revela incomprensión. Me sorprendo y sonrío para mis adentros. Los tiempos y los espacios se mezclan. Las referencias también. Ya no soy no de aquí ni de allí.
Mientras pienso todo esto le digo, “perdón, mejor me trae un capuchino con cañoncitos y un olímpico. Gracias”

Goldsworthy - Pau


Goldsworthy. Personaje pintoresco y curioso. Le recuerdo manchado, mojado, helado de frío, con las manos en carne viva, desleído en sus creaciones. Arte, naturaleza, fugacidad... Pero sobre todo creatividad, tan admirable y admirada por mí. Yo no soy una persona creativa, no incluyeron de fábrica ese extra en mí, de ahí mi sincero aprecio por la gente que crea; tienen algo que yo no tengo y que quisiera tener. Las pocas veces que aflora en mí algo creativo, me provoca una satisfacción de niño pequeño ante su dibujo acabado de colorear. Los verdaderos artistas, a veces me da la sensación de que siempre necesitan estar creando, lo que puede provocar cierta insatisfacción cuando no encuentran lo que buscan.         Está la escritura, en mi caso, pero hace ya mucho que se convirtió en algo esporádico, aunque ahora, gracias a 134, agradezco mucho la obligación de sudar creación cada 15 días al menos. Para  ser justo conmigo, creatividad es lo que estoy haciendo ahora, con el boli en la boca, intentando encontrar la frase que no sobre.         No recuerdo quién dijo que el artista es el que de un mueble hace un árbol. Creo que no hay mejor definición para ese don tan valioso y misterioso. ¿De dónde viene esa fuente maravillosa? Yo hubiera querido ir a beber a ese manantial soñado.

Goldsworthy - Romanie

Parar, escuchar, abrirse, reconocer y pasar a formar parte de un entorno. Jugar con la transformación, siendo los elementos los mísmos antes y después, cambiando el orden y así su significado.
Jugar con el movimiento contínuo y eterno, alterando solo su dirección o velocidad.
Extremadamente fácil en algunos casos de ejecutar pero complejo en su proceso creativo (del que no queda rastro apreciable) que exige parar, escuchar, reconocer y fundirse en el entorno.
...al final me queda un debate interno sin resolver de tan fácil a tan complejo y me guta esta puerta abierta.

Un edificio gris - Anahi

Un edificio gris, achaparrado, de solo 34 plantas, así me sentía ese sábado de viento fuerte y recuerdos de lluvia en la madrugada. ¿por qué? No se, ya había salido el sol y a pesar de los esfuerzos del día, algún pájaro obstinado seguía cantando. Las fiestas habían pasado, los aniversarios de nacimientos y muertes también, ya había llorado y fingido, como todos los eneros de estos últimos años. Fuera de la ventana, los almendros llenos de flores me recordaban lo seca y trémula de mi vida, tan llena de todo, menos de lo que quería.
Un edificio gris, así me veía ante el espejo, camiseta gris, pantalones grises, zapatos grises bufanda gris, mirada gris, una mueca gris. La vida se me agrietaba en la piel mustia, Que en vano intentaba hidratar, ya que solo con lagrimas regaba.
De solo 34 años, de solo 34 plantas.

34 plantas - Romanie

"UN EDIFÍCIO GRIS, ACHAPARRADO, DE SOLO TREINTA Y CUATRO PLANTAS"...obra del arquitecto centenario recientemente fallecido. Una vez más podemos reconocer su estilo moderno y minimalista aunque esta vez se aprecia una reconciliación con el mundo natural en el que se encuentra. Es la primera obra que a diferencia de todo su trabajo anterior, se mimetiza en el medio que lo acoge, pasando casi desapercibido, como si la naturaleza misma la hubiera creado esta montaña que en su interior esconde un pueblo entero.
Su comisario Joao Almeidao nos explica " Lamentamos mucho su muerte y sobre todo que no haya podido gozar de ver su proyecto terminado, pero podemos decir que murió en paz sabiendo que su vida había dejado atrás grandes logros"

