lunes, 20 de enero de 2014

Com-parti-2: GUILLERMO - ROZIO - Café de la Vieja Plaza



CAFÉ DE LA VIEJA PLAZA


(GUILLE)


Vuelvo al cafetín de la vieja plaza.
Las fotografías tapizaban sus paredes
con rostros amarillos.
Detrás de cada imagen, una historia diferente.
Se reunían la vida, la desdicha y las horas felices.
La memoria es incierta:
el tiempo se encarga de encubrirla.

La vieja máquina del café silbaba
como el pitido último de un barco a la deriva.
Un anciano meditaba una pérdida
contenida dentro de su vaso de ginebra.
El reloj oscilaba su péndulo armónicamente
como el martillo de un obrero
golpeando en la conciencia de los días. 
Fuera, los estorninos disputaban un charco
a las primeras gotas de lluvia del invierno.

He vuelto al Café del que nunca me he ido.
Permanezco de alguna manera en el silencio de su sala.
La soledad es tan antigua como esta plaza.
Aunque menos terca que el olvido.

(ROZIO)

Vuelvo a mirar las paredes cargadas de vida
y siento que cada rostro me hace la misma pregunta:
¿te vas o te quedas?

Cualquier respuesta me vuelve un poco más amarillo.

Me acerqué a la barra cargando la mochila llena de osadía.
Don Luis frotaba un vaso con un trapo
como intentado ver el futuro en su reflejo.

Por un instante, todo quedó quieto:
el reloj, la máquina y el viejo golpeado y a la deriva.

Los estorninos, ajenos al encuentro,
siguieron bebiendo su invierno.

Uno no regresa hasta que es reconocido.
La soledad se esquiva con un abrazo al pasado,
aunque los sujetos ya no sean los mismos.

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