martes, 6 de agosto de 2013

Sexo - Hassan Ahmar


   Recuerdo que les preparé un té muy espaciado, como un chai, para que se disimulara el sabor de la droga. Además añadí bastante azúcar para ocultar mejor el amargor del fármaco y par que entrara mejor e hiciera efecto más deprisa. También tuve la previsión de preparar unas galletitas caseras hechas con mantequilla a la que también me había preocupado de añadir la droga. De ese modo si alguien no tomaba infusión caería al comer las galletas. Las había con perlas de chocolate, con pasas, recubiertas de crema, etc. Las serví con el té.
    Volví al salón con la bandeja cargada. Recuerdo que Rocío comentó con sorna que si me encontraba bien, a lo que algún otro añadió su propio comentario. Todo bien, entendible; yo no destaco precisamente por mis alardes culinarios. Pero precisamente gracias a ese cachondeo que se armó tuve suerte de que todo el plan no se fuera al garete, pues unos instantes antes Anaí comentó, para horror mío, que acababa de merendar hacía poco y que no tomaría nada, pero en vista del alboroto decidió cambiar de idea y dijo que tendría que probar al menos una pastilla. Bien!
    Todos bebieron y fueron comiendo con gran regocijo durante toda la sesión de literatura. Una hora después estaban ya todos bajo los efectos de la droga. Actuaba sobre el centro motor e inmovilizaba a quien la tomaba pero sin pérdida de conciencia. El efecto duraba unas tres horas, así que no tenía prisa. Lo recuerdo todo como si hubiera sucedido ayer.
    Cerré la casa a cal y canto y con cierta fatiga logré desnudar a todo el grupo. Arramblé con todas las tazas, libros, libretas, bandeja, tetera y demás que había sobre la mesa. Una vez despejada levanté de las sillas a los comensales y los recosté sobre el pecho en la mesa, dejándolos con el culo en pompa. A esas alturas ya sudaba como un cerdo. Retiré las sillas y empecé la faena propiamente dicha. Primero me clavé a Guillermo, con su culito delgadito y tierno. Luego Pau, su culo fuerte está de muerte. Siguiente una de marisco; la almeja de Rocio la confisco. Ahora Cristina, la pongo fina. Anaí, descuida, que para ti también hay. Para cuando le toca a Toni ya la tengo como un poni. Con Silvia repito de marisquito jugosito. Con Romanie me perdí un poco y no recuerdo tanto, pero fue todo amor. Después me sacudí la leche en un tazón y la mezclé con café molido y con el dedo les pinté a todos un tercer ojo. Esos son mis recuerdos de aquella sesión, la que tocaba el tema del sexo.

María (Canción de amor) - Hassan Ahmar

María (Canción de amor)
Leída cantada, improvisación musical a capella con palmas, ritmo flamenco.


Dipichí, dipachá, ¿quién la cantará, quién la bailará?

Iba yo por la calle del llanto y lloraban toditas las flores.
Cayó el dragón y su fuego engulló toditas mis penas.
Vino que vino, vino que va por mis venas,
sabor de alegría, por ti María,
todo lo daría por besarte un día.

Dipichí dipachá, ¿quién será que la besará?

Ay luna, luna lunita,
viendome partir,
cieguito de amor,
por la avenida de los sueños,
sonríe toda todita.

Ay María, en tus labios navegando estoy,
llorando de alegría.

Yo por ti, tú por mi,
zozobrando de amor,
cada día.

Dipichí dipachá, por ti yo moriría.

Romanie de mayor - Hassan Ahmar

Romanie o quién sea, de mayor… el tiempo lo dirá, ¿qué sé yo? No lo quiero imaginar; quiero dejar su futuro limpio, sin ideas ni augurios.
Voy por la calle y veo cómo viven otros humanos, y me formo opiniones al respecto de muchos de sus actos, y a veces critico en voz alta,
lo cual ni es bueno ni productivo. Y veo que cometen errores garrafales, y trato de callar. Y veo que esos errores les condenan en muchas
ocasiones a un futuro de sufrimiento. A veces veo lo mismo para mi y lo difícil que es cambiar aún a sabiendas. En el caso de Romanie no
presiento que existan condicionantes demasiado fuertes que amenacen su salud física, mental o filosófica, así que por lo menos es un ser
que no está condenado. Lo demás depende de ella.

