martes, 6 de agosto de 2013

Sexo - Hassan Ahmar


   Recuerdo que les preparé un té muy espaciado, como un chai, para que se disimulara el sabor de la droga. Además añadí bastante azúcar para ocultar mejor el amargor del fármaco y par que entrara mejor e hiciera efecto más deprisa. También tuve la previsión de preparar unas galletitas caseras hechas con mantequilla a la que también me había preocupado de añadir la droga. De ese modo si alguien no tomaba infusión caería al comer las galletas. Las había con perlas de chocolate, con pasas, recubiertas de crema, etc. Las serví con el té.
    Volví al salón con la bandeja cargada. Recuerdo que Rocío comentó con sorna que si me encontraba bien, a lo que algún otro añadió su propio comentario. Todo bien, entendible; yo no destaco precisamente por mis alardes culinarios. Pero precisamente gracias a ese cachondeo que se armó tuve suerte de que todo el plan no se fuera al garete, pues unos instantes antes Anaí comentó, para horror mío, que acababa de merendar hacía poco y que no tomaría nada, pero en vista del alboroto decidió cambiar de idea y dijo que tendría que probar al menos una pastilla. Bien!
    Todos bebieron y fueron comiendo con gran regocijo durante toda la sesión de literatura. Una hora después estaban ya todos bajo los efectos de la droga. Actuaba sobre el centro motor e inmovilizaba a quien la tomaba pero sin pérdida de conciencia. El efecto duraba unas tres horas, así que no tenía prisa. Lo recuerdo todo como si hubiera sucedido ayer.
    Cerré la casa a cal y canto y con cierta fatiga logré desnudar a todo el grupo. Arramblé con todas las tazas, libros, libretas, bandeja, tetera y demás que había sobre la mesa. Una vez despejada levanté de las sillas a los comensales y los recosté sobre el pecho en la mesa, dejándolos con el culo en pompa. A esas alturas ya sudaba como un cerdo. Retiré las sillas y empecé la faena propiamente dicha. Primero me clavé a Guillermo, con su culito delgadito y tierno. Luego Pau, su culo fuerte está de muerte. Siguiente una de marisco; la almeja de Rocio la confisco. Ahora Cristina, la pongo fina. Anaí, descuida, que para ti también hay. Para cuando le toca a Toni ya la tengo como un poni. Con Silvia repito de marisquito jugosito. Con Romanie me perdí un poco y no recuerdo tanto, pero fue todo amor. Después me sacudí la leche en un tazón y la mezclé con café molido y con el dedo les pinté a todos un tercer ojo. Esos son mis recuerdos de aquella sesión, la que tocaba el tema del sexo.

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