martes, 4 de febrero de 2014

Objeto perdido - Silvia

Hoy quisiera hablaros de un fenómeno paranormal que no por aislado y puntual deja de ser sorprendente. Se trata de los objetos perdidos durante las mudanzas, esos objetos que deciden desaparecer aprovechando el caos del traslado y que pueden permanecer en el limbo de los entes escondidos durante días, meses, o incluso para el resto de la eternidad.

    Seguro que sabéis a qué me refiero y lo habéis sufrido en silencio, cual grano en lugar incómodo, pensando que erais los únicos a los que les pasaban estas cosas. Ya podéis salir de la sombra, ahora que sabéis que se trata de un fenómeno que se repite en cada desplazamiento completo de las posesiones materiales de cualquier mortal de un domicilio a otro.

    Y es que resulta completamente ilógico, se escapa de la razón y del control. La cosa va así:  Introduzco el  objeto “a” en la caja “x”. Precinto la caja “x” con cinta de embalar. Traslado la caja “x”, precintada, al nuevo domicilio. Abro la caja “x” retirando la cinta de embalar y ...voilà! “a” ha desaparecido. Ya no está, magia borrás. Y yo me vuelvo loca, pues me recuerdo perfectamente introduciendo “a” en la caja “x”. Le doy vueltas y vueltas al asunto y, finalmente, me doy por vencida. Pero la duda queda para siempre.

    En una mudanza tenemos tres tipos de cajas, o elementos de embalaje:
-Cajas tipo 1: Aquello que embalas al principio, con antelación, para ir avanzando en la mudanza y que suele ser lo último que se desembala o, incluso, todavía está en las cajas cuando nos volvemos a mudar, osea, que podríamos tirar directamente a la basura, porque en realidad no lo necesitamos para nada.
-Cajas tipo 2: El grueso de la mudanza, cajas que se van llenando la última semana mientras sufrimos, progresivamente, la carencia de nuestras pertenencias guardadas (mamá, ¿dónde está mi quimono? Kiá!. Tu quimono, Kiá!, está en la caja 42 junto con tus calcetines, tu tutú de ballet i tus jerseis. Creo...)
-Cajas tipo 3: Las cajas del último día, horror de los horrores, pues aún quedan miles de cosas por embalar y ya están aquí los colegas y el camión.
    En las cajas tipo 1 no suelen perderse las cosas. Más que nada es que ya están perdidas y a nadie le importa. Las cosas se pierden en las cajas del tipo 2 y, sobretodo, en las del tipo 3. Aprovechan el estrés de última hora para camuflarse o volatilizarse.

    En mi última mudanza perdí dos objetos: el mando a distancia del disco duro multimedia, que estaba alojado en la base del aparato mediante unas pestañas de fijación, y, lo más sorprendente y que me ha motivado a escribir este texto, el silbato de la tetera. Todavía no salgo de mi asombro, porque me veo metiendo la tetera completa en la caja 94 el mismo día de la mudanza (osea caja tipo 3, ojo), junto con doscientas cosas más de la cocina. No lo he vuelto a ver, y lo añoro, pues ahora no me avisa cuando hierve el agua. En realidad el silbato no importa tanto, lo que importa es no poderle dar una explicación razonable,la magia, el “paranormalismo”.

    Haciendo un pequeño estudio de campo, he comprobado que hay personas que han perdido cosas impresionantes durante sus mudanzas. Una amiga perdió la sartén más grande que tenía y corren rumores de una pareja que perdió a su bebé. Buscaron y buscaron durante días, revolviendo todas las cajas, escuchándolas para percibir movimientos o llantos. Preguntaron a los amigos que les habían ayudado en el traslado, incluso invocaron a San Cucufato y nada, no aparecía. Al cabo de un par de semanas se dieron por vencidos y encargaron uno nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario