lunes, 13 de mayo de 2013

Sentada en el suelo del baño - Anahi


Sentada en el suelo del baño casi tiritando. Llevaban tantos meses intentándolo, sin querer al principio. Inés dejo de pensar en cuando ovulaba y luego el primer día de retrazo, mas que angustia le generaba casi placer. Gustavo miraba niños ajenos y deseaba en silencio la intima sensación de ver crecer a su hijo, un año más tarde él lo dijo claro.
Hace tiempo que siento el deseo  de ser padre, se que no lo hemos hablado en profundidad, pero creo  que a medida que transcurren los años y veo tanta miseria y tristeza, los niños son los  que me devuelven la sonrisa y la ilusión, creo que no todo esta perdido y sé que  es lo más noble que puedo y quiero hacer. ¿qué piensas?
Claro que si!! respondió ella sin pensarlo. Comenzando la dulce tortura de prepararlo todo. Informarse fue lo de menos, a un golpe de clic, horas de información desde la gestación, hasta que tenían que invitar a la criatura de 27 años a que se fuera de casa. Prefirieron no contar nada hasta tener las cosas mas encaminadas. Los primeros 5 meses fueron divertidos y estimulantes, pero a partir del sexto empezaron a preguntarse que hacían mal. Involucraron por segunda vez a los médicos. análisis y más análisis traían  con si, una fina nube de inquietudes y auto reproches. Todo estaba relativamente bien, aparte de no ser ya tan jóvenes no existía un verdadero problema. Recordó que el estrés era un inconveniente y se apuntó a la moda de la meditación, que la ayudo con algunas manías pero de bebé nada de nada.
 El método sinsotérmico les llevo a odiar el termómetro. Se hicieron expertos en mucosidades. Sexo, piernas en alto media hora, cojines en las cadera para facilitar el trabajo de la naturaleza. Más meditación. Aceite de onagra, vitamina c, ácido fólico, tres raciones de calcio al día, para ella y zanahorias y productos de soja para él. El tabaco fue fácil de dejar, el alcohol fue otro problema.
Uno nunca sabe cuanto desea algo hasta que la vida parece negártelo. Ellos se querían mas allá de todo esto, se conformaron pensando que aunque no tuvieran a su bebe, al menos estaban ganando una vida mas sana y dejaron de intentarlo. Inés calló en una pequeña depresión y Gustavo la llevo aun viejo y regordete maestro de acupuntura que gozaba de muy buena fama para superar la tristeza. Los siguientes 2 meses se pasaron volando. Hasta que regresaron las sonrisas.

Otra noche sin dormir, esta vez era miedo lo que la tenía paralizada. Ya no podía soportar mas caras largas, silencios incómodos, miradas abatidas, hacia tiempo que ese cuarto, el cuarto de baño era el más importante de la casa. Allí se cocían los sentimientos mas profundos, y las largas tardes de llantos silenciosos. Cuanta frustraciones se encontraban escondidas en el espejo, cubiertas con correctores delineados y mascara de pestañas. Gustavo abrió la puerta y la encontró allí, tiritando  y llorando en el suelo, con una prueba de embarazo positiva a los pies y otra aun metida en la taza de flores descascara y múltiplemente reparada con los años. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. No supo cuanto tiempo lo mantuvo clavado en el suelo, tal vez 7 segundos donde todas las imágenes  y emociones desbocadas de los últimos 2 años se le arremolinaban en la mente y el pecho. Se acerco a la estantería y con mano firme cogió la prueba de embarazo que en letras rosas decía, 6,7 semanas.

Domingo 21 de abril del 2013… 7.46 hs de la mañana en el cuarto de baño.


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