domingo, 18 de diciembre de 2011

La Siesta de Sarah - Romanie


Hoy Sarah se encontraba resguardada del sol bajo aquel árbol tan peculiar, cuya sombra le hacía especial. A parte de estar fresco y oler a azahar, emitía una música que no se podía escuchar, solo sentir.
Estaba sentada sobre la tierra apoyando su espalda contra el tronco, sintiendo ese sonido mudo cuando levantó la mirada hacia el cielo para verlo quebrado entre las ramas. Ella había hecho esto muchas veces en su vida, pero hoy se sorprendió al estar viendo algo muy distinto.
Se dio cuenta de que su cabeza apoyaba en una avenida hecha de asfalto y perfilado con farolas que subía por el tronco del árbol. Su sorpresa y curiosidad la llevaron a incorporarse y fijarse mejor. Sarah quería ver a dónde le llevaba esta avenida pero no era capaz de ver su final, así que caminó por la avenida poco a poco y encontrando que de esta avenida se desviaban otros muchos caminos sin asfaltar y sin farolas. No daba crédito de lo que estaba viendo y sintiendo…¿Y la gravedad? ¿cómo era posible estar caminando de ese modo por el tronco? ¿cómo era posible que nunca se hubiera fijado en estos caminos? Hasta hoy, solo había visto un tronco y unas ramas, vaya, un árbol normal.
Estas circunstancias se hacían tan abismales para su razonamiento que se quedó sentada y cerró los ojos con el ánimo de recobrar lo que ella consideraba la cordura, pero el paisaje no desapareció. Abrió los ojos y los volvió a cerrar varias veces, y no cambiaba nada. Todo seguía igual. La música que sentía bajo sus pies se hizo más aguda, pero ella no conseguía entender lo que le quería decir. La música la sentía como un caudal de agua fría que se movía velozmente. Para distraerse de este estado empezó a contar el agua, y eran cien. Cien aguas rozando su cuerpo creando la música de la sombra del árbol…cien aguas…Hundertwasser…¿Qué significaba esto?¿Qué le querían decir estas cien aguas? ¿Cómo era posible sentir un agua que no moja ni se puede ver? Otra vez se encontraba atascada en sus preguntas de siempre…ya estaba cansada de su patrón de comportamiento. Siempre igual.
  Se dio cuenta de que su respiración era acelerada y entrecortada a causa de su situación, así que hizo el esfuerzo de aspirar y exhalar profunda y lentamente. En ese aire que se metió por sus pulmones, había entrado un conocimiento cálido que calentó su plexo solar. Este conocimiento le enseñó que ya no debía preguntar ni analizar…debía fluir con las cien aguas, sentir el latido de la música mientras caminaba sobre el camino sinfín, sin conclusión.
   Ese fue el mensaje que Sarah encontró. Que no era ni el árbol, ni la música ni las carreteras ni la gravedad…todo eso solo era la vía, pero no la conclusión, las respuestas estaban dentro de ella mísma en el aire de su respiración.

No hay comentarios:

Publicar un comentario