lunes, 20 de enero de 2014

Com-parti-2: SILVIA - PACO - Visita nocturna

             VISITA NOCTURNA

(SILVIA)


Salió del colegio con el diente envuelto en un pañuelo arrugado y manchado de sangre. Su espléndida sonrisa dejaba ver un vacío entre los incisivos superiores, con la sonrosada encía al aire. La felicidad de la expectativa de su primer encuentro con el ratoncito Pérez impregnaba todos sus movimientos.
Pasamos esa tarde en casa de unos amigos, con las actividades habituales: deberes, juego, bañito y cena. Con la paciencia que requieren los encuentros nocturnos, pasó la tarde en total normalidad, incluso olvidando, a ratos, la cita que tenía por la noche. Cada vez que la recordaba, sus ojos emitían un brillo especial, el brillo de la Ilusión.
Ya regresando a casa en coche, emocionadas las dos, cayó rendida por el cansancio de la jornada. Directa a la cama, pensé yo. Pero al entrar en casa la Ilusión la despertó y la desveló. Sacó el diente de entre los pliegues de su pañuelo,  buscó un cepillo de dientes viejo y lavó y limpió minuciosamente el diente con agua y jabón. Lo puso dentro de una bolsita de tela y encontró un papelito donde dejarle una nota al ratón:
GRASIAS.SAGUCETENSFEINA.ESUNAPALA.LAURA
(GRACIES. SEGUR QUE TENS FEINA. ÉS UNA PALA. LAURA)
Colocó una casita de muñecas junto a su cama, para facilitarle la ascensión al pequeño ser y, por fin, satisfecha, se dispuso a dormir, no sin antes dejar cuidadosamente diente y nota bajo la almohada.
Al rato dormía con una sonrisa en sus labios.


(PACO)
La ilusión de Laura me contagió y yo también me quedé dormida con una sonrisa en la cara.
Unas horas más tarde, me desperté sobresaltada y encendí la luz de la mesita.  Laura me tiraba impaciente de la manga del pijama mirándome con semblante serio.
  “Mamá, no ha vingut”, me dijo y para que no quedase ninguna duda de quién había faltado a la cita, añadió: “El ratoncito Pérez no ha vingut” .
    Me había quedado dormida plácidamente y no había colocado el regalo debajo de la almohada. Miré el despertador y vi que marcaba las tres y media. 
   “Laura, todavía es pronto, a lo mejor tiene mucho trabajo, como decías en tu nota, y aún no ha podido venir, pero seguro que vendrá. Eso sí, tienes que estar dormida, porque el ratoncito Pérez es muy tímido y no le gusta que le vean cuando trae los regalos”.
    “¿Y si tiene mucho trabajo y no puede venir?”
    “No te preocupes, el ratoncito Pérez nunca deja a ningún niño sin su regalo”
    “¿Y cómo es de grande el ratoncito Pérez?”
    “Es pequeño, por eso le llaman ratoncito”.
    “Y si es pequeño, ¿cómo puede llevar los regalos a tantos niños?”
    “Porque tiene poderes mágicos. Anda vete a dormir”
     Laura se metió obediente en su habitación. Esperé que pasara un tiempo prudencial, cogí el paquetito perfectamente envuelto y salí sigilosamente  al pasillo que permanecía oscuro y silencioso. Caminé unos paso y catacrack. Mis piernas flotaron en el aire como si hubiera caído por una trampilla, aunque yo sabía que no había trampillas. Había pisado una pelota de goma y había perdido el equilibrio. Aterricé con el culo en el suelo y tuve tiempo de apoyar una mano para amortiguar la caída. El regalo salió volando. Permanecí un momento inmóvil, en silencio.   Noté un dolor insoportable en el antebrazo, pero comprobé aliviada que ningún ruido provenía de la habitación de Laura. Al menos no se había despertado. Apenas podía mover el brazo derecho. Tenía que ir a la cocina y ponerme hielo y luego ponerme una venda, pero antes tenía que cumplir mi misión. Cogí el regalo con la mano izquierda, entré con sigilo en la habitación y lo coloqué debajo de la almohada. Miré el rostro de Laura que reflejaba un apacible sueño. Regresé a la cocina y mientras me aplicaba una bolsa con hielo en mi dolorido antebrazo,  sonreí pensando en la cara de alegría que pondría Laura a la mañana siguiente cuando se despertase.
    