Flashback - Unicornio y doncella - Romanie

Cuando aun era de día, ella, cansada de su largo trayecto a pie (descalzo), se tumbó y creó la noche en su entorno para descansar mejor.
De la oscuridad salió el Unicornio que se acercó a ella para contarle un secreto. Así quedaría bién guardado, contado mientras duerme. Ella lo llevaría en su interior sin recordar su contenido, solo se revelará cuando precísamente esa imagen aparezca ante ella. Así es cómo el secreto se guardóa a sí mismo y fue reconocido en el momento necesario. Cuando se despertó, deshizo la noche que la rodeaba y reenprendió su camino.

Sta Gertrudis - Romanie

Estamos de vacaciones disfrutando de este sol estupendo. Esta mañana me puse el bañador con la esperanza de pegarme un baño hasta que la experiencia de la playa se hizo un infierno de arena y viento frío.
No sé si ha sido buena idea traerme a Ingrid de vacaciones, solo llevamos dos días y me doy cuenta de que no tenemos nada en comun. Aun cuando estamos en la oficina tenemos de qué hablar, pero aquí, nada de nada.
Después del episodio de la playa le sugerí que fueramos al pueblo más lejos del mar a tomar un vino blanco y contemplar a la fauna autóctona, pero desde que nos hemos sentado y ha sacado su libro, se ha vuelto a Alemania. Hasta en lo del vino no coincidimos. Se ve que al pedir, ha dicho por cortesía que se tomaba lo mísmo que yo y no le gusta el vino. Su copa ya está caliente.
Yo leo unpoquito de mi revista “Profil” e intento seguir la mima línea pero lo que me rodea me come la curiosidad, no soy capaz de meterme en ningún contenido de la revista.
¿Porqué pierdo tanto tiempo mirándola a ella cuando podría estar disfrutando por mi cuenta?
Suspiro... “Me levanto a pasear, ahora volveré” ...Ella se levanta un aceja de reconocimiento y no levanta la vista del libro.
Podría haberse ido de vacaciones a un solarium en Berlin, le hubiera salido más barato.

Unicornio - Anahi


Corría montaña abajo, sin recordar desde hacia cuanto, no importaba, solo deseaba sentir el movimiento de mi pelo, con la velocidad, el palpitar cada vez mas fuerte de mi corazón  el calor que recorre mi cuerpo y el contraste con el aire frío que entra por mis pulmones… la libertad.
Las ramas de algunos árboles me dan en el rostro, no me molesta, incluso me gusta. La tierra esta aun húmeda por las lluvias de días anteriores, es mi época favorita del año, el final del invierno, Con promesas de días mas largos y calidos. Huelo agua cerca… aminoro el paso para escuchar ya que muchos somos llamados a pasar nuestro tiempo a la vera del río y no todos comprendemos el compartir de la misma forma. Algo me intriga.  Me acerco muy lentamente escondiéndome entre los árboles. Un humo color plata se acerca lentamente, como un hilo de luz, delicado, casi efímero, me acerco a el y me envuelven sueños de amor y alegría, pasos ligeros sobre la hierva húmeda, perfume de flores y madera cuatro patas diferentes a las mías, de a pares, blandas.
 Cada forma de vida con sus sueños tan similares, me acerco despacio para no despertar a la mujer que duerme envuelta en el humo plateado de sus sueños jóvenes y despreocupados. Un suave susurro soy.

