Esta
mañana, al despertar, a esa hora en que el silencio es como el interior
de una campana aquietada, cuando las gotas de rocio empiezan a sentirse
intrusas antes de la fiesta de la mañana, cuando los aromas de las
hierbas, plantas y flores entregan lo mejor de sus savias, cuando los
pájaros celebran el fin de la oscuridad acechante y se disponen a bailar
en la luz, en el viento suave que convoca la alborada, cuando la pureza
puede olerse con una intensidad inimaginable y el sol alumbra por
primera vez la tierra, apoderándose de todo...
Mi paraíso, el lugar perfecto para vivir mi vida y morir mi
muerte. Quise alejarme de todo y que nadie me encontrara. Un hogar sin
nadie para siempre.
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