Versos Cautivos - Hassan Ahmar

Nicomedes Escarlato se movía como un gato. Guillermo el Afrancesado lo observaba deleitado.
Los materiales tienen cierta plasticidad, dependiendo de las condiciones físicas a las que se vean sometidos. Una jácena de madera que soporte un techo muy pesado y tenga que superar un vano muy largo tendrá tendencia a ir cediendo al peso. Una mente sometidas a una cultura determinada tendrá tendencia a desarrollar ciertos hábitos propios de dicha cultura. La mente es moldeable, toma ciertos vicios. El repertorio de vicios de cada mente es único y muy variado,pero compuesto de partículas reconocibles. Guillermo el Afrancesado deleitado, por ejemplo, toma mate; neuroplasticidad condicionada. Habla castellano seseando bastante; neuroplasticidad condicionada. También se siente cómodo asando carne. Hay un grupo grande de humanos que comparten estos rasgos distintivos. Guillermo es clasificable hasta cierto punto. Tengo un amigo clasificable; es humano y forma parte de cierto grupo de humanos que comparten ciertos condicionantes. Nicomedes Escarlato, sin embargo, ni era humano ni formaba parte de ese ciego grupo. Nicomedes Escarlato era un puma cautivo. Paseaba dentro de un recinto vallado cuando vio a Guillermo. Lo tenía a sólo cinco metros. Olfateó el aire y bufó, dejando al descubierto sus enormes colmillos blancos. Observó a Guillermo fijamente y se sentó sobre sus patas traseras, frente a él.
    Guillermo cargó la bombilla y bebió mate. Sacó una libreta de la bolsa que llevaba, la abrió y empezó a escribir. Escribía poco y se pasaba largo rato contemplando a Nicomedes, que finalmente bostezó y se tumbó, apoyando su cabeza sobre las patas delanteras. Los dos permanecieron allí en silencio horas. Las orejas de Nicomedes se movían imperceptiblemente cada vez que Guillermo sorbía mate o cogía la libreta para anotar algo. Cuando Guillermo se marchó dio las gracias a Nicomedes por la inspiración que le había brindado. De esas horas compartidas con él nacieron los versos más hermosos jamás escritos sobre un puma y su condición cautiva.

Noticia de impacto - Hassan Ahmar

Cuero curtido y paleta repleta. Cada poema un poeta y cada vida un muerto.
Estando en el huerto recibí comunicado del TODO. En los tiempos que corrían cuando eso sucedió
permanecía yo 'enmimismado' buena parte del día, recreando emociones de pérdida y desasosiego,
lamiendo imaginarias heridas de desamor wertheriano. Dándome a mi mismo por desahuciado mi vida
se había convertido en un insufrible esperar dentro de una atmósfera densa e irrespirable que estaba
tardando demasiado en matarme. El cuidado del huerto era el único espacio en el cual encontraba algo
de sentido a mi insoportable tránsito eclesiástico. El sol calentaba por el día, las plantas lo recibían.
El agua bañaba la tierra y las raíces absorbían nutrientes. Había un orden en ello, un trabajo para
soportar la vida. Las hormigas se afanaban entre las plantas, el cielo y la tierra. En cada palmo de
suelo hervía la vida bulliciosa, cada día, con sus ritmos. Allí se podía estar, allí tenía que estar. Las jornadas
iban pasando agónicamente hasta que un buen día mi pulgar sufrió una herida. No me dolió, pero vi como
se despellejaba y aparecía el hueso y la carne. El pulgar era mío, pero aún siendo parte mía estaba muy
tranquilo, allá al final del brazo, sin participar de mis desgarradoras soledades.
Esa noche me fui a dormir como cada noche, abatido.
Al día siguiente , al despertar, huerto. La vida bulle y yo estoy muerto… hasta que veo al traidor. Mi mirada descansa sobre
el dedo y percibo que una capa gelatinosa de piel en formación cubre toda la herida. Mi cuerpo está vivo, se ha
estado reparando durante la noche, obedeciendo un orden, el de la vida que bulle.
Fue una inmensa noticia; resurrección. VIDA ES EN TODO Y YO SOY PARTE.
Werther, jódete!