Diciembre, la Navidad - Romanie

La navidad simboliza para mí una repetición, un ritual, un ciclo...aun no me gustan las cosas que se repiten, aun no me gusta la Navidad.
Cuando rea pequeña me encantaba la Navidad. Como a cualquier noño o niña al que se le recalque que en esas fechas podemos comer chocolates, dulces, hacer y recibir regalos...se permitetodo lo que durante el resto del año no es posible...solo porque es Navidad.
A veces viajamos, sólo porque es Navidad. Vemos a la familía, sólo porque es Navidad. Llega el momento en el que me voy de casa a los dieciocho años y me encuentro con que cada día es Navidad. Estoy bajo mis propias reglas y todo depende de mis decisiones. Llega el día de Navidad y algo no encaja, no tiene sentido. Año tras año cuando llega la Navidad siento el absurdo...y sigo sin entender esta celebración, sobre todo porque se me ha educado para cuestionar y no dar nada por hecho.
Ahora puedo describir la Navidad como un ritual que cada año se repite con exactitud.
Es un ritual que algunos años he dejado de ejercer y que ahora hace unos ocho ciclos que volví a hacer el esfuerzo de tomar mi papel en el teatro por respeto a otros, pero este año me volvió a doler.
No me molesta que los demás quieran celebrar la Navidad, cada uno a su manera, pero, ¿Por qué se "obliga" a los que no quieren participar a tomar parte?
¿Por qué me quieren hacer sentir culpable si no participo? A los que les gusta la Navidad, hablan de Paz y amor...¿No siguifica eso vivir y dejar vivir?
Siento que no exíste la libertad emocional en estas fechas...Hay que disfrutar! Hay que comer! Hay que amar!...me dicen en tono agresivo bajo una falsa sonrisa, ese es el diablo de la Navidad.

Libro significativo - Hassan Ahmar

Estimada audiencia…; estimada porque lo normal en quien escribe es que lo haga para ser leído por otro u otros, eso se estima.
Para llegar a esa introducción, a esa fórmula; "estimada audiencia", antes debe haber "algo", aquello que la audiencia va a recibir, en este caso un texto. Y antes de producirse ese "algo-texto" las terribles eternas preguntas; ¿porqué escribo?¿Qué tengo yo que contar?¿A quién puede interesar?¿Qué aportará a quien lo lea? Estas cuestiones que suelen paralizar mi pluma, no detienen, por suerte en unos casos y por desgracia en otros, a infinidad de personas que se lanzan a escribir. Quiero compartir dos casos de los que yo calificaría de afortunados, porque creo que aportan historias que pueden enriquecer al lector; ese ha sido mi caso al leerlos. El primero me enriqueció de un modo filosófico-intelectual y el segundo desde el prisma del gozo de la vida.
    A la incómoda edad de los 17 años, cuando todo el tinglado social y educativo se me hizo presente desde la cara norte, fría, desgarradora, rechinante, destruyendo para siempre mi impresión de orden y armonía en las sociedades humanas, tuve la fortuna de encontrar escondido en la librería del salón de casa un librito de tapas azules tamaño cuartilla titulado 'El despertar de la sensibilidad o el arte de ver'. Escrito por Jiddhu Krishnamurti alrededor de los años 60, en ese libro de reducido tamaño se me descubrieron las inmensidades del interior del ser humano, con todos sus gozos y sus sombras. Nunca un texto tuvo tanto efecto en mi ni a día de hoy ningún otro texto lo ha tenido. Es fácil que en esas páginas, con su lectura, ese adolescente que era yo construyera una nueva realidad que reemplazara al súbitamente destruido paraíso de la infancia, el Edén de la ignorancia. Una situación, sin embargo, dolorosa, porque la nueva realidad era cruda, cruel y hermosa a la vez; y esa dualidad alejada de la pueril ingenuidad me ha acompañado hasta hoy. Infinitas gracias a Krisnamurti, a quien transcribió sus charlas y a quien las publicó. Todos ellos tuvieron clara su misión de ofrecer a la humanidad, a través de la palabra escrita, sabiduría.
    Unos años más tarde descubrí otra joya de la escritura; '¡Eh Petre! Cuaderno de un navegante solitario', de Julio Villar. En cierto modo este libro es antagónico o complementario del anterior. Como dice y hace su autor, cojo su vida por la mano y allá se va con ella, a dar la vuelta al mundo en un velerito minúsculo, de seis metros de eslora. El 