com-parti-2: ROZIO - ANTONIO -

(ROZIO)
 
La luna parecía azul. Toda la atmósfera justo antes del amanecer se teñía de colores fríos: verde el cielo, añil el mar.

El día anterior había atravesado las montañas ralladas guiando a su rebaño hasta el pasto fresco.

Estaba sola y ya no tenía que caminar más. Hoy podía dormir y sin embargo, hete aquí, observando el despertar del nuevo mundo. Las bestias descansan bajo los árboles en grupos mientras los pájaros despertaban piando con todas sus fuerzas.

El mundo diurno aplastaba bajo su manto a la quietud nocturna de almendros blancos como las estrellas.

Entrecerró los ojos y recordó su perfil. Nunca más volvió a ver el rostro entero. La única imagen que le quedó en su mente es la mitad de su cara en un fondo confuso de brazos en movimiento y paredes llenas de cuadros.


Abrió los ojos y al fin vio el sol, flotando como un globo en el cielo.














(ANTONIO)

El sol parecía blanco. Quemaba el cielo y la atmósfera aclarando todos los matices del color: amarilla la hierba seca, crema la tierra. Abrió los ojos y al fin vio el sol, flotando como un globo en el cielo.

 Al día siguiente tendría que volver a atravesar las montañas ralladas e ir un poco más lejos con su rebaño a la búsqueda de los últimos pastos frescos.

 La vida es larga cuando estamos quietos y solos, cuando las horas pasan enteras, ya despiertos y con el único proyecto de llegar vivos a la primera estrella. Los pájaros dejarán paso a los grillos, éstos a las cigarras, y el silencio regresará cuando las últimas caigan extenuadas.

 El manto claro y cargado del día caerá aumentando su peso hasta diluirse nuevamente en la brisa fresca nocturna.

 Ahora recuerda con los ojos bien abiertos, clavados en la luz hiriente del día. En un minuto o en un día, la secuencia será la misma, desentraña la maraña de capas que crearon su historia. Los cuadros en movimiento cuentan una vida llena de muros. La mitad de un rostro, es más que la mitad de nada.

Abrió los ojos y al fin vio la media sonrisa de la luna, flotando como una señal en el cielo.




Com-parti-2: PAU - ANAHI - El poemna definitivo

(Pau)
¿Escribo el poema definitivo, ese que en el lenguaje de la poesía  dirá lo que siempre quise decir, el secreto de todos los silencios, que explique de manera indiscutible qué es la vida, el amor y la muerte? ¿Un microrrelato genial con las palabras justas que haga reir y llorar a un tiempo? ¿Cuento un suceso autobiográfico que estaba agazapado en algún álbum perdido de mi memoria y que necesitaba ser contado? ¿Una página de diario estilo cuaderno de bitácora que sea la radiografía exacta de este día?
     La noche navega
     negra y libre
     con un pasajero atolondrado...
     Si uno se detiene en mitad de la noche, cierra los ojos, respira y toma conciencia del momento exacto de la rotación planetaria, dan ganas de ponerse a saltar y a revolcarse por el suelo para comprobar que sigues vivo.
     El pasajero ha olvidado su destino
     y se ha quedado varado
     en una estación sin nombre.
     Ya no recuerda
     el sueño que anidaba en su corazón
     al partir.
     La vida que amó
     y el que fue su mundo
     ya no sabe si aún existe.
     Vivo como si el demonio me fuera a visitar en cualquier momento.
     Fuera hay un viento terrible. Insiste e insiste y hace su proclama insolente poniendo a bailar a todo el campo. Contra el prestigio del solecito y el buen tiempo, aquí tenemos la pureza del invierno y la felicidad agreste del abrigo y el refugio.
    Esta sagrada expresión de naturaleza que me rodea le da sentido a todo, puede con todos los demonios.