Impacto de una noticia - Pau

En la vieja casa payesa de Buscastell, todo seguía su ritmo armonioso. Aún corría el agua en pleno agosto, un débil curso deudor de las lluvias primaverales. Las huertas resplandecían, el nuevo sistema de regadío había sido un éxito. El horno de la casa humea, presto a recibir los panes en su seno. Los niños gritan y saltan y se zambullen en el aljibe. Los corderos se arraciman a la sombra de un algarrobo junto al camino, por el que un hombre sudoroso y mortificado por una urgencia impostergable, se acerca hasta la casa y le da a Yusuf la terrible noticia:
"Los cristianos han desembarcado en Ibiza y la han conquistado. Estamos perdidos."
Yusuf se quedó un rato en silencio. Desde la era de la casa podía ver buena parte del valle que durante generaciones su familia había humanizado. Eran y se sentían ibicencos, no conocían otra cosa. Su tierra prometida, su paraíso en la tierra se desmoronaba en ese mismo momento. ¿A dónde ir?
Los niños arrecian en sus gritos, amplificados por el aljibe. El aire en torno a la casa se embriaga del olor de los primeros panes.Yusuf detiene su mirada triste y preocupada en los racimos de uvas, aún verdes, cuya dulzura no llegará a probar.

La noticia - Antonio

Me he levantado a las siete de la mañana, aunque en realidad llevo despierto desde poco después de las cuatro, cuando un grupo de motoristas ha atravesado el barrio en moto, formando un estruendo terrible. Tengo el sueño ligero, desde la adolescencia, un trastorno que tiene altibajos, pero que nunca acaba de largarse de mi vida. He dado vueltas sin encontrar ni la postura ni el sueño, luego he leído casi a oscuras para no despertar a mi pareja, aunque él tiene un sueño de plomo. Después de tres horas he decidido levantarme y preparar un café. Es sábado y comienza a amanecer. Bajo a la cocina y mientras preparo la cafetera italiana y la dosis justa de café descafeinado, enciendo la televisión plana, para escuchar las noticias del canal internacional de la televisión española. Allí, en España, es una hora más. Normalmente, los fines de semana, me levanto con la radio española, un pequeño deje de nostalgia que aún me permito. Pero hoy es diferente, desde hace tres días las fuertes lluvias de la primavera han provocado la crecida de ríos, riachuelos y pantanos alrededor del pueblo en el que crecí, y todo ha quedado inundado, con gravísimos corrimientos de tierra y prácticamente destruido. La casa en la que vivimos mi familia y yo, desapareció en apenas tres horas. Afortunadamente no había nadie, ya sólo se utiliza algunos fines de semana al año y se reparte entre la numerosa familia que somos. Yo en realidad no he regresado más que dos veces en los últimos veintiún años, y los días que pasé allí fueron noches de insomnio. Ya sólo visito a mi familia en Madrid, pero no voy a la sierra.
Escucho el café subir, mientras veo las labores de vecinos, bomberos y ejército intentando rescatar a los supervivientes y recuperar las casas que aún quedan en pie. Sirvo la taza hasta arriba, sin azúcar ni leche, dejando que el olor me acaricie, y reconozco algunos de los rostros que son entrevistados y me entero de la muerte y desaparición de otros tantos. Bebo a sorbos el amargor de la tragedia, aunque no siento una pena que vaya más allá de solidarizarme con la desgracia de seres de los que alguna vez estuve cerca. Me alejé hace mucho tiempo de ese lugar, de sus gentes, del ambiente de pueblo en el que siempre estás bajo el punto de mira. Escucho como el repartidor de periódicos deja nuestro ejemplar en el buzón de la puerta, así que voy a buscarlo para regresar a mi rutina de desayunar leyendo el diario inglés. Mientras lo hojeo bebiendo a sorbos lentos mi café, la tele sigue desplegando  su ristra de imágenes y noticias insustanciales. Cuando llego a la sección de deportes, la tele avanza una noticia de última hora, entre los cadáveres recuperados de las inundaciones hay un misterioso esqueleto que ha aparecido envuelto en una alfombra prácticamente descompuesta. Levanto la mirada y bajo la taza. Entre las hipótesis que se barajan, la más aceptada es que se trata del cadáver de Francisco Javier Guzmán Arola, empresario, terrateniente y político de la zona, desaparecido hace veintiún años en extrañas circunstancias. Ahora sí mi mirada queda fija en la pantalla, mientras veo la noticia sobreimpresa bajo las imágenes en letras blancas. Pienso, hijodeputa.
Suena el teléfono fijo de casa, es una hora extraña para las llamadas, quizá mi familia para contar alguna novedad, quizá una tontería, quizá no debería si quiera contestar.
-Hello. It’s Gabriel.
-Hola. ¿Gabriel? Soy Román.
-¿Román? ¿Cómo coño has conseguido mi teléfono?
-Que importa… ¿Te has enterado?
En menos de un segundo he sentido rabia e impotencia al oír de nuevo su voz, seguido de comprensión y solidaridad. Sí me he enterado, contesto. ¿Qué vamos a hacer?, me pregunta, no lo sé Román, no lo sé, habrá que esperar. ¿Tu crees que nos encontrarán Gabriel?, ¿Sabes que hace más de veinte años que tengo insomnio, que sueño con esos ojos inyectados en pánico?. Su pregunta queda apenas unos segundos en el aire, hasta que yo contesto que lo sé, que me pasa lo mismo, y eso rompe el miedo y la distancia que nos ha separado y hablamos de nosotros y de la noticia que podría arrastrarnos como la crecida de los ríos.