texto es fresco y lleno de vida, vivificante, alejado de la intensidad desgarradora del libro de K. Este libro es un canto ala vida y proyecta al individuo hacia el exterior, hacia la naturaleza; es una apuesta por VIVIR (con mayúsculas). El hombre desnudo ante, en, el universo, lejos de toda constrictora vivencia o convención social. K nos habla de cómo funciona el individuo y la sociedad y de que modo podemos tratar de gestionar los conflictos que generan esos hábitos. Villar nos habla de escapar por un tiempo y ser animales salvajes, correr desnudos por el planeta.

Miedo - Romanie

Hoy me he ido a dormir pronto y él aun no ha llegado.
Hoy amanece como un día cualquiera, aparentemente. Desayunando aparece él, Marc. Le hago una pregunta sin importancia y parece que no me oye. Se lo repito y decoro lo dicho con más palabras. Él levanta la mirada y le miro a los ojos y no lo encuentro. Hace ventitres años que estamos casados y nunca le había visto así. Le pongo la mano sobre el hombro y con voz preocupada le pregunto que qué le pasa. En cuestión de milésimas de segundo sus ojos se vuelven blancos y la expresión de su cara se transforma. Se avalancha sobre mí y me coge fuerte. No tengo manera de moverme. Estoy asustadísima, tanto quer casí me desmayo por la falta de aire. Me ha llevado hasta el WC y me ha encerrado allí dentro y me habla desde el otro lado de la puerta. No tengo escapatoria. Él está como poseído, hasta su voz no es la de antes. ¿Qué me va a hacer? ¿de qué es capaz? Ya no es el que yo conocía.

Carlos 2 - Hassan Ahmar

-Hola Chal.li. Ponéme un cafesito y media con queso.
-Marchando. ¿Qué, hoy no hay mate?
-Viite, eh? Asher me olvidé de comprar sherba, la concha su madre. ¿Te ha shegado el Marca?
Carlos dio un rápido vistazo a la barra y a las seis mesas del local. El Marca no estaba.
-Joder! Estará en el baÒo, el guarro de Luis lo habrá vuelto pillar!
-Noooo! No te puedo creer… Ese pive o no tiene vc en casa o es que se la menea con la piva de la contraportada. ¡Pedaso chaancho! No entiendo como le dejas que cada día te haga lo mismo. ¡Y como caga! ¡Una peste insoportable, Cheeé
Carlos asiente con la cabeza mientras prepara el café. Osvaldo sigue hablando:
-Vas a tener que poner una tarifa por ir al vc, así sacas algo para pagarte unos inciensos. ¿Cuánto hase que se metió? Después que salga se nesesita por lo menos media hora para poder entrar.
-Toma, uno solo, a ver si te calma- ironizó Carlos. - en seguida te pongo las tostadas - y se puso a cortar el pan.
-No sÈ cómo lo aguantas?! Además, no da buena onda que el diario esté en el vc, eso es una porquería.

