Por la ventana veo
el día envejecer, digno, majestuoso, su tiempo termina para que puedan venir
los siguientes, ni un arrebato de malicia deseando permanecer más de la cuenta.
Sentada en la hamaca siento la paz de saber la tarea cumplida.
Dejaré mis sueños inconclusos en las nubes
para que rieguen el trigo, o los arrastre el viento, se enreden en el pelo de
los niños, les veré perderse en la distancia. Es mi destino.
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