Empezar de cero - Cristina

¿ERE?, ¿Qué ERE? El que va a sufrir la empresa en los próximos meses. Eso me dijo. Me quede muda, sin palabras. No podía mover ni un músculo del cuerpo, quería reaccionar pero mi cuerpo estaba en stand-by. Llevaba trabajando en la empresa desde los 18 años y estaba a punto de cumplir los 50. 
ERE tan sólo tres letras que te cambian la vida, la miá la vi derrumbándose como un castillo de naipes en cuestión de segundos.
Conocía bastante gente de otras empresas que ya había pasado por eso y aceptar que yo iba a ser parte de ese colectivo no erá fácil de asumir.
No estoy casada y no tengo hijos. Toda mi vida ha sido la empresa. Me he dedicado en cuerpo y alma a esa empresa. Yo erá la encargada de RRHH, tenía un buen puesto y un mejor salario, eso si a cambio de no tener vida privada.

Sopese mi situación, pros y contras con una botella de vino y haciendo un repaso de toda mi vida lo vi claro. Una pregunta, tan solo un pregunta me dio la respuesta. ¿Cuales fueron los mejores años de mi vida? El pueblo, mi pueblo de apenas 5.000 habitantes, el lugar donde descubrí por primera vez el amor, el lugar donde la calidad de vida no se mide con dinero. El lugar que un día descarté y hoy se pronuncia con fuerza.
La mayor parte del pueblo vive de la tierra y yo había heredado la tierra y la casa de mis padres. No había vuelto al pueblo desde que murieron, 10 años, demasiado tiempo.
Volví al pueblo, de eso hace 4 años. Vendí mi casa y rehabilité la casa de mi infancia. Vivo de mi huerto vendiendo hortalizas a diferentes restaurantes de la comarca. A veces, algunos vecinos me piden ayuda para que gestione sus papeles a cambio me dan huevos, pan, gallinas. 
Jamas pensé que se pudiera tener una vida distinta a la que crees única.
Si alguna vez me pregunto si echo de menos mi vida pasada, esta es mi respuesta.
"Yo salí del pueblo para comerme el mundo y el mundo me ha devuelto a la vida."

19 bomberos - Anahi


19 bomberos muertos en Arizona.
Era lunes,  8 de la mañana y escuchaba esta noticia. 19 bomberos muertos en ARIZONA. No pude contenerme y llore por la perdida a esas horas intempestivas , se que no les conocía, pero que importa. 19 joyas humanas dejaban este mundo de una forma heroica y terrible.
Desde hace unos años, el ver un hidroavión o escuchar la palabra incendio tiene muchas mas connotaciones para mi. Siempre es un sobre salto, pero ahora me queda el corazón en un puño hasta que sé que no hay ninguna victima humana.  Por suerte y por desgracia   tengo entre mi familia y  amigos, calidad humana con vocación de servicio, policías y forestales que están preparados para afrontar y solucionar ,incluso grandes catástrofes llevando su entrega hasta el borde la vida misma.
La frase CADA DIA PUEDE SER EL ULTIMO en su caso es mucho mas real y a veces me pregunto si tienen todos sus asuntos en orden, testamento incluido. Imagino el miedo y la entrega y siento un escalofrío. Que pasara por sus corazones al estar frente la muerte, que fuerza les lleva  a  dedicar su vida al servicio de todos. Imagino que no es por el dinero, porque ninguno vive en el lujo, mas bien son personas sencillas y en apariencia felices. No voy a mentir, cuando están cerca, les observo con fascinación y en silencio, les veo reír y disfrutar de la vida y siento orgullo de que me permitan compartir parte de la vida con ellos. Pequeños héroes que no necesitan de capa y que cada noche arrullan sus sueños con la gratitud de todos.