Carlos 1 - Hassan Ahmar

  
  El tacto húmedo, visco y frío de la carne sobre la palma de la mano, la sensación de las gotas de sangre escurriéndose entre sus dedos… ¡qué placer tan profundo! La vecina de enfrente regaba las macetas del balcón. Su carne era prieta bajo la piel blanca. Iba en bragas y sostén. 'Hay que joderse' pensó Carlos. En ese momento un cuarteto de cuerda interpretando Shotakovich  que sonaba a todo trapo en su salón legó al clímax de la pieza, chirridos insoportables para todo el vecindario pero que hicieron que él entornara los párpados de puro delirio. Permanecía de pie, quieto como una estatua, de pie frente a la ventana de la cocina, con el chupetón en la mano, goteando sangre sobre el suelo, con la mirada perdida. La vecina levantó la cabeza y miró hacia el piso de Carlos; volvía a sonar esa música odiosa, la misma historia de cada día. Ese chalado estaba mal, pero que muy mal. Otra vez sujetaba en la mano un pedazo de carne sangrienta y la miraba fijamente, inmóvil. Eso la inquietaba, pero a la vez le producía morbo y la excitaba durante su acto exhibicionista. Se ponía cachonda.
    Acabó el quinto movimiento y Carlos volvió en si lentamente. Bajó la mirada sin mover la cabeza y la fijó sobre la carne. Luego miró la sartén y vio que el aceite humeaba. Levantó el brazo y lo adelantó. Sin miedo dejó caer la carne en el aceite. Se armó un cristo, pero a él le gustaba ver como salpicaba aceite por todo, el humo que desprendía. Luego lo limpiaba todo con una meticulosidad quirúrgica y al terminar se decía 'ya está, aquí no ha pasado nada'.

    Se comió el chupetón medio hecho, con ensalada y un copa de tinto, en silencio, solo, en la mesa del comedor, redonda, para seis, cubierta con un mantel azul y con un jarro de flores en el centro. Nada de postre. Para reposar la comida se sentaba en una tumbona en el balcón durante una hora, acompañado por Henry, su loro parlanchín. Henry era su confesor, con él se soltaba y le hacía cómplice de sus confidencias.
- Hola Henry -
- Hola. Hola. - respondió el ave.
- ¿Cómo te ha ido la mañana?¿Has visto a la vecina de enfrente? ¡Está buena! ¿Eh? -
Silencio, Henry no parecía haber entendido. Carlos siguió hablando. - ¿Qué plantas debe tener en esas macetas? Tal vez te suelte un día para que vayas a verlo y me lo chives. ¡Mira! un coche fúnebre. - El coche aparcó frente al portal del edificio de la vecina. - ¿Habrá muerto alguien?
-¡Henry guapo! Hola Henry.
Carlos observaba al chofer y a su acompañante sacando una camilla y una bolsa para fiambres de la parte trasera del vehículo. En ese momento llegó otro coche, de la Guardia Civil. Estacionó en medio de la calle, con las sirenas apagadas. Un tercer coche, probablemente un juez.
- Henry, alguien ha palmado. Voy adentro a poner Un Requiem Alemán -. Se levantó y al poco podían oírse en toda la calle los tristes compases manando por las ventanas de su piso, cubriendo paredes y aceras de un manto de melancolía y dramatismo. Volvió al balcón junto Henry.
-¿Alguna novedad?
- jajajajajaja, jojojojojojojo - rió Henry.
- Enrique, Enrique… te voy a tener que enseñar a plañir, esto no es serio. A los muertos se les llora.-
    Durante media hora siguió en el balcón, vigilante. Nada se movió en la calle. Eran las cuatro y pegaba un sol de justicia, hora de la siesta. Hoy no la haría, le podía la curiosidad. Llegó un todoterreno de los bomberos y bajó un hombre con una motosierra en la mano. Se metió con ella en el portal de la vecina.
- Henry, ¿para qué coño querrán una motosierra ahí adentro?-
El loro no le hizo ni caso, estaba enganchado del comedero pelando pipas y picoteándose entre las plumas grises. De pronto paró y giró la cabeza escuchando con atención. Sonaba una motosierra. Un sonido nuevo para él. A los dos segundos salió del portal tambaleándose el acompañante del coche fúnebre. Estaba pálido. Se apoyó en el coche, se inclinó hacia delante, estiró el cuello y vomitó.
- ¡Joder Henry! Aquí hay tomate. Jajajaja - se puso a reír su propia gracia, imaginando una escena sangrienta ahí dentro. 'Ya me vale' pensó. El loro seguía en silencio, volvía a oirse la motosierra.