lunes, 20 de enero de 2014

Com-parti-2: ANTONIO - CRIS - El viaje

EL VIAJE

    (ANTONIO)

Cómo en una pantalla panorámica, la carretera pasaba a través del parabrisas a medida que el coche avanzaba a gran velocidad. Bordeaba la costa francesa frente a un atardecer rojizo que contrastaba con el mar grisáceo del final de un día de nubes.
Había salido de casa a las seis de la mañana, atravesando la ciudad aún dormida bajo una lluvia fina. En las últimas doce horas había conducido sin más descanso que parar a repostar y tomar algún café. En el camino había atravesado a lo largo de algo más de trescientos kilómetros una gran tormenta de nieve y agua, que había retrasado notablemente mi viaje. En condiciones normales, lo más prudente hubiese sido no viajar, pero esperar un día más no entraba en mis planes. La angustia te empuja a decisiones no siempre reflexionadas, pero que has de llevar a cabo, de alguna manera, para parar la espiral de la ansiedad.
Esperaba llegar a casa de mi familia en la costa de Biarritz para la comida, pero tras los kilómetros de tormenta, no llegaría hasta la noche bien entrada.
Siempre me ha gustado conducir. También me gusta estar solo. Especialmente cuando las cosas no van bien. Ambas cosas unidas, con una buena música de acompañamiento, han hecho mucho más llevadero este viaje interminable. Nunca había tardado tanto en llegar, pero en realidad no me ha importado. Estas horas al volante han calmado la ansiedad con la que salí.
A mitad de camino, envíe un mensaje a mi padre para que supiese que llegaba. Nada muy explícito, tan sólo que tenía la semana libre y que tenía ganas de verlos. Nada que fuese mentira. Nada que explicase la situación. Mi padre me conoce bien, o eso cree él. Enseguida respondió preocupándose, “¿estás bien? ¿Cómo tienes una semana en plena temporada?”. Cuando llegue hablamos, tranquilo, respondí.
Siempre he tenido buena relación con mis padres y con mi hermana, ellos han sido quienes más me han apoyado desde el principio de mi carrera. La casa en la que viven la compré yo para ellos. Era la primera vez que teníamos una vivienda de más de dos habitaciones, y un jardín en el que poder plantar rosales.
Ahora vivía lejos, pero el contacto y el cariño siempre habían estado ahí. Cuando voy a verlos prefiero ir en coche, porque eso me permite cierto anonimato al viajar y además me recuerda lo lejos que he llegado. Esta vez, además, he de ser yo mismo quien hable con ellos, quien les explique las cosas antes de que mañana o pasado todo se haga público, antes de que la noticia se pierda en el morbo de la fama del afectado. No han de temer nada, ni por mí ni por ellos, pero cómo explicárselo cuando estalle la bomba.
Las farolas de la calle no podían ocultar la oscuridad de la noche cerrada cuando aparcaba mi coche frente a la casa. Ya había llegado, tenía que salir de la burbuja que había sido mi coche durante todo el día, y enfrentar una realidad que no me gustaba. Tenía que ver a quienes quería, y confesar.


                                                                                                                                               (CRIS)

Me quede unos segundos dentro del coche, menos de los que yo deseaba ya que mi padre salió a recibirme en cuanto escucho el ruido del motor.
Hola hijo, ¿todo bien? Si, entremos. Mi madre vino a mi encuentro con un abrazo cariñoso el cual delataba una cierta preocupación.

Tengo que contaros algo, probablemente saldrá mañana a la luz y no quiero que os enteréis por terceros. El banco ha sufrido un desfalco financiero de 4.500 millones de euros. En sus ojos pude apreciar su angustia. Tranquilos no he sido yo pero cierta información me implica en el asunto. Mi nombre saldrá en las noticias con toda seguridad ya que soy la única persona, además de mi superior, que conoce la operación de alto riesgo que ha provocado esta situación.  
Quiero que esteis tranquilos, me guardo un as en la manga por si la cosa se pone fea. Y es aquí donde necesito vuestra ayuda. Tenéis que guardar estos documentos en la caja fuerte, si al final me detienen acusándome de ser el único responsable mi abogado se pondrá en contacto con vosotros. Ahora debo volver no quiero que piensen que he huido.

Dos días después la noticia salió en todos los periódicos, a las pocas horas me detuvieron. Los documentos demostraron que el verdadero culpable fue el director del banco. Tuve suerte, pude demostrar mi inocencia porque fui lo bastante precavido al grabar algunas de las conversaciones con mi superior que no dejaban lugar a dudas, yo solo actué presionado bajo sus órdenes.
Estamos rodeados de tiburones, tiburones hambrientos que manipulan a sus anchas sin importarles lo más mínimo el daño que puedan causar. Pero en este caso ,el pequeño, se comió al grande.

Acabo de llamar a mis padres para decirles que iba de camino y que esta vez, me quedaría por un tiempo.





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