lunes, 13 de mayo de 2013

Recuerdo de la Navidad - Guillermo

Recuerdo bien ese día. Me hicieron un poco menos niño. La hora señalada pasaba ante mis ojos como una estrella fugaz. Escribí con afán las cartas en busca de los pequeños tesoros que me aguardarían en el escondite de los sueños. La sed de los camellos,
el intrigante hueco de la chimenea, el árbol y su pesebre brillando como si fuera el último día. Llegué a confesarle a mi padre que algún día sería carpintero. No sentía predilección sobre un rey mago en particular, aunque admito que dirigía mis escritos a Baltasar, tal vez por su áurea de exotismo y cara de bondad. No exageraba en mis pedidos, pero recibía en abundancia, como si la alegría de un niño se pudiera saciar por la cantidad, como si, de algún modo, la inocencia perdida tuviera un precio.
Y llegó la mala noticia. Recuerdo bien ese día: de cuclillas frente a la chimenea y con un puñado de alfalfa entre mis manos.
       

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