 
(Anahi)

Con un pasajero atolondrado
La noche navega
Negra y libre
Suspira porque al fin lo entiende,
el viaje sólo reclama la esencia,
Un abrazo amigo dónde descansar los huesos.

Com-parti-2: PACO - GUILLE - Gustavo Pereira

(PACO)

Gustavo Pereira había realizado su sueño de convertirse en un escritor de éxito. Sus novelas policíacas se habían traducido a más de 20 idiomas, eran  best sellers en numerosos países y cuatro de ellas habían sido llevadas al cine. Sin embargo no era feliz. Su personaje Marko Marin, una mezcla de Sherlock Holmes y James bond,  parecía tener una vida propia que relegaba a Gustavo Pereira a un oscuro segundo plano. Incluso los editores de sus libros y los productores de las películas, habían insinuado a Gustavo Pereira que evitase las apariciones en público para no dañar la imagen de Marko Marin. Marko Marin poseía un atractivo y carisma que contrastaban con la apariencia vulgar e insustancial de Gustavo Pereira. Mako Marin era un hombre decidido, atractivo, inteligente, defendía a los débiles y no tenía miedo a los poderosos, era un héroe admirado por el público, mientras que Gustavo Pereira era un simple escritor de novelas policíacas.
     Gustavo Pereira pensaba, no sin motivo, que la gente era idiota. “¿No se dan cuenta de que yo he creado a ese personaje que tanto admiran? Que me debe su existencia, que sin mí no sería nada, que incluso podría....”  Por unos instantes se sumió en la perplejidad, ¿cómo no se le había ocurrido antes? Podía matar a Marko Marin. De un plumazo, nunca mejor dicho, se vengaría de los millones de hombres y mujeres que adoraban a su personaje y lo menospreciaban a él. Pensó sonriendo que la muerte de Marko Marin, causaría más conmoción que el asesinato de Kennedy.
    
Marta entró en casa agitada. “¿Sabes lo que ha hecho Gustavo Pereira?”, preguntó alzando la voz, y sin esperar mi respuesta continuó: “Ha matado a Marko Marin. El Pereira me han dicho que es un tipo gris y anodino, lleno de complejos. Se moría de envidia, claro”.
    “¿No podías hacer algo tú?”, preguntó suplicante.
   Yo respondí con otra pregunta: “¿Que quieres que haga?”
    “¡Pues podías matar a Pereira antes de que él mate a Marko Marin!”  
    “¿No crees que podría ser peligroso continuar con tanto crimen?”
    “No entiendo lo que quieres decir, ¿por qué podría ser peligroso?”
    “Marta, todo esto es un poco complicado. Mira, Gustavo Pereira podía matar a Marko Marin porque era un personaje de ficción. Yo podría matar a Gustavo Pereira sin problemas porque es otro personaje de ficción, pero quien te asegura que tú y yo no seamos también meros personajes y alguien esté tecleando en estos momentos en el ordenador...”
    “¡Jorge no desvaríes!”, exclamó Marta,  ¡Eso que acabas de decir es una auténtica chorrada!”