Cuaderno de bitácora: sesión 49

13 de julio de 2013, nueve de la noche, reunión en Can Pinyó. Asistimos a la sesión: Pau, Jason, Romanie, Anahi, Rocio, Silvia, Cristina, Amanda y Antonio.


Hoy hemos comentado los textos que hemos leido de Pau.


Ejercicio:  Un texto sobre  el impacto de una noticia, como siempre desde el ángulo que más nos interese o nos resulté particularmente destacable.

Lecturas compartidas:
  • Pau: sesión 26 - La fábula   "El gato y el mirlo"
         http://elgrupociento34.blogspot.com.es/2013/03/el-gato-y-el-mirlo-pau.html

Mala leche - Pau

Un pasadizo comunicaba dos patios de mi colegio. Poco antes de las navidades del... debían ser las del 77, mis 10 años, transitaba yo aquel pasadizo, tranquilo, inocente, confiado, con un catálogo de regalos, juegos y juguetes en la mano. De pronto, alguien por detrás, artéramente, me lo arrebató de la mano y se lo llevó corriendo. Le reconocí, era un chico de un curso superior. Creo recordar mi ira, rabia, frustración, impotencia. Un curso por encima era una barrera grande, al menos entonces.
Pasaron las navidades y a la vuelta al cole, un día de esos, me encontré de frente en el mismo pasadizo al causante de la afrenta. Me abalancé sobre él como un remolino furioso, le derribé y le inmovilicé con una llave de judo. Una vez satisfecha la venganza, incruenta en cualquier caso, me fuí del lugar dejando al rufián más humillado que desconcertado.
Ha habido pocos arrebatos así en mi vida, apenas recordaría otro, pero aquel me hizo sentirme un héroe ante mí mismo, el juez más severo para otorgar ese título. Me sentí poderoso, triunfante en una causa justa.
Aquel brote de mala leche se tornó en una dulce leche merengada. Treintaycinco años después, he de decir que no he vuelto a ver a ese héroe que se alzó y venció, que luchó sin importarle las consecuencias.
¿Dónde estás?

Mala leche - Antonio

Tocaba escribir sobre la mala leche, así tal cuál. Al menos así me lo había hecho saber el jefe de redacción. Una columna sobre la mala leche, desde un enfoque de dos caras, a favor y en contra. Es lo que hay, añadió. Nunca le he caído muy bien, lo sé, y no pierde ocasión para ponerme a prueba. El director del periódico confió en mí como joven valor de las letras, y me dio esta columna semanal para opinar y atraer a un lector joven y con inquietudes. Ambos estaban equivocados, el director por creer que las letras de opinión entienden de favoritismos magnéticos infalibles, y el jefe de redacción por creer que yo era una amenaza permanente impuesta de arriba. Y qué coño quieres que escriba de la mala leche, le pregunté. Yo que sé, tu eres el joven valor de las letras. Colgué el teléfono con cierta rabia.
Escribir sobre la mala leche, me había puesto justo de eso, de mala leche, desde primera hora de la mañana. Había incluso cortado la digestión del café con leche y provocado una acidez incómoda que no recordaba haber tenido en mucho tiempo. Dudé entre tomar un anti-ácido, un té, una tila, una sal de frutas. Opté por el camino de en medio, me serví un Malbec reserva 2001, de las bodegas Norton en Mendoza.
La acidez siguió, pero las ideas y la rabia iniciales se aplacaron. No podía permitirme estar tan de mala hostia a las diez y media de la mañana. Reflexioné sobre el tema, qué enfoque le podía dar, qué era la mala leche. Descubrí que a partir de esa idea surgían fácilmente otras palabras más o menos afines: rabia, odio, mal carácter, enojo, rencor, mal humor, un mal pronto, venganza… Todas ellas, por supuesto, con un cargado tono negativo. En este caso parecía más fácil ver la cara oculta de la luna, e imposible encontrar argumentos de elogio. Intenté recordar todas las veces que recientemente hubiese estado de mala leche, y conté unas cuatro, por el recibo de la luz, por alguna crítica de mi último libro, por la reunión de la comunidad de vecinos, y hoy mismo, por la llamada del periódico. Descubrí que me ponía muy pocas veces de mala leche, a pesar de que no considero tener un carácter fácil, y que además lo hacía por cosas muy estúpidas.
Cada vez disponía de más datos y de menos estructura para hilvanar un mínimo texto con sentido y con enfoques plurales. Hice un intento de lista con pros y contras de la cosa en cuestión. Agoté la columna de los contras y sólo se me ocurrió una para los pros, el relax que se produce después de una explosión de mala leche (a pesar de no estar demasiado seguro de que la consecuencia justificase la acción).
Ofuscado en la tarea, pasó rápidamente la mañana sin lograr escribir más de media frase con sentido. Hacia la una, la botella de malbec se había evaporado, al igual que la mala leche, y decidí que era tiempo de un antiácido y una siesta. De camino a la habitación, descolgué el teléfono y llamé a la redacción. Escribe tu los pros si los encuentras, que yo me dedico a lo mío, a los contras, le dije. Tendrá consecuencias, me respondió. Me da igual, todo tiene consecuencias, prefiero saber que llegan, añadí y colgué. Me sacudí la última gota de leche agria y descansé.

