lunes, 5 de diciembre de 2011

La lata - Rozio


Miércoles 04:30: manolo salta como un resorte de la cama al primer pitido del despertador. Enseguida llega le intenso dolor de ojos que luchan por no obedecer la orden de abrirse. Siempre es tan difícil.

La versión de Manolo de autómata programado, ejecuta la rutina en escasos cinco minutos. A saber: meada, lavado de cara dos veces, quitarse el pijama, ponerse el uniforme, desayuno y recoger el bocata preparado en la bolsa de la nevera. Vuelve a la habitación a ponerse las botas sin ni siquiera reparar en el bulto que aun duerme en la cama, el mismo que prepara un bocata y lo guarda en la nevera sin ninguna pasión.

Ya en el coche camino de la fábrica, piensa que el paisaje tras un accidente nuclear podría ser este mismo, una ciudad vacía, en perfecto estado, sin nadie asomando las narices fuera de sus guaridas… un borracho le destruye la imagen y al cruzarse ambos se miran con desconfianza.

Miércoles 12:58: siete horas después, cinco descansos, 1 bocata, 3 cafés y 1 cerveza, y tras consultar por última vez el reloj, mira la boca de las tripas de la máquina que escupe la última lata del día… un perfecto cilindro de aluminio plegado con una discreta juntura térmica, cerrado por ambos lados con más aluminio, curvo una de las tapas, la otra con una obertura que aguarda ser cerrada, simple y gris…. Sonríe.

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