(GUILLE)

 

Jorge estuvo toda la noche dándole vueltas a lo que Marta le había sugerido
para el capítulo final de la novela. Sus editores le requerían que terminara el libro
cuánto antes. Tenía poco tiempo y las presiones que recibía eran cada vez mayores.
Jorge se encontraba ante una de las decisiones más difíciles que debía tomar.
La situación era compleja y presentaba una disyuntiva. Por un lado, y atendiendo a la petición de Marta, si decidía matar a Gustavo Pereira antes que éste matara a Marko Marin, los millones de lectores y admiradores de Marko Marin se saldrían con la suya.
Se prolongaría la zaga del gran Marko Marin. Esto le llevaría a nuevas presiones por parte de la editorial y de los fans del héroe que reclamarían voraces nuevas entregas.
Por otro lado, no le agradaba del todo la idea de que el victimario fuera el cobarde y oscuro personaje de Gustavo Pereira. Se preguntó por un momento si crearía otro monstruo incontrolable. Imposible, se respondió a si mismo. Gustavo Pereira no podría siquiera imitar la sombra de Marko Marin. Lo veía más claro ahora. Y tomó la decisión.
Sería el infeliz de Gustavo Pereira el que diera muerte a Marko Marin. Cerraría la novela de una forma abrupta y sorprendente. Sus editores tendrían el libro y Jorge vería cumplido su deseo de hacer desaparecer al personaje que de alguna manera ejercía fuertes desajustes en su persona. 
Semanas después, la presentación del libro causó la conmoción esperada.
Los aficionados no daban crédito a la forzosa desaparición de su héroe. Jorge se retiró de la sala entre abucheos del público presente. La novela se vendió por miles hasta agotar su primera tirada. El éxito en ventas contentaba a los editores, que no cesaban en solicitar un nuevo trabajo.
Pero Jorge se encontraba hundido. La desaparición del gran Marko Marin no le producía satisfacción alguna. Se veía reflejado en el pusilánime de Gustavo Pereira.
Le era imposible continuar la historia a partir de un escritor sin valor ni espíritu.
Pereira se había auto-extinguido al matar al bueno de Marin.   

Jorge desconectó todos los teléfonos de la casa. Era entrada la noche y la editorial continuaba acosándole.  No podía concentrarse. Estaba a cero. El tiempo asfixiaba nuevamente. Por la mañana, Marta le encontraría flotando boca abajo en la bañera.



Com-parti-2: GUILLERMO - ROZIO - Café de la Vieja Plaza



CAFÉ DE LA VIEJA PLAZA


(GUILLE)


Vuelvo al cafetín de la vieja plaza.
Las fotografías tapizaban sus paredes
con rostros amarillos.
Detrás de cada imagen, una historia diferente.
Se reunían la vida, la desdicha y las horas felices.
La memoria es incierta:
el tiempo se encarga de encubrirla.

La vieja máquina del café silbaba
como el pitido último de un barco a la deriva.
Un anciano meditaba una pérdida
contenida dentro de su vaso de ginebra.
El reloj oscilaba su péndulo armónicamente
como el martillo de un obrero
golpeando en la conciencia de los días. 
Fuera, los estorninos disputaban un charco
a las primeras gotas de lluvia del invierno.

He vuelto al Café del que nunca me he ido.
Permanezco de alguna manera en el silencio de su sala.
La soledad es tan antigua como esta plaza.
Aunque menos terca que el olvido.

(ROZIO)

Vuelvo a mirar las paredes cargadas de vida
y siento que cada rostro me hace la misma pregunta:
¿te vas o te quedas?

Cualquier respuesta me vuelve un poco más amarillo.

Me acerqué a la barra cargando la mochila llena de osadía.
Don Luis frotaba un vaso con un trapo
como intentado ver el futuro en su reflejo.

Por un instante, todo quedó quieto:
el reloj, la máquina y el viejo golpeado y a la deriva.

Los estorninos, ajenos al encuentro,
siguieron bebiendo su invierno.

Uno no regresa hasta que es reconocido.
La soledad se esquiva con un abrazo al pasado,
aunque los sujetos ya no sean los mismos.