Renata o el elogio a la mala leche - Silvia


Conocí a Renata el verano del 2003, durante las prácticas que estuve haciendo en un centro benéfico dedicado a la atención de personas mayores sin recursos. Allí yo pasaba las tardes acompañando a toda clase de viejitos, dándoles conversación y llevándolos de paseo por el parque.
Renata era una mujer altiva y elegante, que, pese a sus 82 años, no permitía que nadie la viera desnuda y que rechazaba toda clase de ayuda y compañía, pues ella no necesitaba a nadie, se bastaba y se sobraba. En nuestro primer contacto fue todo lo desagradable que pudo.
-Buenas tardes, señora Renata. Soy Anna y voy a pasar las tardes en el centro con ustedes.
-Bah! Una niña… estoy harta de que solo envíen crías que no saben nada de la vida…
-Bueno, tengo 28 años…
-Pues eso, una niña acomodada y malcriada que se cree que va a cambiar el mundo. A mi déjame tranquila, chiquilla. Vete a hacer compañía a otra vieja de esas que hay por allí.
La expresión de su cara, con los labios dibujando una perpetua mueca de asco y su manera de mirar por encima del hombro, permitían adivinar un pasado severo, tal vez marcado por la guerra o alguna desgracia de gran magnitud, pero ella no gastaba en vano las palabras, de manera que resultaba difícil saber de dónde provenía aquella amargura.
Siempre estaba sola, y no era de extrañar, ya que a todo el mundo, jóvenes y viejos trataba con igual desprecio. Mientras los demás se reunían para jugar al mus en torno a una mesa, ella miraba al horizonte, a través de la ventana.
-Señora Renata, ¿le enciendo la tele?
-¡Ni se te ocurra! No dicen más que mentiras y tienen a todo el mundo engañado. Hay que ser idiota para creerse una sola palabra de lo que dicen. ¡Panda de embusteros! Si fuera más joven yo misma pondría una bomba en los estudios donde están todos esos presentadores y personajes de la farándula que se creen tan maravillosos. Bah! No puedo soportarlos. No tienen ni idea de lo que es la vida.
-¿La vida?
-Sí, la vida. Yo sí que sé lo que es y te aseguro que no puedes confiar en nadie, y los peores son los que tienes más cerca, los que crees que te quieren!
-No exagere, señora Renata…
Me miró de arriba abajo con una expresión de repugnancia que me hizo estremecer.
-Bah! Chiquilla malcriada, a ti también te han comido el coco. Anda, vete, era mejor compañía la chica que había antes que tu…
Un día la fui a buscar a su habitación para avisarla de que tenía visita con el masajista en una hora. Al abrir la puerta me la encontré en batín y con los rulos puestos (jamás había visto a nadie tan elegante en batín y con rulos), contemplando una colección de fotografías que colgaban de la pared. Me aproximé, para verlas, y allí estaba ella, exuberante con plumas de avestruz decorando su trasero mientras descendía glamurosamente unas escaleras hacia el escenario del Molino.
-¿Has visto que bonita era? Yo, niña curiosa, aquí donde me ves, fui la más grande vedette del Paralelo hace más de 50 años. Todos me adoraban…. La Bella Renata me llamaban. Yo era hermosa, muy hermosa, y nadie se me resistía. Lo tuve todo: joyas, pieles, hombres….  Bah! Hombres… unos desgraciados… ven unas tetas bien puestas y se les nubla la razón. Sólo tenía que pedir por esta boquita y tenía lo que deseaba. Entonces no podía imaginar que todo aquello acabaría, que algún dia me haría mayor, que mis tetas ya no se quedarían en su sitio y que los hombres desaparecerían.  Bah! Hombres… son todos iguales. Tal como llegaron se fueron  a buscar culos jóvenes, siempre quieren culos jóvenes.
-Vaya… Señora Renata, era usted realmente bella… No sabía que había sido vedette del Molino.
-¿Te ha sorprendido?¿es que te crees que siempre he sido vieja, o qué? Hay que ver, los jóvenes de hoy en día, que os creéis más listos que nadie. Mocosos malcriados, cómo os odio a todos… Sólo pensáis en pasarlo bien y os creéis que el dinero cae del cielo… Bah! Como mi propia hija, que me robó el dinero que tenía y cuando ya no hubo más, desapareció. Hace años que no la veo, ¡ni ganas! Mocosa desagradecida... Va, niña, vete, que me estás haciendo perder el tiempo y hablar demasiado.

