lunes, 13 de mayo de 2013

La tienda de flores - Rozio

Son casi las seis de la tarde y aún no ha venido. La señora se retrasa hoy más de la cuenta. No me había fijado hasta hoy de lo puntual que es siempre.


¿Que miras tanto a la calle? me pregunta despreocupadamente Elisa. Ayer salió hasta tarde y parece que ha conocido otra vez a alguien. Hoy ha estado todo el día pendiente de los mensajitos que le llegaban y no ha soltado el puto teléfono en toda la tarde.



Lo que me sorprende es que te hayas dado cuenta, respondo un poco molesta.



Parece que capta la indirecta y deja el teléfono en el mostrador. Con ganas de conversar un rato se acerca a la puerta de la tienda y me dice: es por la vieja, no? Igual hoy no viene.



Me giro inmediatamente y le digo: pero que dices!  Todos los viernes desde que abrimos viene paseando desde la calle de arriba, despacito, disfrutando del sol, y llega a las cinco y media puntual.



Debió ser muy guapa de joven, va siempre tan bien peinada, con un poco de sombra en los ojos, tan elegante... aún es muy guapa, no?



Yo creo que sí. Además, no sólo es el aspecto, es que también habla tan dulce... es Argentina, verdad?



Si, vivió mucho tiempo en Ibiza, me parece.



¿te la imaginas toda hippy, drogándose, bailando y bañándose desnuda en la playa?



No, no , o  de gogó en una discoteca, viajando en yates de famosos por el día...



Seguro que sería igual que ahora, en el campo, las plantitas...



¿tendrá hijos? ¿y marido? Casi nunca habla de ella misma. Siempre nos pregunta a nosotras lo que hemos hecho esta semana y escucha nuestros rollos.



Mira, ahí viene! ¿ves? ¡Te lo dije! ¿que le habrá pasado?



Hola, buenas tardes! Señora Anahí, pensábamos que ya no vendría....



Ante la cara de sorpresa que puso no pude más que acusar a la tonta de Elisa: Ella creía eso, yo sabía que no, que seguro que llegaba...



Ay, chiquitas!  A lo mejor un día va y no vengo más ya!  dice guiñándome un ojo.



No diga eso, que para nosotras usted es la mejor cliente que tenemos... soltó la bruta de Elisa.



La señora Anahí, lejos de enfadarse, sonrió con la boca y los ojitos, viendo sólo juventud en las palabras de la dependienta. Se arregló un poco el pelo en el reflejo del escaparate y preguntó. Bueno, a ver que flores tenemos para hoy.

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