Com-parti-2: CRISTINA - PAU - La caja

COMPARTIDOS “La caja”

(CRIS)


Tres semanas después del funeral había recibido una aviso de correos que olvide por completo hasta esa mañana. Como tenia que bajar al centro para hacer unas gestiones aproveche para pasar por correos.
Como siempre la oficina estaba llena hasta la bandera. Mientras esperaba mi turno me preguntaba que diablos iba a recoger, hice memoria por si había solicitado algo por catálogo, pero mi mente seguía en blanco, en ese momento vi mi número en la pantalla, me acerque, le entregué el aviso al funcionario, se fue unos segundos y regreso con una caja. Por la expresión de su cara deduje que me iba a costar llegar al coche.¿Quién la enviá? Pregunte. No tiene destinatario, respondió.
Salí de la oficina con la pesada caja. Cuando estaba a punto de cruzar la calle la dichosa caja empezó a deslizarse por mi cuerpo sin control, estaba a punto de caerse cuando un joven me ofreció ayuda, cogió la caja y me siguió hasta el coche. Caray! si que pesa, ¿que son, libros? Preguntó. La verdad no tengo ni idea, respondí. Le di las gracias y volví a casa.
Al llegar fui directa al trastero a ver si encontraba la vieja carretilla de papa, allí estaba “La Pepa” tal como mi padre la bautizo.
Gracias a “La Pepa” pude entrar la caja. La abrí y empece a retirar las bolas de papel de periódico. Lo que había dentro resulto todo un misterio para mi. Un álbum de fotos antiguas donde aparecían varios hombres vestidos de milicianos con fusiles en las manos. Montones de cartas, amarillentas por el tiempo, unidas por una cinta de terciopelo. Una caja de madera en cuyo interior se encontraban cuatro balas, cada una de ellas llevaba inscrita una inicial, un puñal,una treintena de libros, entre ellos: El Marxismo y los problemas de la Revolución, de Juan Andrade, La Revolución de octubre de Andreu Nin ambos de 1937. Y algo que jamas pensé que pudiera tener entre las manos, los seis ejemplares de la revista caballo verde, una revista de poesía que Pablo Neruda fundó en Madrid en 1935. Yo, como amante de la poesía, conocía bien la importancia de esos ejemplares ya que en vano intenté comprar algunos en diversas subastas.
Empezaban a surgir miles de preguntas en mi cabeza. Decidí tomar un respiro y
abrí una botella de vino. Empece a leer las cartas. ¿Quienes eran esas personas? Juan García Hortelano, Miguel Aramendi, Antonio Gascón Ariza. Mi padre jamas me habló de ellos. Seguí leyendo las cartas a ver si encontraba alguna pista del destinatario, pero nada todas hablaban del conflicto de la guerra salvo una, que parecía escrita en clave.
Empezaba a sospechar que mi padre nunca nos contó la verdad acerca de su vida durante la guerra. Según él en aquellos convulsos años se dedico a la agricultura en el cortijo de su padre quedándose al margen de cualquier bando.
El vino empezó a hacer efecto ya que apenas podía mantener los párpados abiertos cerré los ojos y soñé con todos ellos.

                                                                                                                                     (PAU)


