Sentada en el suelo
del baño casi tiritando. Llevaban tantos meses intentándolo, sin querer al
principio. Inés dejo de pensar en cuando ovulaba y luego el primer día de
retrazo, mas que angustia le generaba casi placer. Gustavo miraba niños ajenos
y deseaba en silencio la intima sensación de ver crecer a su hijo, un año más
tarde él lo dijo claro.
Hace tiempo que
siento el deseo de ser padre, se que no
lo hemos hablado en profundidad, pero creo
que a medida que transcurren los años y veo tanta miseria y tristeza,
los niños son los que me devuelven la
sonrisa y la ilusión, creo que no todo esta perdido y sé que es lo más noble que puedo y quiero hacer.
¿qué piensas?
Claro que si!!
respondió ella sin pensarlo. Comenzando la dulce tortura de prepararlo todo. Informarse
fue lo de menos, a un golpe de clic, horas de información desde la gestación,
hasta que tenían que invitar a la criatura de 27 años a que se fuera de casa.
Prefirieron no contar nada hasta tener las cosas mas encaminadas. Los primeros
5 meses fueron divertidos y estimulantes, pero a partir del sexto empezaron a
preguntarse que hacían mal. Involucraron por segunda vez a los médicos.
análisis y más análisis traían con si, una
fina nube de inquietudes y auto reproches. Todo estaba relativamente bien,
aparte de no ser ya tan jóvenes no existía un verdadero problema. Recordó que
el estrés era un inconveniente y se apuntó a la moda de la meditación, que la
ayudo con algunas manías pero de bebé nada de nada.
El método sinsotérmico les llevo a odiar el
termómetro. Se hicieron expertos en mucosidades. Sexo, piernas en alto media
hora, cojines en las cadera para facilitar el trabajo de la naturaleza. Más
meditación. Aceite de onagra, vitamina c, ácido fólico, tres raciones de calcio
al día, para ella y zanahorias y productos de soja para él. El tabaco fue fácil
de dejar, el alcohol fue otro problema.
Uno nunca sabe
cuanto desea algo hasta que la vida parece negártelo. Ellos se querían mas allá
de todo esto, se conformaron pensando que aunque no tuvieran a su bebe, al
menos estaban ganando una vida mas sana y dejaron de intentarlo. Inés calló en
una pequeña depresión y Gustavo la llevo aun viejo y regordete maestro de
acupuntura que gozaba de muy buena fama para superar la tristeza. Los
siguientes 2 meses se pasaron volando. Hasta que regresaron las sonrisas.
Otra noche sin
dormir, esta vez era miedo lo que la tenía paralizada. Ya no podía soportar mas
caras largas, silencios incómodos, miradas abatidas, hacia tiempo que ese
cuarto, el cuarto de baño era el más importante de la casa. Allí se cocían los
sentimientos mas profundos, y las largas tardes de llantos silenciosos. Cuanta
frustraciones se encontraban escondidas en el espejo, cubiertas con correctores
delineados y mascara de pestañas. Gustavo abrió la puerta y la encontró allí,
tiritando y llorando en el suelo, con
una prueba de embarazo positiva a los pies y otra aun metida en la taza de
flores descascara y múltiplemente reparada con los años. Un escalofrío le
recorrió el cuerpo. No supo cuanto tiempo lo mantuvo clavado en el suelo, tal
vez 7 segundos donde todas las imágenes
y emociones desbocadas de los últimos 2 años se le arremolinaban en la
mente y el pecho. Se acerco a la estantería y con mano firme cogió la prueba de
embarazo que en letras rosas decía, 6,7 semanas.
Domingo 21 de abril
del 2013… 7.46 hs de la mañana en el cuarto de baño.
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