Hace dos semanas hablé por teléfono con una amiga que sigue trabajando en aquel centro. Me dijo que la señora Renata había muerto, sola, como había vivido. Sentí mucha tristeza pues, de todas las personas mayores que conocí  aquel verano en el centro, la señora Renata fue mi preferida. Pese a su mala leche y su mal carácter le había tomado cariño.

Elogio de la mala leche - Hassan Ahmar


Creo que he perdido el texto que leí en la sesión dedicada a ese título.
Recuerdo que utilicé la forma de poema, tal vez adrede; la poesía es una
forma de literatura que a menudo me cabrea, ya  que mi relación con el lenguaje es más cartesiana. Me gusta la lógica de los enunciados, la claridad de exposición y evitar la ambigüedad en lo posible. Podría argumentarse que en ocasiones la poesía logra esos objetivos con mayor potencia y menos letras. Puede ser, pero para mi no es la norma y las evocaciones (para mi eso es la poesía, evocar) no pueden competir con las definiciones en cuanto a precisión y universalidad. Aún así, a cada uno lo suyo.
Leí mi poema carente de una métrica definida pero con cierta rima. No fue entendido por todos o por nadie. Lo tuve que explicar a petición de alguno de los presentes. Quizá ahí resida la clave de mi infatúa relación con la poesía, no logro transmitir utilizándola. También debo decir que no me he esforzado nunca en el intento, así que no se pueden esperar milagros.
Pues bien, expliqué el poema, y lo curioso es que la explicación tampoco satisfizo a alguno que debió pensar o sentir lo lejos que le quedaban mis versos de lo que realmente quería yo transmitir. Sentí un poco su indignación. Bien, de eso se trata, camino de la mala leche.
El poema decía que la mala leche es un vehículo importante para el autoconocimiento, y yo añado que como tal es susceptible de ser utilizada como herramienta evolutiva. La mala leche es un gran sistema de alarmas que nos indican errores de sistema, zonas de juicios, prejuicios, presunciones, etc. Son luces que alumbran al ignorante de su condición. Gran herramienta que puede utilizarse para trabajar en grupo, de hecho es donde mejor se puede utilizar.

¡Lo encontré! Este es:

Lágrima sorda,
víscera podrida.
Gargantas sangrientas
caballos desatados, verdes prados.