El sueño me llevó a Madrid, a noviembre de 1936. Hace mucho frío en la trinchera, a pocos cientos de metros de distancia, el ejército de Franco acecha en sus posiciones y aguardan las horas que faltan para el asalto final que pondrá fin a la breve guerra. Confían en que la chusma roja se desmorone y consigan entrar en Madrid.
     Detrás nuestro, un pueblo entero alienta nuestro sacrificio. El mundo civilizado está pendiente de nosotros. Nadie confía en que podamos resistir a los fascistas, creen que seremos la próxima ficha que cae de su macabro dominó.
     El frío va en aumento con el tránsito al amanecer, estoy temblando con mi fusil helado entre las manos y pensando en Rosa y en la pequeña Clara que mañana cumple un año.
     Ha comenzado la batalla: a un buen rato de cañonazos le sigue el asalto de los moros mercenarios, aullan espantosamente mientras corren hacia nosotros, son muchos. Noto como mi pulso se acelera, me cuesta respirar, he dejado de sentir frío. Apunto, disparo... y fallo. Apunto, disparo... y un moro se desploma. Pese a numerosas bajas, los teníamos ya encima; al primero que asomó por la trinchera le hundí la bayoneta en el pecho (el sonido de las costillas rotas por el hierro me perseguirá siempre). A mi lado otro moro le corta el cuello al cabo Espigares entre gritos horribles. Estoy sudando y enloquecido. Acabo a puñaladas con el segundo moro.
     Los atacantes se retiran, el asalto ha fracasado en toda la línea. Tengo las manos llenas de sangre caliente: traen un calorcito agradable.
    Sentado en un rincón de la trinchera, con la mirada perdida, siento que me he hecho muy viejo de golpe, el joven poeta acaba de matar a tres personas. ¿Cómo podrá contárselo a su hija?


Com-parti-2: ANTONIO - CRIS - El viaje

EL VIAJE

    (ANTONIO)

Cómo en una pantalla panorámica, la carretera pasaba a través del parabrisas a medida que el coche avanzaba a gran velocidad. Bordeaba la costa francesa frente a un atardecer rojizo que contrastaba con el mar grisáceo del final de un día de nubes.
Había salido de casa a las seis de la mañana, atravesando la ciudad aún dormida bajo una lluvia fina. En las últimas doce horas había conducido sin más descanso que parar a repostar y tomar algún café. En el camino había atravesado a lo largo de algo más de trescientos kilómetros una gran tormenta de nieve y agua, que había retrasado notablemente mi viaje. En condiciones normales, lo más prudente hubiese sido no viajar, pero esperar un día más no entraba en mis planes. La angustia te empuja a decisiones no siempre reflexionadas, pero que has de llevar a cabo, de alguna manera, para parar la espiral de la ansiedad.
Esperaba llegar a casa de mi familia en la costa de Biarritz para la comida, pero tras los kilómetros de tormenta, no llegaría hasta la noche bien entrada.
Siempre me ha gustado conducir. También me gusta estar solo. Especialmente cuando las cosas no van bien. Ambas cosas unidas, con una buena música de acompañamiento, han hecho mucho más llevadero este viaje interminable. Nunca había tardado tanto en llegar, pero en realidad no me ha importado. Estas horas al volante han calmado la ansiedad con la que salí.
A mitad de camino, envíe un mensaje a mi padre para que supiese que llegaba. Nada muy explícito, tan sólo que tenía la semana libre y que tenía ganas de verlos. Nada que fuese mentira. Nada que explicase la situación. Mi padre me conoce bien, o eso cree él. Enseguida respondió preocupándose, “¿estás bien? ¿Cómo tienes una semana en plena temporada?”. Cuando llegue hablamos, tranquilo, respondí.
Siempre he tenido buena relación con mis padres y con mi hermana, ellos han sido quienes más me han apoyado desde el principio de mi carrera. La casa en la que viven la compré yo para ellos. Era la primera vez que teníamos una vivienda de más de dos habitaciones, y un jardín en el que poder plantar rosales.
Ahora vivía lejos, pero el contacto y el cariño siempre habían estado ahí. Cuando voy a verlos prefiero ir en coche, porque eso me permite cierto anonimato al viajar y además me recuerda lo lejos que he llegado. Esta vez, además, he de ser yo mismo quien hable con ellos, quien les explique las cosas antes de que mañana o pasado todo se haga público, antes de que la noticia se pierda en el morbo de la fama del afectado. No han de temer nada, ni por mí ni por ellos, pero cómo explicárselo cuando estalle la bomba.
Las farolas de la calle no podían ocultar la oscuridad de la noche cerrada cuando aparcaba mi coche frente a la casa. Ya había llegado, tenía que salir de la burbuja que había sido mi coche durante todo el día, y enfrentar una realidad que no me gustaba. Tenía que ver a quienes quería, y confesar.


