lunes, 20 de enero de 2014

Com-parti-2 : ANAHI - SILVIA - Deshonroso final

Deshonroso final

(ANAHI)


 

   Si mi sheriff, sin ninguna duda es él mi señor, PANCHITO GON… perdón mi sheriff Francisco Javier González Olmos, dijo aclarándose la garganta reseca, el forajido más requetebuscado de la ultima década. Virgencita santa mi sheriff creo que le ha mordido una serpiente en el culo.
    El sheriff local miro a su nuevo ayudante que corría en círculos alrededor del finado González santiguándose y pidiendo protección a algunos ancestro he intentó no soltar una carcajada ante la estampa, pero era un profesional de la justicia.
    Suspiró pensando que era el más recomendado de la zona para ayudarle en la tarea, también era el único incauto que se presto  voluntario. Y mirando al cielo se saco el sombrero ajado de cuero y secó la frente con la manga de la camisa. Esperando un poco a que el joven Augusto se calmara.
    Dio una mirada rápido por la zona antes que Augusto destrozara las pruebas con tanta carerilla pero no vio nada extraño aparte del extraño agujero cerca del señor González, que efectivamente se encontraba con el total de sus ropas en los tobillos y una mordida de serpiente.


                                                                                                                                  (SILVIA)

-Por favor, Augusto, cálmese un poco. Con tantas vueltas me está usted poniendo nervioso.
    -Oh, mi sheriffcito- continuó Augusto sin dejar de caminar nerviosamente alrededor del cuerpo inmóvil -el diablo está mediando en todo esto- se santiguó de nuevo -Mi abuela siempre decía que los más peligrosos forajidos tenían un pacto con el diablo. Y ahora el diablo ha venido a cobrarse lo que era suyo.
    -Ha sido una serpiente, Augusto.
    -Pues eso, el diablo, que ha utilizado ese agujero para regresar rápidamente al infierno. Todo está tomando un aire muy peligroso. No me gusta nada. ¡Ay, Virgencita!. Deberíamos hacer llamar al Padre Aurelio para que limpie la zona con agua bendita.
    -¡Basta ya, Augusto!- El sheriff ya estaba perdiendo la paciencia. Unas gruesas gotas de sudor le resbalaban desde la frente y tenía la camisa empapada. -Hace demasiado calor para hablar de vírgenes y diablos. Tomaremos unas fotografías e investigaremos ese extraño agujero. Traiga pico y pala del coche.
    -Pero ¿qué?. Dios mío, mi virgencita preciosa, no me abandonen. Mi sheriff, el diablo está agazapado ahí, esperando. No debiéramos...
    -¡Ya! ¡Tráigalo ya!
    Mientras el sheriff tomaba las fotografías Augusto fue a buscar lo que le habían mandado, mascando oraciones entre dientes y sin dejar de santiguarse.-Santo cielo, santo cielo... Esto no está bien, no, no está nada bien...
    El sheriff alzó la vista y miró alrededor. No se veía un alma. Estaban solos en medio del desierto. Solo los postes y el cable eléctrico delataban el trazado de la carretera, pero nadie circulaba por ella. Hasta donde alcanzaba la vista solo habían matojos de espinos, piedras y cactus. Un buen escenario para el diablo, pensó para sus adentros.
    -Bueno, Augusto, cálmese de una vez. Esto no es obra del diablo. Venga, pique en el agujero, a ver si hay algo enterrado.
    -Oh, mi sheriff, no puedo, no me pida eso, por favor.- Augusto cayó de rodillas y juntó las manos en posición suplicante. -Yo... ¡no puedo!. Mi abuela... el diablo...¡Ay, Virgencita bonita! Pídame otra cosa.- Comenzó a sollozar.
    -¡Pero qué cobarde es, Augusto! Deme el pico, ¡ya lo haré yo!
    El sheriff, furioso, tomó el pico y dio un golpe con fuerza junto al agujero. Oía los gritos de Augusto. Comenzó a cavar con rabia. En un instante el suelo a su alrededor se llenó de serpientes de cascabel procedentes del agujero agrandado. Decenas de ellas. El sheriff sintió un dolor agudo en la pantorrilla, una serpiente acababa de morderle. ¡Ay! Otra... Se quedó paralizado y solo pudo alzar la vista. Alcanzó a ver a Augusto, a la carrerilla, alcanzando ya el coche. Ya no vio nada más, se le nubló la vista y le faltaba el aire. Cayó al suelo, junto al forajido, sintiendo en sus venas ese pacto con el diablo.


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