También aporté dos soluciones diferentes pero más crípticas aún:

1.    Cuelgan mis huevos de la oz,
    camino roto carmesí.

2.    Fuego purificador.

Querida mala leche - Anahi


Querida mala leche
Nos encontramos aquí reunidos, frente este ataúd, para despedirnos de nuestra querida mala leche, junto a sus familiares y amigos más íntimos. Ejmm y también vamos a ser francos, al resto del planeta, en este sentido homenaje a nuestra compañera.
Fue una sorpresa para mi que me escogieran para escribir este elogio, es un placer la verdad, una amiga tan cercana y discreta. El que nos dejara fue inesperado. Llevaba tanto tiempo ya con nosotros que al menos yo creí que nunca se marcharía. Aun recuerdo la primera vez que fui conciente de su compañía. Éramos tan jóvenes. Venía yo en bicicleta de noche por la ciudad después de una meditación, cuando un camión enorme me rebaso con tal velocidad que me tiro de la bici. Se que parecerá una locura pero llevaba un par de meses visitando grupos espirituales y ya sabemos como son, todo paz y amor. Yo venia pensando en cosas felices y me tomo por sorpresa verme de culo en el suelo con las rodillas raspadas. Pueden decir muchas cosas de ella, pero es buena compañera, me ayudo a levantarme del suelo y a seguir pedaleando con todo el dolor hasta llegar a mi casa. Cuando vio que estaba bien se marcho tan silenciosa como llegó al recate. Si, si. A ella al menos conmigo, le gustaba hablar pero nunca sabia cuando llegaba o se iba.
ESA CHIQUILLA. Tan pasional, acalorada y sentida, que tonta fui al creer que podía desterrarla de mi vida. Y que paz el día que comprendí que era una compañera en este viaje. Por eso estoy aquí, hablándoles desde la desazón de ver perdida una amiga.
No quiero despedirla recordando sus vicios, tenía sus demonios, que eran una constante batalla, pero era así, Y SÍ, ASI LA QUERIA YO!!!. Y aunque nos costó encontramos nuestro ritmo, como en la música. Al final me enorgullece decir que encontramos nuestro tempo.
 mi vida no será igual sin ella. Adiós querida.

El tocapelotas - Cristina

Ya anunciaba maneras nada más nacer. El parto fue horroroso como siempre recordó su madre, 12 horas de dolor que acabaron con cesárea y sacando al condenado con fórcex.
Los primeros meses no paraba de berrear, el llanto era el hilo musical las 24h. del día. Darle de mamar siempre fue traumático pero el infierno vendría con la aparición de los primeros dientes. Agarraba el pezón con tanta fuerza que un día lo desgarró. Su madre acabó en urgencias. Nadie lo decía pero todos pensaban lo mismo, este niño esta maldito.
A los 8 años los cadáveres se amontonaban en su cuarto. Cualquier animalito vivo que pasará cerca de él acababa cortado en pedazos dentro de una caja. Le gustaba mostrar sus trofeos e imponer el miedo a los otros niños si no seguían sus reglas.

Durante su adolescencia se centró en tener aterrorizados a todos los vecinos del barrio, entre hurtos, amenazas, palizas, etc. A los 15 años acabó en un reformatorio que por supuesto no lo reformó sino que lo reafirmó aún más en su línea hasta que un balón se interpuso en su camino. Un conocido futbolista dio unas clases magistrales en el reformatorio para motivar a los muchachos y resultó que nuestro campeón era todo un crack al respecto.

Salió del reformatorio para convertirse en uno de los futbolistas más admirados de los años 90. La revista Forbes le dedicó una entrevista titulada "Elogio a la mala leche" en su anuario del año 95 como el futbolista más toca-pelotas de todos los tiempos.
Moraleja, si hay que tener mala leche, buscate una virtud.

Cuaderno de bitácora: sesión 48

30 de junio de 2013, siete y media de la tarde, reunión en Can Alone. Asistimos a la sesión: Pau, Jason, Romanie, Jason, Anahi, Rocio, Guille, Cristina, Amanda y Antonio. Hoy se incorpora al grupo Amanda como nuevo miembro.

Ejercicio:  Un texto de Elogio a la mala leche.

Comenzamos una nueva dinámica en la que en cada sesión habremos leido los textos de uno de los componentes del grupo134, elegido por sorteo, y cada uno de los participantes elegirá alguno de los textos que más le haya gustado de esa persona. El miembro elegido, leerá un texto que haya elegido de entre todos sus escritos.

La primera persona del grupo134 de la que hemos revisado su producción, ha sido Anahi.

Lecturas compartidas:
  • Vicens Navarro: "Los amos del mundo"
  • Anahi: sesión 44 - Ancianos  "Tata contadora"
          http://elgrupociento34.blogspot.com.es/2013/05/tata-contadora-anahi.html