El manso río cruza por el centro de la fotografiá ,el
reflejo del agua me susurra que al fondo se divisa un bosque,a poca distancia
de la orilla un hombre sentado en un tronco de madera espera pacientemente la
captura del día,en su mano derecha sostiene un artilugio echo con dos palos
,agarrados por una cuerda en el vértice superior, a su lado una estructura de
troncos de la que cuelga una piedra. Simple, sencillo.
Como es posible que una fotografía en blanco y negro pueda
desprender tanta luz. El entorno invita a la reflexión, a descubrir tus
necesidades vitales, a desprenderte de todo lo mundano de este mundo hasta
dejarnos completamente desnudos, en comunión con la autentica naturaleza,
aquella que nos recuerda las cosas importantes de nuestra vida. Así fue como
vivió ese hombre, ese nativo americano a principios del siglo XX y así es como
en pleno siglo XXI muchos imaginamos o tal vez soñamos en alcanzar ese estado
de gracia.
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