                                                                                                                                               (CRIS)

Me quede unos segundos dentro del coche, menos de los que yo deseaba ya que mi padre salió a recibirme en cuanto escucho el ruido del motor.
Hola hijo, ¿todo bien? Si, entremos. Mi madre vino a mi encuentro con un abrazo cariñoso el cual delataba una cierta preocupación.

Tengo que contaros algo, probablemente saldrá mañana a la luz y no quiero que os enteréis por terceros. El banco ha sufrido un desfalco financiero de 4.500 millones de euros. En sus ojos pude apreciar su angustia. Tranquilos no he sido yo pero cierta información me implica en el asunto. Mi nombre saldrá en las noticias con toda seguridad ya que soy la única persona, además de mi superior, que conoce la operación de alto riesgo que ha provocado esta situación.  
Quiero que esteis tranquilos, me guardo un as en la manga por si la cosa se pone fea. Y es aquí donde necesito vuestra ayuda. Tenéis que guardar estos documentos en la caja fuerte, si al final me detienen acusándome de ser el único responsable mi abogado se pondrá en contacto con vosotros. Ahora debo volver no quiero que piensen que he huido.

Dos días después la noticia salió en todos los periódicos, a las pocas horas me detuvieron. Los documentos demostraron que el verdadero culpable fue el director del banco. Tuve suerte, pude demostrar mi inocencia porque fui lo bastante precavido al grabar algunas de las conversaciones con mi superior que no dejaban lugar a dudas, yo solo actué presionado bajo sus órdenes.
Estamos rodeados de tiburones, tiburones hambrientos que manipulan a sus anchas sin importarles lo más mínimo el daño que puedan causar. Pero en este caso ,el pequeño, se comió al grande.

Acabo de llamar a mis padres para decirles que iba de camino y que esta vez, me quedaría por un tiempo.





Com-parti-2 : ANAHI - SILVIA - Deshonroso final

Deshonroso final

(ANAHI)


 

   Si mi sheriff, sin ninguna duda es él mi señor, PANCHITO GON… perdón mi sheriff Francisco Javier González Olmos, dijo aclarándose la garganta reseca, el forajido más requetebuscado de la ultima década. Virgencita santa mi sheriff creo que le ha mordido una serpiente en el culo.
    El sheriff local miro a su nuevo ayudante que corría en círculos alrededor del finado González santiguándose y pidiendo protección a algunos ancestro he intentó no soltar una carcajada ante la estampa, pero era un profesional de la justicia.
    Suspiró pensando que era el más recomendado de la zona para ayudarle en la tarea, también era el único incauto que se presto  voluntario. Y mirando al cielo se saco el sombrero ajado de cuero y secó la frente con la manga de la camisa. Esperando un poco a que el joven Augusto se calmara.
    Dio una mirada rápido por la zona antes que Augusto destrozara las pruebas con tanta carerilla pero no vio nada extraño aparte del extraño agujero cerca del señor González, que efectivamente se encontraba con el total de sus ropas en los tobillos y una mordida de serpiente.


                                                                                                                                  (SILVIA)

