lunes, 25 de noviembre de 2013

Ventana al mundo - Antonio


       La composición es sencilla, un amplio ventanal, con un marco en blanco que lo divide en cuatro hojas simétricas. El muro sobre el que se sostiene el marco, forma una repisa con el espacio preciso para soportar algunos objetos de decoración, inconexos, pero básicos. La mesa, de madera de teca,  queda justo delante, mínimamente por encima del marco inferior del ventanal. Sobre ella lo suficiente para llenar una mañana, una tarde o una noche de nuestras vidas. Libros, revistas y libretas, un té en su bandeja, con dos tazas, dos prismáticos. Un pequeño mundo en sí mismo que pretende ser compartido. Pero ese mundo se expande a través del paisaje abierto frente al ventanal, entre el verde de la costa, la huella del hombre a la altura de los tejados y la línea del horizonte del mar. Se convierte en un mundo abarcable, que parece venir a buscarnos.

        Lo miro y lo entiendo, es una casa acogedora que vive de dentro hacia fuera. Protege y se abre a lo mínimo que le pido al mundo, un horizonte sobre el que poder mirar y soñar.

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