-Por favor, Augusto, cálmese un poco. Con tantas vueltas me está usted poniendo nervioso.
    -Oh, mi sheriffcito- continuó Augusto sin dejar de caminar nerviosamente alrededor del cuerpo inmóvil -el diablo está mediando en todo esto- se santiguó de nuevo -Mi abuela siempre decía que los más peligrosos forajidos tenían un pacto con el diablo. Y ahora el diablo ha venido a cobrarse lo que era suyo.
    -Ha sido una serpiente, Augusto.
    -Pues eso, el diablo, que ha utilizado ese agujero para regresar rápidamente al infierno. Todo está tomando un aire muy peligroso. No me gusta nada. ¡Ay, Virgencita!. Deberíamos hacer llamar al Padre Aurelio para que limpie la zona con agua bendita.
    -¡Basta ya, Augusto!- El sheriff ya estaba perdiendo la paciencia. Unas gruesas gotas de sudor le resbalaban desde la frente y tenía la camisa empapada. -Hace demasiado calor para hablar de vírgenes y diablos. Tomaremos unas fotografías e investigaremos ese extraño agujero. Traiga pico y pala del coche.
    -Pero ¿qué?. Dios mío, mi virgencita preciosa, no me abandonen. Mi sheriff, el diablo está agazapado ahí, esperando. No debiéramos...
    -¡Ya! ¡Tráigalo ya!
    Mientras el sheriff tomaba las fotografías Augusto fue a buscar lo que le habían mandado, mascando oraciones entre dientes y sin dejar de santiguarse.-Santo cielo, santo cielo... Esto no está bien, no, no está nada bien...
    El sheriff alzó la vista y miró alrededor. No se veía un alma. Estaban solos en medio del desierto. Solo los postes y el cable eléctrico delataban el trazado de la carretera, pero nadie circulaba por ella. Hasta donde alcanzaba la vista solo habían matojos de espinos, piedras y cactus. Un buen escenario para el diablo, pensó para sus adentros.
    -Bueno, Augusto, cálmese de una vez. Esto no es obra del diablo. Venga, pique en el agujero, a ver si hay algo enterrado.
    -Oh, mi sheriff, no puedo, no me pida eso, por favor.- Augusto cayó de rodillas y juntó las manos en posición suplicante. -Yo... ¡no puedo!. Mi abuela... el diablo...¡Ay, Virgencita bonita! Pídame otra cosa.- Comenzó a sollozar.
    -¡Pero qué cobarde es, Augusto! Deme el pico, ¡ya lo haré yo!
    El sheriff, furioso, tomó el pico y dio un golpe con fuerza junto al agujero. Oía los gritos de Augusto. Comenzó a cavar con rabia. En un instante el suelo a su alrededor se llenó de serpientes de cascabel procedentes del agujero agrandado. Decenas de ellas. El sheriff sintió un dolor agudo en la pantorrilla, una serpiente acababa de morderle. ¡Ay! Otra... Se quedó paralizado y solo pudo alzar la vista. Alcanzó a ver a Augusto, a la carrerilla, alcanzando ya el coche. Ya no vio nada más, se le nubló la vista y le faltaba el aire. Cayó al suelo, junto al forajido, sintiendo en sus venas ese pacto con el diablo.


Cuaderno de bitácora: sesiones 56 y 57

Sesión 56
 
1 de diciembre de 2013, seis de la tarde, reunión en Can Pechina. Asistimos a la sesión: Silvia, Pau, Rocio, Guille, Paco, Cris, Anahi y Antonio.

Ejercicio:  Escribir un texto libre, sin premisas. Lo utilizaremos como pie para el siguiente ejercicio. 

Hoy compartimos la lectura de los textos de Rozio.

- Lecturas compartidas:

  • Rozio: "La avenida de troncos" 
    •  http://elgrupociento34.blogspot.com.es/2011/12/la-avenida-rozio.html


 Sesión 57

15 de diciembre de 2013, seis de la tarde, reunión en Can 401. Asistimos a la sesión: Silvia, Pau, Rocio, Guille, Paco, Cris, Anahi y Antonio.

Ejercicio: Com-partidos. El texto de la sesión anterior lo hemos intercambiado con otro componente del grupo y lo hemos continuado, siguiendo historias con estilos diferentes.

Hoy compartimos la lectura de los textos de Guille.

-Lecturas compartidas:
  • Guille: " 4 fugas en 4 haikus"
    •  http://elgrupociento34.blogspot.com.es/2013/06/4-fugas-en-4-haikus-guillermo.html
  •  Nikola Madzirov: "Lo que dijimos nos persigue".